Volver a la página principal
Número 8 - Septiembre 2005
El recién nacido y el equipo de salud
una propuesta de atención
Hilda Botero

He tenido siempre la impresión de, al estar en una Unidad de Cuidado Intensivo Neonatal UCIN, estar en un campo de batalla. Catherine Mathelin (1998) decía que la Unidad de Cuidado Intensivo era como un barco en el cual cada integrante del servicio es alguien de la tripulación con una función precisa, bajo una orientación común, y con un proyecto también común para que, a pesar de las tempestades y la incertidumbre se logre mantener una dirección adecuada. La lucha es permanente, no sólo contra la muerte inadmisible en un recién nacido, la lucha es por acertar en la apreciación y en el manejo que se dé a cada momento. La lucha es contra las situaciones en las que se baja la guardia y se comete errores fatales. La lucha muchas veces se encarna contra los padres a quienes se sienten inoportunos, invasores o jueces implacables de la atención que prestan a sus bebés. Pero hay una situación a la cual no se le ha prestado la atención que merece, y es comprender que cada tripulante de este barco, al mismo tiempo se impacta con el estado emocional de esos padres, en especial la madre, con quienes comparten ser testigos de la dolorosa situación de los bebés. En cada tripulante comienzan a desfilar en su mundo interno todas y cada una de sus experiencias infantiles. Es un campo de lucha, o un mar en el que se libran batallas inmisericordes.

No creo que alcancemos a exponer del universo de emociones que bombardea a cada uno de los integrantes de un servicio de salud y en especial en una UCIN. Pero sí quisiera llamar la atención sobre cómo las particularidades de cada integrante del equipo obviamente influyen de manera específica y contundente en la recepción y metabolización o no de tales emociones. Me explico, pensemos por un momento ¿por qué estamos en esta área de la salud?, ¿por qué razones inconscientes escogeríamos esta profesión? ¿Estaremos identificados inconscientemente con un bebé que busca curarse? ¿Estaremos queriendo salvar un hermanito, salvar a mamá de una pérdida?... en fin, podríamos ubicar cualquier cantidad de fantasías inconscientes luchando por realizarse.

No viene al caso profundizar en esas fantasías o en la propia historia de vida. Ahora nos concierne hacer consciencia de que estamos aquí por algo particular muy importante. No es hacer análisis de estas situaciones completamente íntimas de cada uno en el equipo de salud lo que resulta benéfico para una mejor compenetración con la labor de asistencia a nuestros prematuros o recién nacidos. Pienso que la propuesta es mucho más sencilla. Insisto en la palabra, en nominar las emociones, como un camino creativo para comprender el mundo de las relaciones humanas. La propuesta es hablar de las dificultades que se encuentran cada día, o un día en especial en ese campo de batalla, de los impactos diarios o esporádicos, de preguntas a veces duras, a veces urgentes de ser aclaradas. Creo que este ejercicio nos ayudaría a entender y a implementar otro encuentro con el bebé, con su familia, y definitivamente otra mirada a nuestra permanencia en este recinto, otra vivencia en estos contactos tan primarios. Si nos preguntamos conjuntamente por las reacciones que uno u otro bebé, incluso uno u otro padre nos despiertan, cómo nos impactan diferentemente las historias de estos personajes, todo esto comprendido nos dará una atmósfera interna y externa diferente, una atmósfera talvez más fácil de respirar.

No todos quienes trabajan con bebés tienen hijos, pero todos fuimos bebés, es algo pues de nuestra historia, es una realidad interna que está en nosotros. Es por eso que profunda, íntimamente, sabemos qué necesita un bebé. Necesita ser acunado, mirado, tocado, necesita que alguien se preocupe por él, que su llanto sea atendido, necesita ser limpiado, acomodado. Necesita ser amado. Necesita asegurarse poco a poco en su experiencia, que impacta al mundo, que una urgencia será atendida. Y una urgencia no es sólo un bebé que no está saturando bien o... cualquier atención médica, una urgencia es cuando hay momentos en los cuales es imposible comunicar la percatación de la existencia. Pero, me acercaría a una comunicación más fiel si acudo en mi ayuda a la poesía con algo como: estoy líquido como el agua, mis huesos desencajados, el corazón como cera, todo está disuelto en mis entrañas... 2 Así podría enunciar un bebé momentos de desespero por mensajes humanos que rescaten su integridad. Estos estados de pesadilla producen un efecto inmenso en médicos y enfermeras, pero es un efecto que escondemos de nosotros mismos y nos tornamos hostiles, irritables, rígidos... intolerantes, indiferentes. Se supone que todo allí está dispuesto para conservar la vida, para reunir a madre y bebé. Realmente lo que mueve al equipo es una búsqueda de reparación, pero a un costo alto, es preciso tolerar el dolor, la impotencia y muchas preguntas sobre la vida y la muerte, preguntas y frustraciones que hay que suprimir o... podemos con valentía enfrentarlas como grupo que comparte sentimientos, experiencias, vivencias y fantasías.

