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Número 4 - Agosto 2001
Acerca del matiz objetivo en
"El sufrimiento de los niños"
Pablo Peusner

 

Posición del problema

En principio es preciso ubicar "El sufrimiento de los niños" en su matiz objetivo, es decir aquél donde el niño opera como agente del sufrimiento para Otro. Se trata de una de las dos posibilidades que el supuesto de "El sufrimiento de los niños" abre, en tanto permite establecer al niño como objeto del sufrimiento o como agente – en este segundo caso, haciendo sufrir a Otro. 1

Lo imposible de la educación.

A partir del matiz objetivo se propuso en el texto una primera posición: aquélla desde la cual el niño encarna lo imposible de ser educado por el Otro - haciéndose un recorrido por el concepto de "educación" en la obra de Freud, situando el punto respecto del cual algo del orden de lo pulsional es ineducable. Incluso se propuso la escritura de un pequeño gráfico que plasma la articulación sincrónica entre la estructura del Otro (A) y la cantidad (Q); articulación donde algo es susceptible de ser educado, dejando un resto imposible al campo del Otro –resto que había sido escrito como "a": aquéllo que escapa a la tarea de la educación y que funciona como causa del sufrimiento para el Otro.

Tal situación se presenta en la particularidad de la clínica bajo la forma de la impotencia del Otro para ejercer la educación. Es decir que no se juega como un punto de imposibilidad en la estructura; sino que en la versión neurótica se presenta como una función que no se puede realizar –de allí la impotencia.

La pareja parental se identifica con la impotencia ante la aparición de las manifestaciones neuróticas en los niños - puesto que el concepto de la sexualidad infantil se ha extendido en gran medida, existen cierto número de manifestaciones propias de los niños susceptibles de ser entendidas como manifestaciones de la neurosis infantil. Es éste el punto en el cual el Otro produce su respuesta fantasmática en términos de impotencia.

Y la respuesta consiste en la reducción de un modo lógico a una posición subjetiva: una función imposible (la Educación) queda reducida (fantasma neurótico mediante) a una posición subjetiva. La impotencia no es un modo lógico y por ello siempre remite a un modo de retorno en el nivel del sujeto. Así, el no-poder-educar-al-niño es una nueva versión de la "escena de seducción", en tanto y en cuanto no hay ningún motivo para suponer en el Otro al responsable de (lo imposible de) educar –y que nosotros, en nuestra álgebra, escribimos con la letra "a".

La reducción de un modo lógico a una posición subjetiva debe entenderse como un indicador clínico, ante el cual es necesario abrir la pregunta de si el analista debe tomar el relevo de esa impotencia parental - que en realidad es imposibilidad

 

La inconsistencia del saber

Ahora bien, lo imposible de la educación no agota la fenomenología bajo la que se presenta el matiz objetivo de "El sufrimiento de los niños". Es posible introducir una segunda posición afirmando que el niño trabaja activamente para producir un no-saber en el Otro. Que el niño "trabaja activamente" quiere decir que produce una "Organización" - en el sentido que el concepto de "organización" toma en la obra de Freud como Organización Genital Infantil.

Freud hizo coincidir a la Organización con la tarea de la Investigación, asignándole a ésta un carácter eminentemente pulsional y haciéndola pasar por un momento estructural de recurso al Otro.

"(...) tarde o temprano emprenderá el camino más próximo y demandará una respuesta a sus padres o a las personas encargadas de su crianza, que para él significan la fuente del saber"2

Sin embargo, Freud declara que este camino fracasa inevitablemente. Podemos afirmar que "es necesario que fracase" y situar tal necesidad como un hecho de estructura. El Otro no está en condiciones de dar una respuesta que satisfaga la demanda pulsional que motoriza la Investigación Sexual Infantil. Las personas que, según Freud, significan la fuente del saber para el niño, sólo disponen de algunos conocimientos sobre las temáticas por las que son interrogados. La muerte y la sexualidad –escritos por separado y con minúscula- permiten al ser hablante múltiples referencias y asociaciones. El significante "Muerte y Sexualidad" –escrito con comillas y mayúsculas- es uno de los nombres del agujero en la estructura simbólica.3

Es por ello que " Organizar" se puede explicar como un modo de causar una sustracción de saber en el Otro –para lo cual es necesario ubicar al niño en el lugar del objeto causa de la barradura del Otro en tanto lo obliga a confrontarse con el significante "Muerte y sexualidad"- nombre de la falta en el Otro que admite ser escrito en el grafo lacaniano. Y la única respuesta que éste puede ofrecerle al niño ante la pregunta por "Muerte y sexualidad" es su propia castración, su propia no-disposición de tal significante, que lo deja ante el agujero en su propio saber –posición estructural que Freud nombra "primer engaño"4.

