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Número 5 - Junio 2002
¿Este niño es un psicótico?
Elisabeth Milharcic

El título de este trabajo alude a una doble cuestión: ¿podemos decir de un niño que es un psicótico?, pues es complicado hablar de estructuras en los tiempos instituyentes pues si bien el simbólico apera, no concierne aún el síntoma; creo que sólo después de la pubertad podemos hablar estrictamente de estructura; por otro lado el niño que voy a presentar podría entrar más en la categoría de las oligotimias que en una psicosis más franca.-

Lacan en el Seminario II, 2 de febrero 1955 dice "En cierto modo no se sabe si es correcto emplear la misma palabra para la psicosis del niño y del adulto. En el niño y en el adulto las psicosis no están estructuradas de la misma manera. Si en el caso del niño hablo legitimamente de psicosis es porque como analistas podemos dar un paso más que los otros en la concepción de la psicosis". En la clínica, vemos que: no hay desencadenamiento, ubicar los fenómenos elementales es todo un tL. debatible, tampoco creo que podamos hablar estrictamente de forclusión del nombre del padre, y fundamentalmente y personalmente me consta, que hay algunos niños que análisis mediante se transforman en neuróticos.

No quiero dejar de resaltar que en estos casos, el yo como pronombre que da cuenta del pasaje de nombrar y mostrar, indicador de enunciación que muestra la conversión del lenguaje en discurso, de la lengua al habla; o no se constituye o es terriblemente frágil, pues el hueco que se produce en el estadío del espejo, que no es sólo reflejo de una imagen unificada, pues el espejo es un aparato de reflexión que separa lo que no se refleja, divide ideal del yo de yo ideal, articulando lo mismo y lo diferente pues se sostiene en un vacío; pero como esta separación no se produce se crea una continuidad que holofrasea y que lleva al niño a alojar un goce que no se imaginariza y en consecuencia no permite que la lengua tome cuerpo como consistencia de lo simbólico.

Los comentarios de Lacan 1 en relación a la psicosis en la infancia giran alrededor del niño ubicado como objeto en el fantasma materno; expresado claramente en la famosa carta a J. O. Aubri, donde dice: "cuando la distancia entre la identificación al ideal del yo y la parte tomada del deseo de la madre no tiene mediación (lo que asegura la función paterna) el niño queda expuesto a todas las capturas fantasmáticas. Se convierte en objeto de la madre y su única función es revelar la verdad de ese objeto".

Antes de proseguir quiero leerles también una frase de F. Dolto: "en el origen de la fragilidad primera de cualquier psicótico ¿no habrá un deseo de su padre o de su madre, de un doble ausente y desconocido cuyo papel de fetiche sufriría el hijo durante su gestación, o en los primeros meses de su nacimiento? Doble querido o doble angustioso, con frecuencia los psicóticos han sido cargados como prótesis para ausentes necesarios para el narcisismo de su padre o de su madre".

Me interesa retomar esta posición de objeto en el fantasma materno que nombra las patologías graves de la infancia con el planteo que hizo Alejandro Varela en su trabajo "En tránsito: esbozo del análisis de un niño" donde plantea una tercera posibilidad, el pensar al niño ubicado como fetiche en el costado no perverso de la renegación. Creo que tenemos una amplia tarea para repensar tanto el fetichismo como la renegación en las distintas articulaciones en la obra de Freud y de Lacan.

Alejandro Varela en su trabajo dice: "La negación de la diferencia que se interpone entre la imaginarización del objeto que forma parte de la realidad (el pene) y las coordenadas simbólicas de la Significación del Sujeto (falo). Esta respuesta que alude al problL. de la perversión es decir de la Identificación con el objeto imaginario del deseo en tanto la madre lo simboliza en el falo; esa circunstancia particular subrayada por Lacan en la Subversión del Sujeto, de la recuperación fálica donde el Sujeto se hace instrumento del Goce del Otro". Hasta aquí la cita.

En mi opinión; en relación a la identificación al objeto imaginario en tanto la madre lo simboliza en el falo, creo que es más lo real que lo imaginario lo que está en juego en estos casos y me parece muy aclaratorio lo que dice Lacan en el Seminario XVI de un Otro a otro: "El Sujeto perverso se hace instrumento del Goce del Otro por cuanto en su acto hace emerger el objeto que viene a obturar el campo; en consecuencia más que ser el objeto del Goce del Otro, el sujeto perverso en tanto instrumento suscita la emergencia del objeto quien ha de venir a colmar al Otro". Pregunto, ¿ suscitar la emergencia del objeto es lo mismo que serlo. Es decir, ¿cuál es la diferencia entre ser el objeto o ser el fetiche para la madre?. En el intento de abrir un poco más el interrogante resumiré algunos puntos planteados por Henri Rey Flaud en su libro "Como inventó Freud el fetichismo... y reinventó el psicoanálisis".

