Iniciaré este espacio de conversación epistolar, con una lógica que permita orientar un camino para el despliegue de este tema, en al menos algunos puntos. Me refiero a plantear en primera instancia un rodeo, que no por ello deja de apuntar a una cierta lectura para luego abordar la cuestión central. Es decir un recorte teórico y una lectura posible respecto del material de un caso clínico.
Se trata de una sujeto adolescente, que pertenece a una institución del "Consejo del menor y la familia" sito en Argentina. Remarco esto último porque unas de las primeras cuestiones que aparecen como interrogantes se centran en las siguientes preguntas:
¿Es posible hacer discurso de los lazos mantenidos en el marco de una institución de adolescentes mujeres?
¿A qué responden los lazos en ella mantenidos?
Hacer hincapié en estos ítems y realizar un rodeo al respecto, es porque considero que no se trata de una situación ajena, sino que a primera vista, podemos pesquisar que aquello que se potencia en el seno de este lugar, casi superlativamente, es un fenómeno de masa. Una serie de formaciones fenoménicas que coinciden con la hipnosis, la sugestión, la reivindicación, la queja, enmarcadas en el orden de una estructura que responde a la histeria.
Si tomamos como referencia lo que Freud trabaja en "Psicología de las masas y psicoanálisis del yo" en 1921, en el capítulo VII, VIII y tal vez IX, podríamos acompañar estos fenómenos con los tres casos de histeria, que se plantean en el comienzo del capítulo VII, no casualmente. ¿Cuáles son las formaciones que se potencian en la histeria ?
A mi entender ellos se van a definir en relación al síntoma, como fundamento de la identificación primaria. Tal como Freud lo señala habría tres ejemplos:
"Tos en la madre", en relación al rasgo unario.
"Tos en el padre", en relación al amor al padre.
"Carta al pensionado", en relación al deseo insatisfecho de la otra.
Este tercer ejemplo, diría, que sucede diariamente en ésta institución, desatando los mayores "ataques de locura", escenificación y desbordes, sucedidos, ya sea por una ruptura amorosa, como por una actitud increpante hacia alguna compañera, etc.
Son escenas de efervescencia, ebullición que como efecto de contagio van acumulando y sumando protagonistas. El alcance de la fascinación y la hipnosis, ¿no están ambas en relación al padre?. Freud toma estas cuestiones para señalar cuantas veces, en el nombre del amor, se designan por capricho relaciones afectivas.
En el apasionado amor de las adolescentes, ¿a caso el yo no se hace más modesto para elevar la categoría del afecto/objeto como precioso, magnífico?
Hay una cierta tendencia a la idealización del objeto, juicio que al decir de Freud, queda falseado, en relación a que esa idealización sirve para sustituir un ideal propio no alcanzado del yo o para satisfacción de nuestro narcisismo.
Hipnosis en relación a una humilde sumisión, docilidad, ausencia de critica; formas colectivas que responden siempre a la figura de un caudillo. ¿Un amo, tal vez?
¿No se organiza a caso en las nuevas formas del neocapitalismo, bajo la égida de la justicia, de la filantropía, de la defensa y el subsidio de la minoridad, las distintas presentaciones del discurso del amo? Donde lo que comanda es la dominancia de la ley bajo el título de la justicia, una verdad absoluta que no tiene en cuenta, la división del sujeto, ni un saber mítico; sino que se fundamenta en relación a una dialéctica del goce. Dialéctica que responde a la orden, el mandato.
Y su pivote con el discurso universitario que toma como lugar de dominancia, la función del saber en el axioma: "Adelante, continua a saber, a saber, siempre más".
Entonces, ahora sí, del rodeo a la cuestión central: "el caso".
Tomaré el recorte de algunas entrevistas iniciales con B, adolescente de sexo femenino, entre 17 y 18 años, que ingresa por una dependencia judicial a una institución de minoridad, en Argentina.
Tal como diría Freud, "en estos sujetos no se halla constituida la situación exigida por el análisis, única para su desarrollo y eficacia, que es la propia voluntad. La situaciones que difieren de ésta son siempre más o menos desfavorables para el análisis y añaden a las dificultades del caso, otras nuevas". Bien B y otras sujetos, son de algún modo obligadas a iniciar un tratamiento y no hay demanda; es decir la demanda es del juzgado actuante, del Otro no del sujeto, problemática que no resulta indiferente, sobre todo cuando se intenta al menos desde el deseo, que algo del discurso del psicoanálisis, pase.