Si éstas son realidades psíquicas del personal de salud, imaginemos la impotencia, frustración, culpa que sienten los padres quienes ven su lugar ocupado y quienes no están contando con la ayuda de un hijo saludable para guiarlos en las funciones parentales. Un bebé hace a la madre ejercer su maternidad. Hay celos y rabia, incluso con las máquinas que hacen la función de la madre. Su bebé no está en sus brazos, está en una incubadora; no escucha su voz, oye ruidos extraños, estridentes, atemorizantes; no recibe su leche; no escucha su canto; no percibe su aroma... y el médico o la enfermera, en el mejor de los casos -piensa la madre- la suplantan. Qué dilema: ¿mejor una máquina que tolerar los celos hacia ese otro que está cerca de su bebé?...

Un bebé prematuro es un bebé que inscribe en la madre su sentimiento de incompetencia, siente que no puede ser madre. Siente esta experiencia como un castigo por algo malo que hizo en su realidad o en su fantasía. Una madre con un bebé prematuro o enfermo ve confirmada su destructividad. Hay muchas circunstancias que se viven en las Unidades y que despiertan también muchas pasiones en los integrantes del equipo, entre ellos y con respecto a las madres. Con los padres hay también una actitud especial, talvez coherente con una mirada cultural hacia que son menos necesarios en el proceso de gestación, nacimiento y crianza. Realmente dentro de una mirada netamente médica o material, si queremos verlo así, pueden no estar en primera hilera, pero flaco favor se ha hecho al hombre con alejarlo de la experiencia de ser padre, porque entonces también sus temores se verán confirmados y delegará su paternidad al equipo de salud, o a la misma madre y a la comunidad. He venido insistiendo mucho en una realidad física y psíquica y de la cual tenemos que hacernos cargo. El hijo en el vientre es de madre y padre, la participación de ambos es vital. De esta forma, el proceso será acompañado si el hombre accede a su cambio de identidad, la madre también cambia su identidad, y la pareja en su configuración también cambiará. Si el padre está sosteniendo, conteniendo y reciclando las emociones de la compañera preñada, la preñez será de los dos, el hijo será de los dos. La maternidad será una maternidad más completa y la paternidad una paternidad más completa si se apoyan y comparten mutuamente. Así podrán ejercer no sólo maternidad y paternidad, podrán ofrecer en acción creativa el maternaje y el paternaje.

Pero ¿qué tiene esto que ver con el personal de salud? Todo, allí hay padres y hay madres reeditándose en cada uno de los personajes, hay bebés reviviendo lo primario de la experiencia. Somos tanto padres como bebés en este escenario. Y, de acuerdo a estas reediciones respondemos inconscientemente a las madres, a los padres, a los bebés y más aún, a los compañeros de trabajo. ¿Complejo no? Bueno. Con esta tímida manifestación descriptiva de lo que es la experiencia de trabajar en una UCIN y metidos en el caos de lo que esto representa, enfrentados a la muerte que tan poderosa reclama víctimas, y a la vida luchando por imponerse, por ganar la batalla, veamos un poco a qué está enfrentado cada uno de los tripulantes de esta nave.