Para H. Flaud, el fetichismo es una solución astuta que consiste en jugar sus fichas en el espacio de la rep resentación sin caer bajo el peso de las reglas propias de este espacio, que es la negatividad esencial del Significante. Para ello el perverso intenta adueñarse de la negatividad misma dominando la falta, lo cual es diferente que positivarla, no es llamado a asegurar la representación sino la presencia real de la falta, monumento a la castración renegada, signo petrificado. Freud establece que en los tiempos originarios la relación del sujeto con el mundo se cumple en el ámbito de la oralidad, en un segundo tiempo es introducido en la huella que no es lo mismo que la representación (olor es signo que de-signa la presencia del objeto). Flaud plantea que la mujer con pene no es una representación (Vorstellung) sino una figuración (Darstellung).

El fetichista rechaza reconocer la diferencia de los sexos y arma una representación forzada, que al asegurar la presencia real del Significante fálico realiza ipsofacto la restauración del narcisismo de los primeros tiempos. El neurótico no se resigna a la pérdida de la Cosa e investiga toda la vida, el fetichista pone término a la investigación produciendo una representación forzada del significante de la Cosa. Para el perverso las huellas no son significantes, sin signos del objeto para sostener su presencia, el fetiche es Erzatz=sustituto del falo. Juanito cree de manera consciente en el pene de la madre, al final del proceso la situación se invierte, afirma creer en la carencia del pene pero conserva esa creencia en lo Inconsciente, represión mediante. Para el neurótico la pérdida del falo materno lo lleva a recuperarlo en los significantes del objeto que lo designan en su ausencia, el neurótico pierde la Cosa y apela a sustitutos imperfectos. El perverso pierde el objeto y recupera la Cosa. En el neurótico el "se pero aún así" afirma que sabe que no tiene pene pero "aún así" conserva una creencia inconsciente en el falo. Para el perverso el "se que" significa que renuncia al pene imaginario de la madre pero aún así recupera la Cosa. Para H. Flaud el fetiche es una representación forzada de la Cosa irrepresentable, es decir alucinación del falo, su hipótesis es que estas alucinaciones que él denomina perversas no son un retorno de lo Real sino de un Signo de lo Real.

El fetiche es la figura de un objeto indivisible por no estar constituido por una suma de atributos sino reducido a un rasgo (suciedad, olor, etc.) que es esencial, posee la sustancia o esencia del objeto, el fetiche no positiva la falta, sino que reduplica la negatividad, asegura la presencia real del objeto como ausente, no representa al falo sino que lo sustituye (erzats).

Recuerdo el relato de una madre que frente a una intervención de la analista "el es como una parte suya" contesto "sáquele el como, el es una parte mía".

Bueno hasta aquí fue un esbozo del alcance del fetichismo siguiendo las propuestas de H. Flaud; ahora voy a tomar el otro costado que es el de la RENEGACION, seguiré algunos lineamientos de otro autor, muy inquietante, Claude Rabant, de su libro "Inventar lo real" (La desestimación entre perversión y psicosis). Vemos en el título mismo que verleugnung es traducido como "desestimación", sin embargo en uno de los capítulos Rabant propone estas traducciones:

DESMENTIDA

(Démenti)

"No es verdad"

No creer, decir que no es exacto

Decir a alguien, o de alguien que no ha dicho la verdad

DESESTIMACION

(déni)

"me niego a reconocer"

Acción de negar, reusamiento de una cosa que corresponde

RENEGACION

(désaveu)

yo no lo dije

(no reconocer como propio pretender que no se ha dicho o hecho una cosa)

REPUDIACION

(répudiation)

"no lo quiero más"

(repeler, despedir)

El problL. es entonces, definir las modalidades propias de la Verleugnung, que designa modos complejos de la negación característicos de la perversión y de la psicosis.