Hay en B una posición quejosa, reivindicativa, de mise en scène, de aparecer como víctima, supuestamente, ante las situaciones generadas con sus compañeras y cada vez que venía a la entrevista, lo hacía para hablar de otras.
Posee un aspecto masculino, un cierto abandono en el arreglo. Ha terminado ya el ciclo secundario y presenta un particular interés por la literatura y la música.
Uno de esos días en que viene a quejarse, hablando de otras le respondo: "- Sí, sí, que fulanita, que menganita...bla...bla...bla.
B: "Y yo me quedo con la boca cerrada".
Analista: "Efectivamente".
Por un tiempo, dado su discurso acerca de un no compromiso, decido no verla.
Un día se acerca al consultorio y me comunica que ésta vez necesita hablar. Cuando le concedo la entrevista dice: "Hace tiempo vengo pensando en lo que me dijiste la última vez. ¿No se por qué? Es como un enigma, tengo la sensación de que algo tambaleó en mi. Siento que hasta ahora no había hablado, siento además que sólo puedo hablar con vos. Vos sabes escucharme; aquí adentro no siempre la escuchan a una".
(Aquí comienza a enunciar, denunciar lo que podría estar en relación a la verdad del discurso del amo, participa de una verdad respecto a cómo son las cosas)
B: "Acá te gritan, te exigen que cumplas con todo, te tratan de "mamita", "tesorito", amablemente, cuando hay alguien del juzgado o del consejo. Entonces, en esos momentos esta todo bien, después sos una mierda. No podes trabajar, porque el juez dice no, no podes lavarte la cabeza fuera de horario, no podes llegar tarde porque te castigan..."
Analista: "Bueno,... te escucho."
B: ( Con carga afectiva en relación al odio) "Estoy aquí porque hice una denuncia para vengarme de mi padre, ante un juez de menores."
"Lo tenía todo preparado hacía ya un mes. Fui sola a hacer la denuncia. Mi padre es muy severo, me pegó una cachetada, no quería que estudiara, no quería que fuera fanática del club de admiradoras de los Guns and roses. No me dejo ir al concierto a verlos, argumentando cuestiones de droga y alcohol.
No soy drogadicta, ni alcohólica, soy virgen.
Bueno ahora con esto, a ver si se pone las pilas" (No hay un dejo de culpabilidad en lo que dice).
Analista: "¿Quién?"
B: "Y quién va a ser, ¡Mi viejo!".
En otra entrevista refiere que se había equivocado con esto, que estaba dispuesta a cambiar su actitud. Cuando la interrogo acerca de qué actitudes estaba dispuesta a cambiar responde: "Hace dos años me empezó a ir mal en todo. En el colegio, donde fui la líder de un amotinamiento contra una profesora, en el cuerpo, padecí de anorexia, amenorrea, y otros síntomas para llamar la atención y finalmente en el club de fans.
Entable una relación con una señora de cuarenta años. Yo le hacía regalos, boludeces. Nunca pasó nada entre nosotras, pero la amaba, me gustó empezar a salir con ella, conversar, ir abrazadas por la calle...
Un día pasé con ella del brazo por la agencia de remises, donde trabaja mi papá. Jamás me voy a olvidar de la mirada de mi padre. No le puedo sacar los ojos de encima.
Iba del brazo de ella, vi a mi padre, me desmayé.
Esa noche ante la posible propuesta de ésta mujer de terminar con la relación y lo sucedido, decidí a la mañana siguiente realizar la denuncia".
Analista: "¿Y qué más pasó en ese tiempo?"
B: "Nació Celeste, mi hermana menor. Celeste para mí, no es mi hermana, es mi hija. Yo la amo como a una hija. Es lo más importante."
Analista: "¿Cómo a una hija?, pero es tu hermana"
B: "Sí es mi hermana, pero es como mi hija"
Analista: " Bueno de ser tu hija...entonces... tu padre es..."(Corte de la sesión)
Hay algunas coordenadas, casi como una generalidad que coinciden con el caso de la joven homosexual de Freud. La severidad del padre, el nacimiento de la hermana, como punto importante en cuanto ella para evitar la rivalidad con la madre, se identifica al padre, dejando de ésta manera libre a la madre que por demás es joven y reavivando el amor hacia ella.