El nacimiento de un bebé prematuro o de un bebé enfermo representa un evento traumático en la historia personal de los padres, de la pareja y en los inicios de la vida de ese nuevo ser. El trauma es un suceso súbito, inesperado, pero real, y por lo regular con resultados inciertos. Determina suspensión del tiempo, incertidumbre acerca de la vida y, como hemos dicho, una fuerte expectativa de muerte o de daños graves. Este es el trauma concreto que se puede ver un tanto más fácil, pero, el trauma interno, talvez más poderoso, ha privado a los padres del sueño de la concepción, del bebé ideal y al mismo tiempo del bebé real. Es una súbita interrupción de sus sentimientos, de su perspectiva de futuro, del goce y de la posibilidad de crear y construir una nueva relación. Este evento es tan doloroso que al inicio NO HAY PENSAMIENTOS, NO HAY POSIBLE REPRESENTACIÓN DEL BEBÉ, SÓLO HAY VACÍO. Vacío en el vientre, vacío en los brazos, vacía la cuna, llanto perdido, una desprotección cognitiva incluso, una sensación de transparencia en la mente, adentro no hay nada, ni el bebé tiene un adentro, ¿cómo detectarlo? Quienes participan, o participamos en este doloroso evento nos aturdimos y angustiamos, pero callamos, debemos ser competentes (¡!). No todos estamos preparados, o incluso entrenados para el manejo de estas emociones, por el contrario, las negamos en nombre del profesionalismo, esto es, siempre estamos defendiéndonos de las emociones pues es difícil legitimar su presencia.

Las emociones siempre son intensas en eventos emocionales "tan densos". Y esto es lo que tiende a convertirse en "no dicho", "no sentido", en nuestra profesión. Pero lo que no se dice, lo que se esconde o se reprime sigue allí, está presente y toma diferentes vías, deformadas, dañinas. Esto sucede tanto en el personal de salud como en los mismos pacientes y familiares.

Hay una reflexión o, mejor, una racionalización cuando hay un bebé muy grave y es: no podemos dejarnos afectar (es decir, sentir afecto), pues talvez muera. Es un estado de mente, talvez una fantasía que entiendo como si ese bebé al morir se llevase consigo nuestro afecto y nos dejara vacíos. Pero, ¿no podrá ser de otra forma? si podemos sentir, significar y pensar, lo cual hará más viva la relación y no sentida como desnudarnos y arriesgarnos, será dar, así, simplemente, sin la necesidad de estar comprobando que lo que dimos allí está y no se va a ‘perder’. Un bebé que morirá podrá tener todo el amor, la compañía, los brazos, el olor, la voz, podrá reconocer lo humano. Y mamá, o su sustituto, de igual manera con este pequeñito de paso por la vida podrán acompañarse en la experiencia de la muerte, podrán despedirse y esto dará bases para una mejor elaboración del duelo, para una expansión de la capacidad de cuidar, de dar, de compartir, contrariamente al temor de perder lo que se da. Es esto precisamente lo que nos queda, lo que damos. Una mirada desde este vértice psicoanalítico sería entonces proponer la experiencia de descubrir lo que puede ser pensado y lo que no lo es. Es decir, poder encontrar la oportunidad de mantener siempre la capacidad para nominar y dar significado a las experiencias, nos plantea la posibilidad de digerir las emociones. De hecho, pienso que acudir al ejercicio del pensamiento es un exitoso método de tolerar la ansiedad para intentar manejar la inmensa e intensa emocionalidad que se despierta y para comprender el cúmulo de proyecciones que recibimos. La acción creativa que da nombre y significado a lo que experimentamos cuando miramos un bebé, su desvalimiento, su penar, o su muerte, nos conduce a vivenciar la experiencia como desintoxicada y menos mortalmente definida y nos prepara para madurar en la comprensión del otro como sujeto que existe siente y piensa diferente.

