La virtualidad del mundo de la web, no nos preserva de la contundente realidad del mundo real que nos toca vivir. Si bien, quienes tienen acceso a esta revista no viven necesariamente en un mismo lugar ni un mismo continente, creo que en un alto porcentaje pertenecemos a países atravesados por los efectos de economías salvajes con altísimo impacto en lo social merced a la mala distribución de las riquezas. - Solo por poner unos pocos ejemplos -México, Brasil, Uruguay, especialmente la Argentina padecen secuelas de un empobrecimiento espiritual, social y económico y de un saqueo sistemático y delincuente, potenciado por políticas que parecen seguir direcciones contrarias al bienestar de la gente.
Una pregunta frente a esta realidad: ¿Qué puede hacer el psicoanálisis frente a esta devastada realidad? La respuesta a este interrogante tiene dos posibles direcciones: La primera, teñida de desazón y resignación nos haría pensar que frente a los efectos del hambre, la perversión estatal, la falta de trabajo y justicia, hechas carne en los pequeños sujetos sufrientes que diariamente atendemos, nada podría hacer un psicoanalista abrumado y atiborrado de información teórica supuestamente inútil. La segunda, sería tomar esa pregunta seriamente y repensar y si es necesario, reformular - las herramientas que un psicoanalista posee: La ética, la posición en la escucha y la capacidad de preguntar y preguntarse. Mi paso por un hospital público me enseñó a defender esta segunda opción. Creo, además que no hay una herramienta más profunda que el psicoanálisis, ni una teoría mejor que explique la subjetividad - incluso en momentos de crisis - para, justamente, intentar respuestas para estas difíciles encrucijadas que impactan tanto en lo macro social, como en la cotidiana realidad de los consultorios privados u hospitalarios y de las instituciones.
Pienso que es un deber para el psicoanálisis preguntarse cómo ayudar en tiempos duros y qué conclusiones clínicas, teóricas y técnicas se pueden elaborar a partir de este análisis. Los grandes maestros del psicoanálisis lo han hecho: Al mismo Freud le toco vivir los terribles tiempos de un flagelo mayor para la humanidad: la primer guerra mundial. Esto no solo no lo paralizó como psicoanalista, sino que de la investigación de las neurosis traumáticas, pudo extraer y formalizar, con gran rigurosidad teórica el concepto de compulsión a la repetición y por ello se vio en la necesidad de reconstruir el edificio teórico del psicoanálisis, comandado hasta entonces por la égida del principio de placer, debiendo pensar un más allá impensable años atrás. Este es todo un ejemplo a seguir para las nuevas generaciones de psicoanalistas que queremos mantener la antorcha encendida. O nos dedicamos a repetir pontífica y religiosamente la teoría permitiendo que el psicoanálisis se transforme en letra muerta, o basándonos en lo que la teoría nos ha enseñado hasta ahora, ponemos nuestras herramientas al servicio de repensar y reformular los problemas que el avance de la humanidad nos pone delante. Abogo por lo segundo y creo que los artículos agrupados en esta sección apuntan en dicha dirección, atravesados por la esencia del descubrimiento freudiano: la capacidad de interrogarse por lo ininterrogable, lo que parece instituido e incuestionable, analizando e imaginando un psicoanálisis posible en tiempos difíciles.
Diego Soubiate