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Número 5 - Junio 2002
Derechos del niño, infancia y psicoanálisis
Ritual de sepelio
¿inscripción simbólica de un nacimiento?
Mercedes Minnicelli

Es mi intención presentar a ustedes un material que expone circuitos de in-significación legitimados y vehiculizados por el sistema jurídico – institucional de protección a la infancia, por lo menos en Mar del Plata, Pcia. de Bs As, Argentina.

En el caso a trabajar en esta oportunidad, un nacimiento, una existencia humana recién se inscribe simbólicamente mediante el ritual funerario. Acto que opera como habilitante del decir lo silenciado, acotando fantasmas y espectros imaginarios danzantes desde décadas en los mares de lo siniestro.

Philippe Ariès 2, ha llamado la atención sobre una práctica ausente en tiempos del Antiguo Régimen: Cuando morían los niños, no se realizaba ritual funerario. De acuerdo a sus investigaciones, hasta entrado el Siglo XVI no se encuentran registros de tumbas y epitafios que recuerden la muerte de los niños en ese entonces. Considerados recambiables y con pocas alternativas de supervivencia (Ariès), los niños nacían y morían sin provocar d emasiada aflicción.

Aquello que Philippe Ariès enunciara y enfatizara como "infanticidio tolerado" ubicándolo en tiempos del Antiguo Régimen, cobra relieve cuando constatamos su vigencia en estos días y nos presenta una serie de interrogantes e hipótesis al respecto.

Vayamos al tema de los ritos y rituales 3. Términos antropológicos que nos hablan de prácticas culturales humanas, cuyas variaciones en cuanto a la forma y contenido, se modifican de una comunidad a otra - sostenidas en algunos casos en relaciones de correspondencia con un mito – pretendiendo otorgar significación, dar valor y sentido a un hecho y establecer diferencias entre el antes y el después del pasaje por dicho ritual (pensemos por ej. en los ritos de iniciación). El rito instituye una diferencia.

Jacques Lacan se ha ocupado en sus seminarios de analizar el lugar que compete a los ritos y rituales humanos, insistiendo, principalmente en los Seminarios Las Formaciones del Inconciente - El deseo y su interpretación, aunque no exclusivamente allí, en vincular el deseo y la marca; el deseo y la insignia; el deseo y la Ley. Efecto y valor de los ritos por cuya mediación se introduce una falta simbólica, allí donde el duelo abre una hiancia 4.

En el decir de Lacan, una de las funciones de los ritos es "dejar marca".

Ahora bien, al oficiar como signo establece un corte que señala el punto de diferencia.

Siguiendo los trabajos de Pierre Bourdieu 5, diríamos marca que establece la diferencia ya sea entre los que pertenecen o no a un determinado grupo o campo; ya sea, entre el antes y el después del pasaje por dicho ritual6 en y por el cual un grupo o una comunidad culturalmente organizada oficia de soporte.

No me detendré en este caso en los rituales solitarios, tema que merecería un desarrollo aparte excediendo los propósitos de esta presentación.

Adentrándose en la experiencia del duelo, y a partir del análisis de Hamlet (Shakespeare), Lacan se detiene en el ritual funerario. El ritual facilita de algún modo el hacer frente al agujero creado en la existencia por la muerte de otro significativo.

Siguiendo esta perspectiva, podemos decir, entonces, que el ritual funerario marca, inscribe, registra la muerte; tal como dirá Lacan satisface la memoria del muerto al otorgarle un lugar.

"Si en lo concerniente al muerto, aquel que acaba de desaparecer, no han sido cumplidos los ritos -¿los ritos destinados a qué, a fin de cuentas?, ¿qué son los ritos funerarios?- los ritos por los cuales nosotros satisfacemos eso que se llama la memoria del muerto, ¿qué es sino la intervención total, masiva, desde el infierno hasta el cielo, de todo el juego simbólico? 7

Por los ritos funerarios, nosotros satisfacemos la memoria del muerto. Decíamos antes cómo Lacan destaca la función del rito en el duelo, en tanto, su mediación crea allí donde se abre una hiancia, ausencia en lo Real, una falta Simbólica. Cuando ésta es rechazada, elidida, cuando queda libre ese lugar que da al muerto el acto ritual, los fantasmas y los espectros "danzan" tal como nos lo señalan las creencias folklóricas y, por qué no, cierto discurso del sistema de minoridad.

