El psicoanálisis de niños nació enmarcado en una polémica que no solo dirimía las diferencias en cuanto a los alcances del análisis de un niño, los recursos simbólicos con que éste cuenta para llevar adelante su análisis, el lugar que en él ocupan el juego, el dibujo o la palabra, las posibilidades del niño de establecer una transferencia específica con el analista, el lugar de los padres, -y podríamos continuar la enumeración de las cuestiones en debate- sino que en realidad llevó las cosas al punto de discutir acerca de si el análisis con un niño era o no posible.
Es un hecho de experiencia que, un analista que se dedica a esta práctica, se encuentra confrontado, no pocas veces, en ese mismo lugar de interrogación radical. Siendo que el psicoanálisis fuera inventado por Freud para alojar el discurso de la histeria ¿hasta qué punto el trabajo con un niño, y sobre todo un niño pequeño se encuentra dentro de los límites de nuestro campo?
En esta oportunidad me interesa abordar el tema desde la perspectiva de la repetición en la medida en que considero que los desarrollos y articulaciones que Lacan conceptualiza al respecto en la Lógica del fantasma permiten reformular algunos problemas que, sin este abordaje, encuentran soluciones falaces.
Es así que, de la polémica a la que nos referíamos de inicio, aquella entablada entre Melanie Klein y Anna Freud y de la que da testimonio escrito la primera en su artículo de l927 con postscriptum de l947, "Simposium sobre análisis infantil" seleccionaremos aquellos puntos que sean articulables, explícita o implicitamente, a la cuestión de la repetición.
Este no parece ser un concepto caro a Melanie Klein. En el trabajo mencionado el término repetición aparece sólo dos veces, una, cuando se defiende de las críticas que le hace Anna Freud en relación a sus interpretaciones simbólicas, Klein asevera que sólo interpreta "suponiendo que un niño exprese el mismo material psíquico en numerosas repeticiones", la otra, cuando a propósito del caso Erna dice: "Lo que en gran parte se encontraba debajo de su falta de freno era angustia y también la necesidad de castigo que la impelía a repetir su comportamiento."
"Recuerdo, repetición y elaboración" y "Más alla del principio del placer" son textos que están implícitos en estas consideraciones pero el concepto no se ofrece a ser interrogado, cuestionado o trabajado con alguna minuciosidad. No siendo el caso para otros que sustentarán su doctrina, como complejo de Edipo temprano, superyó, angustia, sentimiento de culpa, esta falta de desarrollo en lo concerniente al concepto de repetición merece ser subrayada. Son los inicios de la conceptualización kleiniana. Aún no está elaborada su teoría estructural de las posiciones , la esquizo-paranoide y la depresiva, implicando cada una de ellas, una relación de objeto, una ansiedad y defensas específicas que se organizarán en fantasías inconcientes concebidas como expresión mental de los instintos. Fantasías que, como explicita Susan Isaacs al comienzo de su artículo de l943 "Naturaleza y función de la fantasía", están en actividad desde el nacimiento y según el principio de la continuidad genética se corresponden con cada aspecto del desarrrollo mental no menos que del físico.
Esta teoría, si bien, como decíamos, no está aun desarrollada, se encuentra en germen en ese artículo de l927 y la concepción del psiquismo que ella supone ya puede leerse en la mayor parte de los abordajes que hace Klein en este trabajo de los problemas clínicos y teóricos. Una concepción de la fantasía como expresión mental del instinto sumada a una idea innatista de la pulsión (el cuantum de pulsión agresiva con que el niño es dotado) más la idea de que "los instintos son buscadores de objeto" y de que "para cada impulso instintivo hay una fantasía inconciente" como leemos en Hanna Segal y el círculo está cerrado. Es así que lo que se repite va de suyo: son estas constelaciones o complejos psíquicos organizados en fantasías lo que es dado a la repetición.
Tal vez donde mejor podamos leer el uso que Klein hace del concepto de repetición es cuando ésta contesta a Anna Freud acerca de su objeción respecto de la posibilidad del niño de establecer una neurosis de transferencia. Dice Klein: "Anna Freud describe algunas diferencias esenciales entre la situación transferencial en los adultos y en los niños. Llega a la conclusión de que en éstos puede haber una transferencia satisfactoria, pero que no se produce una neurosis de transferencia. En apoyo de esta declaración aduce el siguiente argumento teórico. Los niños, dice, no están capacitados como los adultos para comenzar una nueva edición de sus relaciones de amor, porque sus objetos de amor originales, los padres, todavía existen como objetos en la realidad. Para responder a esta afirmación, que me parece incorrecta, debería entrar en una detallada discusión sobre la estructura del superyó en los niños. Pero como esto está expuesto en un pasaje posterior, me contentaré aquí con unos pocos enunciados que están apoyados por mi exposición siguiente. El análisis de niños muy pequeños me ha mostrado que incluso un niño de tres años ha dejado atrás la parte más importante del desarrollo de su complejo de Edipo. Por consiguiente está ya muy alejado, por la represión y los sentimientos de culpa, de los objetos que originalmente deseaba. Sus relaciones con ellos sufrieron distorsiones y transformaciones por lo que los objetos amorosos actuales son ahora imagos de los objetos originales."