El miedo al Cambio

Sentir, funcionar, atreverse a pensar diferente es muy difícil. Abrir la mente al cambio asusta, naturalmente. La negación y la omnisciencia son atributos que utilizamos como defensa ante el cambio. Y como trabajadores de salud las mantenemos como escudo ante el miedo al dolor. El miedo al cambio es dolor mental. Para defendernos de ese dolor en la práctica se afianzan estructuras estereotipadas a causa del monto de ansiedad ante lo nuevo. Aquí confluyen las dos ansiedades básicas de los seres humanos, las que dominan nuestra existencia, dos miedos básicos: pérdida y ataque coexistentes y cooperantes en tiempo y espacio. Es decir, siempre estará uno manifiesto y el otro permanecerá subyacente y podrán intercambiarse uno y otro permanentemente. Estos son, por naturaleza, quienes condicionan la resistencia al cambio. Pérdida de lo que ya se sabe, lo que ya se hace, el lugar en el cual estamos seguros, afianzados, si lo perdemos ¿con qué quedamos?, ¡tantos años haciendo y practicando! El cambio o la idea nueva es recibida con miedo y preocupación, no se hará esperar la depresión. Estaremos en duelo. El Ataque se refiere a que nos sentiremos amenazados por lo que no sabemos, lo que no entendemos, lo que no hemos hecho, en donde no hemos estado, es decir, lo nuevo. Nos sentiremos atacados por todas estas experiencias que nos mueven el piso, pero el piso emocional. Enfrentar estas ansiedades básicas nos abre la oportunidad de crecer y crear.

La observación de bebés utilizada en la UCIN nos aporta una oportunidad de realizar un aprendizaje diferente para descubrir afectos, emociones nuestras y de nuestros observados, emociones que no conocíamos o que nos ha dado miedo asumir. Acompañados por la comprensión que nos da una guía de pensamiento en el trabajo de grupo podremos recibir el cambio de forma creativa y como un avance en el crecimiento personal en el camino hacia madurar nuestras relaciones con el mundo. La adaptación activa a la realidad y el aprendizaje están indisolublemente ligados. En la medida en la cual un sujeto sano aprehende el mundo y lo transforma, es decir, realiza un aprendizaje operativo, se modifica también a sí mismo y entra en una espiral de crecimiento y transformación conjunta en la cual se benefician todos, él mismo y su entorno. O sea, en definitiva, el cambio no llega, hay que hacerlo, proporcionarlo, trabajarlo. La transformación la hacemos los seres humanos y es una de nuestras más grandes definiciones, si no la mayor y más contundente. Lo que nos hace humanos es nuestra disposición y capacidad de cambio. Darnos cuenta de las inconsistencias y proponer opciones nuevas. Porque el simple hecho de tomar contacto con las inconsistencias es condición de cambio. "La capacidad que tenemos de introducir incesantemente novedades, que éstas se acumulen y progresen... ...es lo que nos diferencia de cualquier otra especie viviente". "...lo específico del humano es su capacidad de variar" (J. Moreno, 2002 pag. 27). Así, cuando planteamos pensar las inconsistencias estamos trabajando por lo que tanto decimos pero no entendemos, estamos siendo humanos, el paso siguiente entonces que nos afianza nuestra humanidad es promover el cambio.

Sin embargo, se comprende que el cambio, y el cambio verdadero requiere de un período de incubación para que tanto el individuo como el grupo se atrevan a la dinámica del desarrollo, a tolerar las dificultades y el ejercicio de pensar sobre ellas. Contener las ansiedades que se expanden alrededor debido al cambio es complicado y requiere del ejercicio conjunto para formular una continencia permanente que ayude al reciclaje de los miedos, las amenazas y las depresiones que se proponen como resultado del movimiento emocional.

Voy a narrar, un poco para familiarizarnos con un pensamiento grupal y su metabolización, una experiencia en una clínica de Bogotá con el grupo de salud de una UCIN. Este tipo de reuniones comenzó hace varios años por una sensibilidad despertada en el equipo de salud de La casita Canguro de la Clínica del Niño y la Clínica San Pedro Claver de Bogotá. Hay metodologías diferentes para trabajar. Una de ellas, la de Grupo Operativo está centrada en la tarea en la cual teoría y práctica se resuelven en una zona común en la que se concretan en un aquí y ahora las ansiedad del desempeño profesional. Su finalidad es la movilización de estructuras rígidas a causa del monto de ansiedad que se despierta en el quehacer cotidiano, con base en la comunicación y el aprendizaje emocional de la resolución de tareas. Otra metodología es la discusión de trabajo, en la cual se presentan casos que han despertado algún movimiento en alguien del equipo, un suceso que ha sacudido la cotidianidad o, simplemente un caso…