Si algo puede llamar nuestra atención en el discurso del aparato administrativo y burocrático interinstitucional del sistema judicial de protección a la infancia es, justamente, la ausencia de marcas, de signos que habiliten operatorias simbólicas.

Por un lado, el sistema jurídico se queja: las "causas judiciales" se suceden en una suerte de metonimia infinita una tras otras, encontrándose el sistema abarrotado.

Por otro lado, las intervenciones de diferentes profesionales y servicios (sociales, psicológicos, médicos, etc.) en torno a una misma "causa judicial" sufren el mismo desplazamiento.

Si leemos un expediente o legajo judicial perteneciente a un niño bajo tutela judicial que esté o haya estado amparado en alguna de las instituciones del sistema, encontramos que "su causa judicial" se ha iniciado dos o tres generaciones anteriores a su nacimiento. Una línea de continuidad sin diferencias ni intergeneracionales ni entre los protagonistas de la "misma causa" promete, a su vez, renovarse y repetirse cual si fuera una misma historia sin fin, sucediéndose generación tras generación presente y futura, cual si el destino inefable fuera pertenecer al linaje de la minoridad.

Las historias "oficiales" de estos niños, volcadas en los mencionados legajos, pueden servir de guiones ejemplares para films u obras teatrales verdaderamente espectrales.

Los circuitos discursivos (incluyo en este sentido a lo administrativo ya que es letra escrita) legitiman la in-significancia. Siguiendo la investigación de Jacques Donzelot8, la economía en juego merece ser interrogada y explicitada.

Como antes les anticipara, me detendré en la descripción y análisis de un caso. Particularmente quisiera poner el acento en los efectos (impactantes, vale aclarar) producidos por un acto que interceptando el discurso sostenido por la tradición 9, puso en evidencia lo que ésta se ha empeñado en ocultar:

la in-diferencia entre los vivos y los muertos.

Sin ir más lejos y simplemente, se trata de un acto sin inclusión previa en el "campo de la minoridad", efecto del cual se produce una ruptura, un quiebre, al fin de cuentas y de manera abrupta, una hiancia allí donde se presentara un circuito cerrado en lo Imaginario sin interdicción Simbólica.

Vayamos a la descripción del "caso":

Una niña, a quien llamaremos Malena, tiene 13 años. Ingresa por decisión judicial a un hogar de tránsito en el cual permanece varios meses. Está embarazada producto de una violación que se supone efectuó la pareja actual de la madre.

Malena no establece explícitamente una relación de causalidad entre su embarazo y la violación.

Nace el bebé y paulatinamente comienza, presión social médico - higienista de por medio, a encargarse del niño, a otorgarle algunos cuidados. Si bien sigue las instrucciones que el personal le indica para amamantarlo, las preceptoras expresan que es necesario "recordarle" que debe hacerlo porque "se olvida". El llanto del niño no es interpretado como demanda de su parte.

Una mañana, una compañera de cuarto escucha llorar al bebé - quien en ese momento tenía aproximadamente 30 días de nacido - y la despierta para avisarle. Malena comienza a amamantarlo y se queda dormida con el niño en sus brazos.

La preceptora había pasado por el cuarto y Malena estaba despierta amamantando al niño. En el lapso de breves minutos, la misma compañera de cuarto advierte que el niño "está azul". Llama inmediatamente a la preceptora quien ante el estado cianótico del niño, comienza a realizar los primeros auxilios propios para esa situación solicitándose de inmediato al servicio de urgencia. El niño fallece a pesar del los intentos por su reanimación camino al hospital.

Ante cualquier circunstancia de estas características, la ley establece la obligatoriedad de realizar la autopsia a fin de determinar las causas del deceso. Sin embargo, en esta ocasión, fueron necesarias múltiples gestiones para que ésta se llevara a cabo. Los médicos forenses del hospital "no la consideraban necesaria" y, por consiguiente, tampoco el Juzgado de menores interviniente.