Rabant plantea que al enfrentarse con lo Real, el sujeto es víctima de alguna irrealidad "lo que veo no es real", pero un acontecimiento como la visión de los genitales femeninos que despiertan el espanto del sujeto, es una construcción del psicoanálisis, creer que la madre tiene pene no es del orden de la existencia, es un creer a secas como se cree en el Todopoderoso, solo después este querer deriva a la cuestión de la existencia, cuando la omnipotencia es puesta en tela de juicio por el "no hay". Por eso Rabant dirá que la formula de Octave Manoni "lo sé pero aún así" no muestra a la Verleugnung, sino que ésta ya pasó y propone en su lugar "creo sin embargo en la existencia del falo; pero sé que no existe", ahora lo más fuerte es el "lo sé", acentúa así el "no te creo cuando me desengañas", el fetiche va más allá de la creencia, implica su propia certeza o evidencia. Rabant nos propone para ejemplificarlo la figura retórica de la metabola o sinominia (expresiones sinónimas para pintar la idea con más fuerza) es decir "yo aseguro, atestiguo, certifico, juro que el hecho es falso". Es un acto que afirma para negar, es un acto enérgico y continuo que a diferencia de la represión, que actúa dejando huellas, trabaja para borrarla, recae sobre la huella del acontecimiento, no sobre el significante mismo como la represión. La madre está castrada, la madre tiene pene, mantiene fuera de campo la negación y la contradicción, cada una extrae su poder, no negando a la otra sino manteniéndola fuera del campo; así lo que llamamos escisión (en el sentido del desmentido) es todo lo contrario de una división en tanto condición de enunciación, es la puesta fuera de campo del lugar de la enunciación, lo cual en efecto vuelve vertiginoso y sorprendente el campo de los enunciados. Con la Verleougnung el sujeto se coloca así en la posición del verdadero creyente, aquel que no tolera ninguna desmentida procedente de ninguna realidad.

Material Clínico

E. es derivado por su psicopedagoga, quien al mes de entrevistarlo pide una analista para un chico psicótico.

En la primera entrevista los padres cuentan que tiene dificultades de integración, suele estar ido, ausente, y siempre tiene autitos en sus manos; en este momento E. tiene 11 años.

L., la madre, cuenta que E. apareció después de diez años, ella perdió un embarazo anterior de dos meses. Previamente su hermana tuvo un niño ochomesino con malformaciones, nació sin piernas y sin manos, resalta que esta imagen se le presentaba mientras hacía reposo por placenta previa, pensaba "¿qué va a salir?". También dice "en realidad yo nunca pensé en tener hijos" no como decisión sino que no lo pensó, no tenía esa imagen. Respecto del chiquito muerto de la hermana dice que se llamaba M. y cuando tuvieron que levantar los restos parecían vivos, igual que con su padre. El padre murió un año y medio después del nacimiento de E.; pero esto lo pude ordenar mucho tiempo después, L. era muy confusa. También dijo cosas como estas: " si el no estaría, estaríamos tranquilos", nombra a E. como "este tipò", "Eze". Su forma de hablar es confusa, solía decir en relación al embarazo" si se llega a enterar", "me puse reloca cuando Juan me ofreció a E.". Digo esto porque la fantasía de las autoridades del colegio era que E. era adoptado, la impresión que daban los padres era que ocultaban algo. En determinado momento una niña del colegio le dijo a E. que era adoptado y él quedó mudo, la madre anoticiada por la maestra le muestra fotos de su embarazo.

Quiero acentuar que L. es muy confusa en su hablar, produciendo en el interlocutor un atontamiento, al principio costaba entenderle hasta las consignas más simples. Con ella tomé una actitud de cierta seducción, con bromas, acompañamientos, etc. (por ejemplo cuando había algún movimiento en E. L. quería llevarlo al neurólogo y yo le decía "confíe, espere un poquito más".

El padre, J., fue nombrado por la psicopedagoga como un flan, silencioso y de pocas luces; sin embargo cuando en esa primera entrevista L. dijo que E. tenía siempre algo en las manos y yo insinúo una relación con ese chiquito que ella vio sin manos; el padre capta rápidamente y dice " ha, es por eso". Cuenta que él hizo separar a sus padres y se quedó con su hermana y su padre, que tenía dos amigos y que era muy mujeriego antes de casarse.

E. en la primera sesión habla muy rápido, cuenta del colegio, de sus vacaciones, es un hablar dirigido pero con cierto automatismo, aparecen movimientos extraños en los brazos, agitaciones, algunas ecolalias; pero no lo vi tan grave como me lo había imaginado.

En ese primera sesión cuando la madre toca el timbre, el apaga la luz y yo le digo "cuando viene mamá todo se pone oscuro", cuando se encuentra con la madre se transforma en algo informe, sus brazos cuelgan alrededor de ella, aumentan las agitaciones, va al baño y deja la puerta totalmente abierta.