Naciendo al insight

Todos los integrantes del Equipo estamos sentados en la Unidad, cerca de los bebés, es el sitio que tenemos para unirnos a observar las emociones en aquel recinto y con aquellos seres. Nuestros asientos están en un semicírculo y "curiosamente" casi todos están un poco arqueados hacia adelante, asegurando los pies en la tierra, pero sosteniéndose a sí mismos en una especie de actitud un tanto fetal, sólo en la medida en la cual la reunión va alcanzando comentarios duros, fuertes, dolorosos, y vamos pensando relaciones internas, comprensiones de las propias vivencias, el equipo comienza a relajarse y sus asientos comienzan a representar un continente cómodo, como talvez su espacio mental ha comenzado a sentirse receptivo, relajado y con la experiencia de ser contenidos en esta reunión. Talvez era ésta una interpretación inconsciente de los pedidos de aquellos bebés casi en posición fetal y dentro de un útero extraño donde no encuentran el eco a sus afectos como un poco antes, sólo un poco antes con mamá.

Raúl, neonatólogo jefe del grupo comienza la sesión y dice:

--Hoy creo que queremos hablar de un bebé en la mente de todos nosotros, Juan, un bebé que murió ayer.

Todos asienten en un murmullo un tanto lastimero

(continúa Raúl)

--Bueno, no sé ni cómo contarlo pero Juan nació con deformidades, de todas la menos tenaz era que le faltaba un bracito, y con tantos problemas de salud, neurológicamente estaba mal. Una hemorragia grado IV... silencio....

Conmovido y con un poco de rabia dice:

--no sé, no es justo, ¡le faltaba un brazo!! por lo menos la vida debía quedarse con él!!!. No debería morirse!!!!.

---Yo digo a todo el grupo, y señalando la forma compartida en la cual esta vivencia se expresa: ‘asusta un bebé, o un ser humano mutilado ¿no? Nos da miedo enfrentar tanto dolor, tanto sufrimiento, nos asusta la deformidad... Pero nos asusta íntimamente no tener todos nuestros miembros, asusta estar en pedazos, porque ¿cuáles de esos pedazos salvamos?, cómo decidiremos la vida allí para estos bebés, pero para nosotros también, qué partes nuestras estarán allí comprometidas?...

Raúl se remueve en su asiento y acomodándose dice:

--Sí, cierto, creo que estaba pensando en mí y qué tal que me faltara ….: quién sabe qué, o que llegara a tener un bebé mío sin un pie, sin brazo, o sin, no sé, algo!...

Es esta la doble situación evidente en una Unidad, estar lidiando con todos estos bebés muriendo o intentando vivir, querer estar allí luchando pero al mismo tiempo alejarnos, pues así evitamos que sean nuestros propios bebés internos y externos quienes estén al borde de la no-existencia. Y todas las fantasías castratorias, desde la más evidente hasta la castración total, la muerte.

Adela, una enfermera dice:

--no sé qué tenía ese bebé, pero yo no pude acercarme a él, le pedí a Amparo que me reemplazara, se me hizo un nudo en el estómago que no pude soportar!!

Yo comento solamente: ¡ah, un nudo en el estómago!. Me miran y en una comprensión compartida intentan sonreir.

Connie, una pediatra interrumpe y dice:

--yo me quedé con él, yo supe que se iba a morir desde que llegó, no sé, pero yo pensaba que con tanta deformidad y compromiso neurológico, cómo viviría, y sin embargo, el tiempo que estuvo aquí, todos, todos tuvimos que ver con él, parecía que nos llamaba para atenderlo.

Mary, otra neonatóloga comienza a narrar cómo ella se acercó y luchó para mantenerlo con vida. De repente queda en silencio y llora sin poder parar su llanto, varias personas secan sus lágrimas.

Adela dice:

--yo no me había dado cuenta que estaba sintiendo esto… pero me duele el alma, es algo tan raro, pienso en mi hijita de un año y me dan hasta palpitaciones de pensar que sea ella…

Yo les digo:

--talvez atender a Juan era confirmar en su fantasía que su bebita o sus hijos podrían estar en peligro, si estaban lejos de Juan, sus hijos. Cada uno de sus hijos, permanecerían a salvo ¿no?

--No lo había pensado así -responde Adela- pero, sí, quería salvar a mi hija... pero... ¡qué raro que funciona la mente! dice.

Raúl comenta:

--yo sentí mucha rabia y una impotencia terrible, ¡insisto en que no es justo!