Melanie Klein hace recaer la repetición en la relación al objeto siendo los objetos originales y su relación a ellos lo que encuentra ocasión de repetición en las relaciones amorosas actuales, incluida la transferencia. El objeto se encuentra con la pulsión y este encuentro se expresa en una fantasía inconsciente (complejo de Edipo) repitiéndose las relaciones originarias pero desplazadas y transformadas en relaciones actuales. No obstante, y para no ser injustos, importa señalar que Klein es agudísima al centrar su diferencia con A. Freud centrándose en lo atinente al superyó en los niños. Aunque su teoría no le permita sacar todas las consecuencias del caso podemos leer el valor de corte otorgado al superyó.
Toda teoría psicoanalítica supone una concepciòn concerniente a las relaciones del pensamiento con lo real. La lógica implícita en el pensamiento kleiniano se funda en un esquema de adaptación y el innatismo de la pulsión tal vez es el punto más crucial donde se da cuenta de que se concibe un saber recubriendo totalmente lo real en una dialéctica mundo interno-mundo externo que se recubren recíprocamente. Otro será el ordenamiento cuando se trate del real donde se ejerce ya todo el poder del lenguaje. Y cito a Lacan "ese real, que, pensamos, es el justo y buen orden de toda eficacia del pensamiento que debe imponerse a él (al pensamiento)." Una inadecuación radical que privilegia una inarmonía no reparable dará lugar a una tópica y una clínica diferentes.
Enmarcada en la lógica del significante y en una teoría del acto Lacan logiciza la repetición considerándola como aquella operación que instaura los otros elementos de la estructura. La repetición funda un campo específicamente analítico en tanto repetición de la pulsión que, no consiste en un simple retorno sino más radicalmente en un pensamiento de retorno, configurándose como pensamientos de repetición forzada que se constituyen en principio rector del campo subjetivo. Esta diferencia me parece que instaura por sí misma un corte radical entre el psicoanálisis y cualquier abordaje de tipo psicológico y supone una ética de lectura de nuestra clínica que hace estallar toda normativa psicopatológica en tanto que desde la lógica de la repetición se funda un nuevo estatuto de sujeto.
En el Seminario II Lacan ha leído ya esta estructura de la repetición que inaugura la dimensión de lo simbólico en el Proyecto (de l895) como aquella tendencia del aparato que Freud fundara en el sentido de recorrer los mismos caminos de facilitación. Insistencia en el sentido del rehallazgo del objeto que encuentra un orden de satisfacción en esta insistencia misma.
Más tarde y afinando la teorización con otros recursos lógicos y matemáticos impondrá al cogito cartesiano las leyes de De Morgan de modo tal que la negación de la conjunción sea equivalente a la disyunción de los dos enunciados negados lo que da la forma de la alienación en términos de "O no pienso o no soy" en una elección forzada en tanto se trata de una disyunción exclusiva. Es el punto de partida de un enorme esfuerzo de demostración de la articulación/disyunción entre las dos tópicas freudianas: el Ello y el inconsciente que dará lugar a demostrar la articulación/disyunción: pulsión/significante; cuerpo/palabra; pensar/ser.
Esta operación alienación se modulará en otras: la repetición, la transferencia, la operación verdad o castración según una trama de relaciones que configurarán un semigrupo de Klein. Semigrupo en tanto en psicoanálisis es imposible operar con elemento neutro (0) dado que toda operación deja, por su solo efecto, un resto ineliminable lo que implica que, en nuestro campo, no se aplica el que una operación y su inversa dé como resultado el retorno al punto de partida, pudiendo considerarse como cero el efecto de la operación. El retorno de lo reprimido como operación inversa a la represión no la suprime ni la deja sin efecto.
Los límites que nos impusimos para este trabajo nos constriñen a ocuparnos de un aspecto parcial de toda esta operatoria: la repetición, operación primera que Lacan ubica como aquella que fuerza la elección en el sentido del "no pienso", lugar del Ello en virtud del cual el Je se aliena en un piensa cosas yendo al lugar del "no soy" positivizándose bajo la forma de un "soy Ello", soy objeto. Lo que impone al Je el deber de alojarse en esta lógica, la lógica del Ello, la lógica de la gramática pulsional.