Durante este primer tiempo estuve centrada en lograr que cierre la puerta y también prohibí que se bañara con el padre como venía sucediendo.

Los primeros juegos fueron de carreras de autos, yo era la relatora y de a `poco me convertí en la buscadora de nombres para los muñecos que iban interviniendo, hacíamos listas y él jamás elegía un nombre sin que yo tuviera otro nombre, insistía con el nombre que él proponía pero no lo usaba hasta que era convalidado por mí, algo de un doble insistía y también la imposibilidad de hacer cualquier elección. Jugaba con muñecos pero aparecían piernas solas, cabezas, partes del cuerpo; me llevó bastante tiempo encontrar un nombre para esas piernas brazos y cabezas, finalmente los nombramos como "los desechos cósmicos". Algunas veces le dije que me hacían acordar al relato de la madre de aquel chiquito sin piernas, sin brazos; pero yo no veía ningún efecto de esta intervención; sin embargo las autoridades del colegio me comunicaban que E. dejó de estar aislado y los logros en el estudio se empezaban a notar.

En determinada sesión me llama la atención los movimientos de un muñeco, que es una especie de espantapájaros que él trae muchas veces, parecía una masturbación. Al otro día me llama la maestra integradora muy preocupada porque E. se masturbó delante de ella con una tijera, se frotaba con ella; cuenta además que tenía conductas extravagantes, risas inmotivadas, etc., así que lo vuelve a pasar al salón, estaba asustada, así que la tranquilicé, le dije que podía seguir con la integración y que me llamara cada vez que algo la preocupara.

En la siguiente sesión E. me devuelve un muñeco que yo le había prestado y que hacía como tres meses que le venía reclamando, y dice" mirá que te traje", lo saca me lo muestra y estaba sin la cabeza, luego saca la cabeza y dice "acá está". Yo le digo "es como vos, no es que no tenés cabeza sino que hay que ponerla en su lugar". Muestra otros muñecos y empezamos a buscar nombres, él dice Cegeta, Bragueta, Tijera. Entonces le cuento que la maestra me dijo que él se frotaba la bragueta con una tijera. E. dice: "no es cierto". Yo le pregunto, "¿por qué con una tijera?"; y él se acuerda cuando una vez le dije enfáticamente y gesticulando "tijerita... cortála con tu mamá", y me pregunta" ¿qué quisiste decir?"; yo le contesto "me parece que cuando viene mamá vos te transformas, parece que perdieras la cabeza, parecés un espantapájaros, o como si fueras brazos y piernas sueltas". E. repite lo que le digo y me pregunta varias veces" ¿cómo me pongo?". Luego comienza a hacer historias de buenos y malos con los muñecos; hay una amazona que queda prisionera pero la rescata, el malo pierde el brazo y adquiere más fuerza, el bueno pierde la cabeza y dice" cabeza ven acá" y la recupera. Se va muy contento y en la puerta dice" por fin terminamos una historia".

Después de esta sesión tengo una entrevista con el padre, que cuenta que E. está muy pícaro, que mira mujeres en la T. V. y lo codea, que él lo ve con el pito parado y le dice "que te pasa papi, tenés el cosito duro"; insisto en la privacidad de lo erógeno y vuelvo a prohibir que se bañen juntos. También dice que el matrimonio anda bien, y que él antes era muy mujeriego; al final de la entrevista me dice que su padre murió la semana anterior; sin comentario ni expresión de ningún sentimiento. En la siguiente sesión E. va a buscar la amazona guerrera, yo le comento que el papá me contó que mira a las chicas en la T. V., me mira sorprendido, le pregunto si le gusta alguna chica y dice no, y saca los "deshechos cósmicos"; yo le digo: "¡estos deshechos que daño te hacen!" y de los deshechos le saco una pierna; él pregunta ¿por qué me hacen daño?. Yo sigo con esa "pierna" en la mano y le digo que se la voy a devolver cuando esté curado. Me mira a los ojos muy preocupado, cuando digo me mira me refiero a que se conecta realmente conmigo y me pregunta "¿me voy a curar?". Yo le digo sí y agrego "¿vos de qué te querés curar?"; me entrega el resto de los deshechos.

Juega con autos, busca un arma , algo digo de la madre y él contesta" no es mi mamá", yo no encuentro que decirle, quedo muda. Cuando viene la madre está muy excitado, no se quiere ir, se queda largo tiempo en el baño.

Previamente a estas sesiones yo solía tener muchísimo sueño, aunque no llegué a dormirme, esto no volvió a sucederme después de estas intervenciones. Luego de las vacaciones, cuando E. vuelve quiere jugar a la generala como suele hacerlo con el padre, el cambio de juego es notorio como efecto del corte.