Se podría escribir un nuevo modo de entender "El sufrimiento de los niños" entre el vector que va desde el goce al "significante de la falta en el Otro" [en el grafo del deseo propuesto por Lacan] y que consiste en enfrentar al Otro con una cierta no-disposición de saber respecto del significante "Muerte y Sexualidad" –si bien esta no-disposición no lo inhibe de responder a las "temáticas" de Investigación Sexual Infantil: de dónde vienen los niños5, es decir, la contingencia en el ser y el origen de la vida; y la pregunta por el falo que despliega el enigma de la diferencia entre los sexos

Resulta interesante que este segundo modo (el vaciamiento a nivel del saber) se articule al primero (la educación). Aquí se manifiesta, como en el caso anterior, bajo la impotencia de dar una respuesta satisfactoria a las preguntas –y debe aclararse que la situación no se modifica si la respuesta se corresponde con "la verdad" . Toda respuesta transmite la barradura en tanto no se dispone del significante que cubra el agujero que hay en el Otro respecto de "Muerte y sexualidad".

En esta vertiente ya no se trata de la impotencia de educar, sino que se trata más bien de la inconsistencia del saber encarnada por el Otro, en tanto y en cuanto no dispone del saber que recubre el significante "Muerte y sexualidad".

El sufrimiento narcisista.

Afirmamos la preexistencia del discurso del Otro y la consideraremos en su doble valor lógico y cronológico. Es cierto que un texto precede la aparición del nuevo cuerpo en lo real. Por ello el carácter primero de este texto admite ser situado en la línea del tiempo, en tanto existe antes del nacimiento del niño.

Discurso del Otro --------- nuevo cuerpo

¿Qué estatuto darle a este texto que precede la irrupción de un nuevo real? Podemos considerarlo, con Freud...

"...como renacimiento y reproducción del narcisismo propio, ha mucho abandonado" 6

... y también...

"...sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio ideal" 7

Vale decir: el texto compuesto por el Otro y que preexiste la aparición del nuevo real (real que en nuestra enseñanza oral no tememos llamar "cacho de carne") esconde, a la vez que actualiza, la verdad de un narcisismo resignado. Este nuevo elemento es susceptible de ser incorporado a nuestro esquema.

Discurso del Otro ------------------ nuevo cuerpo
Narcisismo resignado

Podemos dar un paso más en nuestra reflexión e introducir el matiz objetivo de "El sufrimiento de los niños". Este supuesto implica preguntarnos... ¿ cómo leer la relación inversa (la que va desde el nuevo cuerpo al discurso del Otro) en nuestro pequeño esquema?

Cuando el organismo nace, en su encuentro con la preexistencia del Otro, ese nuevo cuerpo produce la puntuación del texto que precedía su existencia –es decir, funciona como S1. Dicho texto compuesto por la esencial división ante lo irruptivo del nuevo real, las dudas y las preguntas que el Otro parental desarrolla, permite situar la lógica de la escisión como agente del discurso. Por lo tanto, la línea superior de nuestro esquema está montada sobre la estructura que Lacan nos enseñó a escribir como el "discurso de la histérica"8.

Donde el nuevo organismo puntúa la producción discursiva que los padres despliegan en el lugar del sujeto dividido - sujeto que reconoce su causa en la verdad del narcisismo perdido hace ya mucho tiempo.

Se debe considerar que el Otro es afectado. Esta afectación - y se mantiene el equívoco para hablar del efecto y del afecto- debe ser leída como la diferencia producida en el encuentro que se produce entre el nuevo organismo y el narcisismo actualizado por el discurso de la pareja parental. Es decir que el nuevo organismo inaugura cierto carácter de alteridad, respecto del texto que funcionaba actualizando la verdad de un narcisismo resignado hace tiempo.

De ahí que leamos la máxima tensión entre los términos implicados en el discurso de que se trata: el narcisismo resignado reconoce una máxima diferencia con el nuevo cuerpo.

La hipótesis es que siempre hay diferencia, y que esta diferencia es la que produce "el sufrimiento" –según el matiz objetivo puntualizado.