La investidura otorgada por el cargo "directora de la niñez" permitió apelar a la necesariedad de "deslindar responsabilidad institucional por parte del personal y autoridades de la institución y del área". Apelación que, curiosamente retornaba con frases que se repetían en la voz de diferentes actores representantes de las múltiples instancias que intervienen (cuales son policía y médico forense, juzgado de menores, directora de la institución, jefes de departamento, etc). "Qué piensa Ud. que lo envenenaron? " "si ya murió" "Y si lo envenenaron? Por qué no dejar las cosas así?". Vale aclarar que estos intercambios se fueron dando por teléfono. Nada fue dicho por escrito.

A un tiempo abrumaban y presionaban "fantasmas" y "espectros" en torno al resultado posible de la autopsia.

Las causas del deceso se atribuían a los cambios operados en los últimos tiempos respecto al trato y tratamiento de los niños albergados en los hogares dependientes del municipio. Fantasmas atravesados cuando la orden judicial ordenó que se efectivizara la autopsia. Recursos no faltaban, a pesar de ser un día de feriado nacional se contaba con los servicios de guardia.

El informe forense se obtuvo ese mismo día: "muerte súbita" o, también conocida como "muerte blanca", asfixia por deglución del vómito propio. Una de las causas "más comunes" de fallecimiento temprano.... no sólo, lamentablemente, en tiempos del Antiguo Régimen.

Los circuitos no legítimos aunque sí, legitimados por la ¿"costumbre"? continuaron poniéndose en evidencia a través de sus omisiones. No estaba contemplada la necesariedad de ninguna autopsia; no estaba contemplado como "necesario" poner en conocimiento a la familia de la niña, en este caso, por lo menos a su madre. Tampoco estaba contemplado que se realizara el entierro del cuerpo del niño.

Respecto de anoticiar a la madre de Malena, la decisión de hacerlo develó a su vez, la protección que le daba a su pareja con quien seguía viviendo – como si no pasara nada – a pesar de que se sospechaba, con fundamentos avalados por una investigación judicial parcial ya que no se había hecho pedido de investigación del ADN (por.ej), había violado y embarazado a su hija. La internación se Malena en la institución transcurría para la madre como si no pasara nada.

Una nueva frase comenzó a escucharse en su repetición: nunca se hizo esto antes. La frase se decía por lo bajo, cual si estas acciones estuvieran desafia ndo a los espectros que anunciaban de manera amenazante: "Dejar todo así... esto nunca se hizo antes... "esto nunca sucedió", "es la primera vez", "esto es un acto sin precedentes" "hagamos como si no pasara nada" "los cambios son los causantes de esta muerte"...

¿Nunca antes había muerto un niño que se encontraba en la institución o, nunca antes se le había dado la posibilidad de contar con su acto de humana sepultura? Preguntas que recibían respuestas escurridizas.

La decisión sostenida de "hacer todas las gestiones necesarias a fin de ofrecer humana sepultura para el niño fallecido realizando el ritual funerario", produjo efectos incalculados. No sólo en Malena sino en cada uno de los protagonistas de las diversas instancias institucionales intervinientes, incluyendo al anátomo – patólogo del hospital quien decidió - además de facilitar los trámites administrativos - participar del ritual funerario, haciéndose responsable del traslado del cuerpo y acompañándolo hasta el cementerio. Nuevamente la frase "este es un acto sin precedentes"... se escuchaba también por su parte.

Los jefes de departamento, la Directora de la institución, preceptores, decidieron acompañar el ritual funerario y colaborar en todo lo relativo a su instrumentación, la cual hubo de ser creada.

Se avisó a la madre de la niña que se realizaría el sepelio y decidió concurrir. Su presencia fue más que significativa.

Se le ofreció a Malena la posibilidad de decir si deseaba llevar flores a lo cual accedió eligiendo una planta con flores duraderas.

Ya en el lugar, en el momento del entierro, mientras el anátomo – patólogo sostenía el cajoncito, pudo escucharse la palabra allí donde, hasta ese momento, todo parecía ser una sucesión de acciones.

La madre de Malena (abuela del fallecido) dijo "yo lo agarro, yo lo llevo".

Uno de los presentes comentó posteriormente que en ese momento se preguntó para sí mismo ¿quién se hace cargo del muerto?.