Mary aún con lágrimas dice:

--es que se me revuelve todo… es una pelea enorme que estos sentimientos no nos estorben atendiendo a los bebés, yo tampoco me había percatado de la tristeza y el dolor que me dejó Juan.

En ese momento observo cómo casi todo el personal, unas 15 personas, secaban tímidamente sus lágrimas. Rosana una jefe de enfermeras dice:

--es que uno tiene que hacerse el fuerte, si no, no puede estar aquí y recibir tanta muerte, pero esto pesa, pesa mucho!!!!!.

Yo digo:

--Pesa el dolor, pesa la muerte de Juan … de Santiago … de tantos bebés, pero pesa y asusta la muerte tan cerca de nuestros bebés propios, y de nuestros bebés internos con los cuales día a día luchamos por mantenerlos vivos, y así poder lograr conservar la vida en esta Unidad que a veces es tan lúgubre y sombría… ¿Cómo podremos entender tanto dolor si no es poniéndole palabras, hallando su significado?

Este trabajo de grupo nos ayuda a recuperar el contacto con las partes profundas de nosotros mismos, en una atmósfera continente, de pensamiento, que busca metabolizar las ansiedades que hacen nuestro trabajo, sin que nos percatemos de ello, estereotipado y rígido y que nos llena de pesadumbre e impotencia.

El trabajo desde las emociones y con las emociones no hace diagnósticos ni ofrece medicamentos para el cuerpo, pero sí trata de leer los mensajes emocionales emitidos con el cuerpo y sus sentidos en acción, para integrar la existencia del ser humano como una sola, pidiendo comprensión y atención.

En el grupo de atención hay una alternancia continua entre los diferentes estados mentales de confusión, proyección, o contención y comprensión. Es difícil mantener la función de pensar activa, siempre estará en riesgo de quebrarse la contención y se extenderá la proyección. Pero estas son las vicisitudes de las relaciones, y en especial, de las relaciones emocionales que se plantean en la atención y recepción del dolor, sufrimiento y muerte al que nos enfrentamos día a día. Talvez si el trabajo del equipo, de la tripulación se realiza con base en la comprensión y la contención de las emociones podamos tener buen viento y buena mar. Llegaremos a puerto seguro.

Voy a compartir ahora con ustedes ciertos productos creativos de la observación y el trabajo en el grupo de seminario por parte del personal de una UCIN en Italia. Hospital Trust Sta. Maria Nuova 3

En un grupo de trabajo conformado por el equipo de salud de una UCIN uno de los doctores tuvo un sueño, era una neonatóloga que estaba en embarazo:

"anoche atuve un sueño que me hizo sentir extraña: Estaba en el hospital pues tenía un dolor en el estómago, no muy fuerte pero era un dolor raro, no natural... me pusieron en una camilla y nadie me atendía. Después de un rato, un médico desconocido se acercó y se dio cuenta que yo había expulsado a mi bebé... había tenido un aborto. La bebita era linda, pequeñita, pero muy proporcionada. Yo quise verla: era tan bella, con una boquita bien formada y grandes ojos. Supe que no estaba viva, pero por su aspecto parecía viva... inmediatamente después de esto me desperté, estaba muy asustada y me acaricié mi abdomen como reasegurándome a mí misma. Luego me dormí de nuevo y el sueño volvió... yo corría a la sala de patología y pedía a los doctores que me explicaran en detalle por qué mi hija no había sobrevivido, y pregunté para investigar lo más posible, el doctor tomó mis manos y me dijo: ¿alguien en su familia sufre de braquidactilia? (Brachydactyly). Yo respondí, no, nadie, siempre me han dicho que tengo dedos de pianista y Michel tiene manos muy normales, déjeme ver los dedos de mi hija. Los dedos de mi hijita estaban bien, igual que toda su apariencia..."

Parece que la propuesta con esta intervención es reflexionar acerca de los aspectos emocionales que se plantean en el trabajo en la UCIN. El comienzo es presentar la falla, la impotencia y la muerte. En el trabajo de grupo la doctora se refería a su sueño y decía cómo lo más difícil de aceptar es aquello que no tiene razón o explicación. Es necesario un tiempo para vivir la muerte, esto significa sostener el momento, estar con los padres y el bebé, compartir ese encuentro con la muerte, con la desaparición, con la pérdida, aunque esto sea muy doloroso. Mantenerse en contacto con la aflicción. Tanto para reconocer la vida como la muerte necesitamos tiempo, presencia, ¿por qué cuando un bebé muere no podemos también compartir el dolor, la experiencia?