Es sobre este matiz del sufrimiento como producción que se recompone algo de la subjetividad parental, cerrando la hiancia manifestada en el texto con un saber: el saber del sufrimiento. No se trata aquí de asimilar rápidamente el sufrimiento al dolor, sino más bien suponer un valor estructural-necesario en tal posición parental para abrir la hipótesis de su manifestación afectiva bajo el modo de un binario. Este binario, intenta reducir el modelo posible de subjetivación de este encuentro a tan sólo dos posibilidades: la sobrestimación o lo siniestro.

***

Freud sitúa en el texto del Narcisismo cierta configuración que va a llamar "la actitud de los padres tiernos hacia sus hijos" gobernada por un vínculo afectivo que es la sobreestimación. Y que Freud la ve de una manera muy particular, dice que

"...habremos de discernirla como renacimiento y reproducción del narcisismo propio, ha mucho abandonado". 9

Es decir que allí donde la pareja parental puede relacionarse con el nuevo organismo bajo el modo de la sobreestimación, de lo que se trata es de una actualización narcisista. Según Freud, tal actualización narcisista es absolutamente extrema. Es tan extrema, que coloca al niño en cierto lugar calificado como el de ¨his majesty the baby¨, lugar resistente a la enfermedad, a la muerte, a la renuncia al goce y a la restricción de la voluntad propia.

En este sentido el niño debe cumplir los sueños irrealizados de sus padres. Ellos quieren que su hijo sea una maldición sobre el mundo10, que sea lo no-idéntico a ellos; a diferencia del mandato de la biología, donde el programa genético empuja a producir la réplica. Esta diferencia es indicada por Freud...

"El niño debe tener mejor suerte que sus padres" 11

Esta frase resume la posición de la sobrestimación, diciendo que este conmovedor amor parental no es otra cosa que el narcisismo revivido de padres transmutado en amor de objeto.

La sobreestimación produce una sustitución sencilla, consistente en ver al objeto (que escribimos "a") recubierto por una imagen ideal, de una completud y perfección tal que sólo se puede entender vehiculizada por el Narcisismo.

i( a )
a

Ésta es la formula del amor freudiano, es decir, recubrir el objeto de una imagen que lo totalice. Es decir no hay un carácter de alteridad tan marcado en la sobrestimación, puesto que, narcisísticamente, en el eje imaginario, pueden producirse un juego de miradas y espejos tal que la fantasía permita sentir al niño como una prolongación del cuerpo del Otro.

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El otro afecto es lo siniestro (Das Unheimliche)12.

Freud va a tomar este concepto inicialmente como materia significante para realizar sobre él un trabajo filológico. Lo siniestro es en realidad una palabra negada: Un es en alemán un prefijo de negación y heimliche es la palabra afectada por tal negación.

El trabajo comienza con el rastreo de la palabra raíz –de la misma forma en que nosotros buscamos una palabra compuesta en el diccionario, y esta vía lo conduce a una serie de nueve definiciones.

La primera es "perteneciente a la casa, familiar, domestico, de confianza e intimo".

La segunda es "mantener algo clandestino, oculto, ocultarlo para que otros no sepan de ello, esconderse".

La acepción número cuatro muestra cierto desarrollo del término... "desde la noción de lo hogareño se desarrollara el concepto de lo sustraído a los ojos ajenos, lo oculto, lo secreto".

En la novena definición dice "...del significado de lo escondido y peligroso que se destaca en las últimas definiciones se desarrolla todavía más de suerte que Heimliche cobre el sentido que suele asignarse a Unheimliche..." - es decir que esta palabra finalmente termina significando lo contrario de lo quería decir en un principio. Freud indica que Heimliche es una palabra que ha desarrollado su significado siguiendo una ambivalencia hasta coincidir, al fin, con su opuesto.

En este sentido, lo siniestro, lo Unheimliche es algo que no es nuevo o ajeno - porque es algo familiar- pero a su vez es algo "otro". En lo siniestro se mezclan estos dos valores: lo más familiar y lo más ajeno a la vez – y este segundo valor, por extensión, remite a lo más oculto y lo más tenebroso.

Si "lo siniestro" remite a lo más íntimo del sujeto, a la vez que presenta un matiz de ajenidad, de exterioridad - si tuviéramos que ubicarlo en el espacio- no dudaríamos en calificarlo de "éxtimo".

Se trata de algo familiar para nuestra vida anímica, enajenado de ella por represión, - y Freud va a afirmar que aquello que representa a la represión en el nivel filológico es el prefijo Un.

En este sentido, un niño puede ser para sus padres lo más familiar y lo más ajeno a la vez. En Introducción del Narcisismo Freud plantea que una madre puede catectizar a su niño con pleno amor de objeto - si se fuerza la idea de que un niño es un "cacho de carne que ha salido de otro cacho de carne" no es tan difícil comprender este carácter de lo familiar y extraño a la vez; carácter que encarna el niño en tanto uno puede allí reconocerse a la vez que encontrarse con un "otro" (un extraño).