Al tiempo me llama la psicopedagoga para contarme que la llamó una prima de la madre, que es maestra y ayuda en tareas escolares a E. ; y le dijo que los padres se pelean terriblemente pues el padre tiene otra mujer con la cual tuvo una hija, y que es vecina de su casita de fin de semana.

En ese misma semana E. trae a sesión un muñeco Hércules que dice hacer encontrado en su casa y no sabe de donde salió, yo interrogo respecto al origen de ese muñeco, insiste que no sabe y agrega que puede ser que lo haya tirado la vecina, que es una mujer con dos hijas. Yo interrogo y E. dice "¿por qué querés saber?", le digo que soy curiosa y él responde "¿y si te enterás de cosas que no hay que saber". En las siguientes sesiones continúo preguntando por las peleas de los padres y qué sentimientos le producen las mismas; vuelven a aparecer comentarios en off que yo rescato, por ejemplo, yo le digo a "lo mejor te atontan"; y en off él dice "no me atontan me enloquecen". Al rescatar esta frase y acentuarla él me propone representar a un personaje de la T.V. que dice "sa-amigos" y al salir me saluda muchas veces muy contento.

Al poco tiempo tengo una entrevista con los padres donde la madre dice, no me hagas hablar de mi padre que no lo pude llorar, él está vivo para mí, E. va a tener de nosotros la misma imagen que yo de mis padres, mi madre es una genia, a mí me dicen la tía dulzura, la honestidad es lo más importante, yo tengo una imagen perfecta de mis padres. Pregunto cómo están ellos luego de algunos retaceos, L. cuenta que recibe llamados anónimos con amenazas respecto y denuncia de los engaños de su marido, J. dice podría ser cierto. L. sigue hablando de la honestidad, de la verdad, etc.; vuelve a producirse ese enjambre renegatorio que deja al interlocutor atontado.

E. viene a ocupar un lugar sin imaginarización ("nunca pensé tener un hijo, yo no necesitaba esta personita") ¿Está en el lugar de fetiche de la madre o de objeto? ¿Cuál sería la diferencia?.

Por otro lado la renegación actúa consistentemente en el discurso materno produciendo un atontamiento que podría ejemplificar el holofraseo del que habla Lacan, que en E. retorna en esas frases susurradas, casi en off y cuando las rescato suelo recibir como respuesta "yo no dije eso, no sé, etc.", en una oportunidad al preguntarle a E. quién es su padre en relación a la escena originaria él contesta es Dios (también en off).

Podríamos pensar entonces en la renegación es el poder que tiene una madre para hacer caer la metáfora paterna. L. dice en su decir, este no es tu padre, tu padre es mí padre, él no murió, no lo lloré, es Dios.

Sería interesante, también pensar, en la propuesta de C. Rabant acerca de una doble desestimación en el origen de la psicosis, concepto que articula a partir del texto de Freud "Construcciones en Psicoanalisis": "Un fragmento de la realidad es desestimado para dejar paso a otro fragmento al mismo tiempo desestimado en otro momento", Sólo que aquí la desestimación no es diácronica es simultánea, la renegación de L. produce en E. la formulación: "ella no es mí madre, mí padre es Dios". Vemos así la gestación de la posible forclusión del nombre del padre; con el análisis intento desarmar este trenzado, en consecuencia, la dirección de la cura va hacia la posibilidad de inscribir la metáfora paterna, cosa impensable en la estructura psicótica adulta, donde está forcluida.

Notas

1 1967. Discurso de clausura de las jornadas sobre psicosis infantil. "Sin embargo lo importante no es que el objeto transicional preserve la autonomía del niño sino que sirva de objeto transicional para la madre. Este suspenso revela su razón al mismo tiempo que el objeto revela su estructura que es la de condensador para el goce en tanto que por la regulación del placer, le es sustraído al cuerpo". 1963. Seminario X. "Nada más que un cuerpo diversamente cómodo o molesto a saber la significación del "a" como puro real".

 

Bibliografía

Henri Rey Flaud, "Cómo inventó Freud el fetichismo...y reinventó el psicoanálisis", Ed. Nueva Visión.

Claude Rabant, "Inventar lo real", Ed. Nueva Visión.

Francoise Doltó, "Seminarios de psicoanálisis", Ed. Siglo XXI.

Alejandro Varela, "En tránsito: esbozo del análisis de un niño". P.P.S.

Lacan, Seminarios X, XI, I, II.

Sigmund Freud,

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