Al regresar a la institución, un silencio especial fue el protagonista de la escena. Los efectos de este acto comenzaron a desplegarse.

Días después, el resto del personal, que no había podido participar por razones de servicio, solicitó "permiso" (cual si eso fuera necesario) para ir al cementerio a visitar la tumba y despedirse del niño.

Las preguntas que antes habían recibido respuestas ambiguas comenzaron a dilucidarse al hablar de las muertes que durante tantos años habían estado ocultadas y silenciadas.

No fue esta la primera vez – en más de 20 años de existencia institucional - que fallecía un niño, mayoritariamente bebés, en la institución. Sí, por primera vez, se daba existencia a la muerte y se realizaba un ritual de entierro ante el fallecimiento de un niño.

Acto inaugural para otorgar lugar a la palabra.

Otras prohibiciones no escritas pudieron hacerse discurso, por ej. a los bebés no se los podía alzar ni abrazar y, mucho menos, nombrar. Comenzó un tiempo de análisis de una práctica nunca antes interrogada: Cuando un niño es abandonado e ingresa a la institución, en el casillero del "nombre" se escribe "N.N", la misma nominación que para los muertos no identificados.

Ciertos actos se resignificaban a près coup. Lo que antes decían las paredes del lugar comenzaba a hacerse discurso. En esta institución mi primer gran impacto había sido el aspecto de "tumba" que tenía la sala de bebés, quienes estaban ubicados en la habitación más oscura de la casa, sin luz y sin aire, con las paredes grises y malolientas, compartiendo más de uno las cunas. Sin identificación y sin discriminación de cada uno de ellos, más próximos a "N.N" que a contar con un nombre propio. Sin juguetes ni objetos de ningún tipo. El lugar más iluminado y más aireado estaba reservado como vestuario del personal y guardadero de cosas viejas.

La primera intervención, pocos meses antes, había apuntado a reubicar a los bebés creando otro lugar para ellos, llamémoslo una nursery. Para esto, respecto de lo edilicio, hubo de derribarse una pared y crear una arcada para, posteriormente, trabajar para identificarlos, nombrarlos, en definitiva darles un lugar, si bien transitorio, digno, haciéndose un registro escrito y fotográfico de su historia en la inst itución de albergue.

Este acto ritual operó simbólicamente creando una hiancia, perforando una estructura fantasmática y espectral cuya rigidez dejaba encerrada a la palabra. Si me permiten la metáfora derribando otra pared.

La complejidad de este caso, entiendo, deja pendientes múltiples cuestiones y vías de tratamiento teórico-clínico que abro a la consideración de uste des.

Mercedes Minnicelli

Notas

1 Trabajo presentado en el III Coloquio Internacional de LEPSI (Laboratorio de Estudos e Pesquisas Psicoanalíticas e Educacionais sobre Infancia) 26 y 27 de octubre de 2001, Universidad San Pablo, Brasil.

2 Philippe Ariès "El Niño y la Vida Familiar en el Antiguo Régimen" Edit. Taurus, (1973), 1987.

3 Lévi-Strauss, Claude "Antropología Estructural" Edit. Altaya, Barcelona 1994 1ª. Edición 1974

4 Lacan, Seminario 5 Cap. "Las fórmulas del deseo" Clase del 26 de marzo de 1958 Ediciones Paisós. Bs As – Barcelona – México. 1ª edición castellana 1999.-

5 Bourdieu, Pierre "Meditaciones Pascalianas" Edit. Anagrama, 1999.

6 Vale citar como ejemplo el desarrollo que realiza Octave Mannoni respecto del pasaje que opera la desilusión sostenida por la credulidad en la "venida de los Reyes Magos". Mannoni, Octave (Mannoni, O. [1969] "La otra escena. Claves de lo imaginario". Amorrortu editores, Bs As, 1997.

7 Lacan, Jacques "Seminario 6. El deseo y su interpretación. Clase 18 El deseo y el duelo. 22 de abril de 1959".

8 Jacques Donzelot "La Policía de las Familias" Edit. Pre-Textos 1ª edición en español, 1979

9 Se abre una línea de análisis vinculada a lo que Jacques Donzelot denominara "Policia de las Familias". Op. Cit.

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