Digo esto en líneas generales ya que lo más interesante del caso y a su vez lo más problemático, tiene que ver con lo que podríamos llamar la ofensa.
¿Cuál es el estatuto de la ofensa?
Hacer una denuncia para vengarse del padre. La joven homosexual se venga del padre y lo engaña en la cuestión del amor cortés hacia la dama. El sacrificio del hombre por la mujer amada, la virilidad. Sin embargo aquí, en este caso, uno podría preguntar: ¿Por qué la denuncia al padre, si no le puede sacar los ojos de encima? Es decir hay una contradicción. Además es una denuncia por venganza, en el sentido en que no se trata que por el nacimiento de su hermana, aparece una frustración que la anoticie del amor al padre, que la inunda; mejor dicho hay en ella un mecanismo que se genera a partir del rechazo del padre, se venga de él, no como frustración sino como injuria.
Cuando digo injuria me refiero al despecho del sujeto como mostración de algo. Es decir demuestra que puede ir más allá del padre.
¿Qué es lo que hace que un sujeto quiera ir más allá del padre?.
Una instancia más allá del padre, que toma para denunciar su debilidad, en el punto de decir: "Yo se que tu severidad se cae". (Este es tu tendón de Aquiles y yo me voy a servir de eso para vengarme).
Es en relación al despecho que ella se muestra como una huelguista. Huelguista de hambre, del estudio (no vamos a la escuela, armamos un motín). Esta sed de venganza se sitúa como un envés del sacrificio.
Puede verse que no se trata como Antígona, de salvar al padre en ésta cuestión. Antígona se inmola en el sacrificio del sin piedad y sin temor, para velar por el entierro de los restos de su hermano. En cambio, en B, se trata de remarcar el sentido de la venganza. Reclamar por ésta última, se sitúa en un borde que linda con la perversión, con lo sádico. Reducir al padre al objeto "a", lo cual indica que no está el padre en su función sino que lo humilla, lo reduce a un semejante.
Entonces, ¿se trata de una homosexualidad neurótica?.
En este punto Gerard Pommier señala que de las homosexualidades femeninas sólo una puede tomar su paso a la femineidad, aquella donde el punto pivote es el padre.
La denuncia en B, puede tener que ver con una posición querellante de la histérica, pero la ofensa tiene otro estatuto. En el sentido de la crueldad, la crueldad femenina que linda con la perversidad, con la locura. La crueldad como pasión. Esto que Dolmancé, el personaje de la "Filosofía en el tocador", señala como las tres pasiones, los tres gustos del libertino: sodomía, fantasía sacrílega y pasión cruel. Crueldad como sinónimo de desalmada, feroz, aquello que Sade ubica del lado de lo femenino.
¿Qué fundamento tiene toda ésta farsa?
Esta relación con la escena, en el caso que Freud nos presenta puede leerse claramente gracias a Lacan, en términos del pasaje al acto que el intento de suicidio como caída revela, con la posterior conmoción respecto a la estructura de ficción de la verdad. Freud queda conmocionado por la verdad dirá Lacan, y la deja caer, derivando a la joven a una analista mujer. Además lo que conmociona a Freud es también que la joven homosexual le desliza, a manera de las plumas de un pato en el agua, un engaño complicado. Mi hipótesis es en este caso, el de B, que se trata de un caso complicado, que presenta una versión de la histeria en relación a la posición feminista, en el sentido de la parada, lo erguido, la machita. Y que ésta supuesta confianza a la que alude B, a la posibilidad de que la escuche, desliza cuestiones complicadas para considerar el caso, como caso analizable.
El estatuto de la ofensa puede leerse como un vel entre lo que sería del orden del acting out (perverso, necesidad sádica, cruel de humillar al padre, de reducirlo a un objeto. El sádico busca la angustia del otro, busca hacerse aparecer como fetiche negro) y de un pasaje al acto, donde a través de la denuncia, juicio de una hija a un padre (por severidad), queda ella reducida a un fuera del lazo, a una caída de la escena familiar, fuera de la escena de donde un sujeto está historizado.