Los pensamientos de repetición son de otro dominio que el de la memoria en tanto suponen la ley constituyente del sujeto mismo. No se trata ya del principio del placer ajustado a una exigencia homeostática de mantenimiento de la menor tensión sino que la repetición es del rasgo unario como puro valor significante. Más aún, es la repetición misma la que instaura el rasgo como aquello a repetir lo que quiere decir que no es que hay una situación primera marcada de un signo a repetir sino que , por el contrario, es por el efecto del repitiente de lo que era a repetir que la situación primera deviene lo repetido. Condición topológica del rizarse, esto puede leerse ya en el caso Emma de la parte psicopatológica del Proyecto donde Freud ejemplifica cómo sólo desde el segundo tiempo de la sexualidad adquiere eficacia el primero, siendo demostración de la necesidad del dos para fundar el uno. Temporalidad de retorno y topología del doble rizo implican la pérdida radical del origen así como la delimitación de una pérdida y una falta en el origen ya que identidad y diferencia no son datos iniciales sino que se instauran a partir del rasgo. La repetición, entonces, instaura el rasgo, la represión, el sujeto, también el objeto como perdido. En esta lógica la repetición ocupa el lugar fundante que ocupara la represión primaria en la primera tópica freudiana.
Esta topología de la repetición con el modelo del doble bucle, a Lacan le permite, una vez desplegado el rizo en una recta en la que diferencia tres segmentos, ilustrar la relación entre a y A y diferenciar el lugar del Uno unificante del lugar del Uno contable instaurado por la repetición. Este modelo permitirá logicizar diferentes duplas con que habitualmente se trabaja en psicoanálisis: la dupla niño/madre, la dupla hombre/mujer, así como analizante/analista.
Este rasgo que se repite como Uno contable Lacan lo diferencia del Uno unificante del pensamiento materno que encarna al A. A no descompletado, el Uno del narcisismo se constituye sincronicamente al momento de fundación de una marca, el Uno contable que no puede sino repetirse como marca de falta (de cualquier tipo de consistencia en el origen) siendo a su vez este Uno del narcisismo efecto de la acción del significante sobre el pensamiento.
Las operaciones constituyentes de este campo propiamente psicoanalítico, articulan no solo las dos tópicas freudianas sino las dos teorías pulsionales. La pulsión de muerte no podrá hacer otra cosa que articularse en un mundo de lenguaje pasando por la estructura gramatical de la pulsión escópica (de donde se ordenará el fantasma como cuadro) en tanto la invocación de la repetición hará cita a la voz del Otro.
La repetición permite dar cuenta de la causa -exigencia en que se soporta el psicoanálisis- en la medida en que solo en función de ella podrá leerse aquello que queda marcado como ausencia, que queda delimitado como agujero. Esta exigencia especifica lo propio de una interpretación psicoanalítica dado que toda interpretación que se mantenga en el círculo de lo imaginario mostrará la insuficiencia de sostenerse en la sola relación entre aquello que se constata como efectivamente presente en el discurso. Porque la interpretación debe orientarse en el sentido de los agujeros de la Bedeutung, ahí donde el lenguaje hace defecto: en lo relativo a la relación entre los sexos, así como en lo relativo a la relación niño/madre o analizante/analista que se modularán también ordenadas por la no relación.
La pequeña Piggle parece saber algo de esto.
En una oportunidad insiste en ver al Dr. con urgencia. "Quiero ver al Dr. Winnicott mañana. Esta vez quiero decirle realmente lo que sucede." A lo que la madre comenta: "Eres afortunada si lo sabes; mucha gente lo ignora", para recibir el siguiente comentario de la niña: "No lo sé, pero a él siempre puedo decírselo."
Piggle no retrocede frente a una lógica que es como la del caldero. Siempre puede decir aquello que no sabe porque sólo al decirlo lo que no sabe quedará demarcado como agujero deviniendo en aquello que no sabía. Lógica de la repetición: es por un decir que repite que lo repetido ha quedado demarcado como lo que era a repetir, doble vuelta de la repetición en un acto en que la pequeña Piggle devendrá sujeto dividido entre lo que dice y lo que no sabía.
A este "no lo sé" lo diferenciamos en su estatuto del "no sabía" del inconsciente. Nos parece corresponder más bien a aquellas mociones que, como dice Freud en "Recordar, repetir y reelaborar" el paciente no puede "retener en un ámbito psíquico" y reclaman la operación repetición para alcanzar inscripción inconsciente.
Se da el caso de que algunos niños llegan a la consulta del analista con una sintomatología o padecimiento difusos que parecen no justificar la demanda de análisis. Entonces, ¿por qué aceptarla? Nos preguntamos si no será que, como la Piggle, siempre pueden decir, invocando el reclamo de lograr la extracción de un rasgo que haga reparo a la idea de la unidad representada por el pensamiento materno.
Aída Dinerstein