"<para las mujeres> en el hijo que dan a luz se les enfrenta una parte de su cuerpo propio como un objeto extraño al que ahora pueden brindar, desde el narcisismo, el pleno amor de objeto" 13

En este sentido se podría pensar que ese objeto presentificado como un niño es susceptible de ser informado con una imagen ideal mediante la sobrestimación; a la vez que es susceptible de producir la división a nivel del Otro, puesto que, permite el reconocimiento a la vez que hace sentir la ajenidad.

Ésto es manifiestamente mucho más fácil de observar en cuadros con patología orgánica muy severa. Allí la dimensión de lo siniestro se hace notar en el punto donde es difícil para los padres reconocerse en ese cacho de carne.

Winnicott ha adelantado en el tiempo esta posición al considerar los avatares de la relación entre la madre y el feto. En un texto de 1960 afirma:

"...si la capacidad biológica de la madre para producir un bebé vivo real y total se representa con un 100%, se podrá describir con un porcentaje aproximado su capacidad psicológica. Con esto quiero decir que ninguna madre es ciento por ciento capaz de producir en su fantasía un niño vivo total. Algunas, incluso, apenas tienen un 50% de esta capacidad; y es dable imaginar su confusión cuando se ven ante un bebé que, según les dicen, ellas han traído al mundo, y en lo cual, sin embargo, no creen totalmente." 14

Para seguir con las proporciones matemáticas que Winnicott incorpora, podemos decir que la diferencia entre la capacidad del 100% de producir un bebé completo y normal en lo biológico, y la capacidad psicológica de fantasearlo –que es menor al porcentaje indicado- representa la función de lo siniestro que intentábamos ubicar anteriormente.

***

No se trata de entender la relación de la pareja parental el niño como establecida de una vez y para siempre por alguno de los términos del binario propuesto. Más bien proponemos la existencia de una amplia gama que hemos reducido con ambos afectos: es probable que ante determinada manifestación o posición del niño el Otro quede afectado por uno u otro de los componentes del binario, pero consideramos tal afectación como no definitiva –en este sentido, sólo la clínica podría brindar pruebas.

Al proponer un binario, debe entenderse la mutua exclusión de los términos. Por lo tanto si está presente el afecto siniestro no hay sobreestimación, y si está presente la sobreestimación no hay efecto siniestro. Se entiende que se excluyen en el punto en el cual el analista está interrogando al fenómeno.

Notas

1 Pablo Peusner "El sufrimiento de los niños" JVE - Editores (1999) Especialmente el Cap.I

2 S.Freud. "Sobre las teorías sexuales infantiles" en AE.IX pag.190

3 Hemos desplegado esta temática sobre el significante de "Muerte y Sexualidad" en la clase del 23 de Agosto de 1999 titulada "El desencadenamiento de la niñez" que forma parte de esta publicación.

4 Esta denominación aparece en el texto "Sobre las teorías sexuales infantiles" en AE.IX pag.191

5 La pregunta por el origen de la vida debe entenderse como formando una "serie complementaria" con el "retorno a lo inorgánico" propuesto por Freud con ocasión del "Más allá del principio del placer"; en tanto la puesta en funcionamiento del devenir vital entendido como deseo, hace serie con el inicio del retorno a lo inorgánico propio del goce aislado en la pulsión de muerte.

6 S.Freud "Introducción al narcisismo" en AE.XIV pag.87

7 Ibid. pag. 91

8 J.Lacan "Seminario XVII: El envés del psicoanálisis" Clase I – pag.12 – Ed. Paidós.-

9 S.Freud "Introducción al narcisismo" en AE.XIV pag. 87

10 " El fondo del deseo de un niño es simplemente esto que nadie dice: que sea como no uno, que sea mi maldición sobre el mundo" J.Lacan en el Sem.IX "La identificación" [clase del 28/3/62 – inédito]

11 S.Freud "Introducción al narcisismo" op.cit. pag. 88

12 Todo este apartado se apoya en las conceptualizaciones que S.Freud realizara en su texto "Lo siniestro" de 1919 en AE.XVII.

13 S.Freud "Introducción al narcisismo" op.cit. pag. 86

14 Winnicott, D.W. "Nota sobre la relación entre la madre y el feto" (circa 1960) en Exploraciones psicoanalíticas I – pag.197 – Ed. Paidós.

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