Una enfermera, Paty, quien realiza observación de bebés en la UCIN, escribe entre otras, una experiencia con Tania una bebita prematura en la incubadora:

Cuando era un pequeño pececito,
Solía nadar en una oscura, grande y cálida cueva.

Cuando era un pequeño pececito
Mi mami se sentía extraña y no podía saber por qué,
pensó que estaba muy enferma, pero nadie le creyó.

Ella tenía miedo: yo lo supe.

Cuando yo era un pequeño pececito,
oía voces: la más cercana era mi favorita,
la que ahora es mi mami, pero en esos momentos yo no lo sabía....
nadie me hablaba...

Entonces había otra, una muy silenciosa,
y no entendía quién era.

Cuando yo era un pequeño pececito
Nadie me ensoñaba... no había tiempo.

Un día ellos se dieron cuenta que yo estaba allí,
y en corto tiempo pude oír todas las voces del mundo...

Era eso una buena cosa?

Aquí, afuera, las voces son muy fuertes, retumban en mi mente.

Aquí, afuera, la oscuridad se vuelve luz, ¡puedo ver!
aunque algunas veces la luz sutil se vuelve flashes enceguecedores
que taladran mi cabeza.

Aquí, afuera, no todo es fácil.

Ahora no puedo nadar todo el tiempo
y ciertas cosas me lastiman.

Tuve que aprender cómo respirar y cómo hacerlo rápido.

Yo sentía un peso enorme justo allí donde el aire
se suponía que me ponía en forma,
tuve que usar todas mis energías para hacerlo,
pero lo único que yo quería era
cerrar mis ojos y dormir, dormir...

Algunas veces estoy despierto
y miro sobre el gran rollo que me rodea.

Algunas veces veo algo que pasa,
otras veces veo dos manchas oscuras y redondas justo en frente mío.

Yo no sé por qué, pero las manchas oscuras
son particularmente fascinantes...

Algunas veces despierto porque siento la molestia,
la cosa mala que me pincha, y el aire no viene...
Después todo eso empeora, lastima, estruja y muerde.

Si yo me agito y lloro ¡talvez el miedo se vaya!

Lloro, lloro, lloro... finalmente algo sucede...
las manos llegan, algunas veces están frías,
se mueven a mi alrededor, me rodean suavemente
y poquito a poquito el monstruo se va.

Algunas veces suceden cosas buenas:
algunas gotas de tibio y dulce líquido en mi lengua,
manos tibias sobre mí, grandes manos
sacándome de esta pequeña casita
donde vivo desde que perdí mi cueva.

Me colocan en una suave y pequeña manta...

¡tiene el mismo olor del gustoso líquido que pusieron en mi boca!

En este nuevo lugar puedo oír muy bien mi voz favorita y,
aunque al principio temblaba cuando me tocaba,
he resistido porque yo sé que es buena...
ahora ella habla para mí.

De repente, me siento cansado....
pero sé que me puedo dejar ir.

Las luces se desvanecen,
los ruidos parecen una exhalación...
algo se mueve suavemente...
suena como un suspiro… ¡y me siento tan bien...!

Hilda Botero C.

Bogotá Colombia.

hildabotero@hotmail.com

Notas

1 Presentado en el Primer Foro Nacional Desarrollo Psíquico y Emocional en la Infancia y Adolescencia en Situaciones de Crisis. Bogotá 2005

2 Salmo 22 El libro de la oración común. Citado por Margaret Cohen en SENT BEFORE MY TIME. The Tavistock Clinic Series London 2003

3 Piergiuseppina Fagandini and Margherita Clò. FROM ARMS TO MIND IN THE NEONATOLOGY’S WORLD APART. The emotions of health in front of difficult birth. Presentado en el VII Congreso de Observación de Bebés Esther Bick. Florencia 2004

Volver al sumario de Fort-Da 8

Volver a la página principal PsicoMundo - La red psi en internet