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Durante mi exposición quisiera compartir con ustedes la experiencia que obtuve al trabajar y estudiar un caso clínico al interior de una institución de niños considerados en alto riesgo. Mi experiencia parte de un intento de poner orden al caos y de mi pretensión de encontrar en el pensamiento la respuesta a lo sucedido en esta experiencia.
Por medio de la presentación del día de hoy busco entrar abordar el tema de cómo el funcionamiento de una institución de niños de protección afecta el proceso psicoterapéutico y como se pueden plantear algunos caminos para construir con, y desde la institución, una mejor atención a la población que hace uso de estos lugares. Considero que la comprensión de este tipo de trabajo sirve como herramienta para realizar un mejor cubrimiento de las necesidades psicológicas de aquellos pacientes que se hallan institucionalizados.
Para esto parto de la premisa planteado inicialmente por Bion (1966) y ampliada posteriormente por Muñoz (1898) en donde se realiza una analogía de la relación madre bebé similar a la del psicoterapeuta y su paciente. En estas relaciones se destaca la capacidad de la madre y del psicoterapeuta para recibir de una manera continente las confusiones y el dolor mental del bebé o del paciente, ayudándolos a entenderlas. Esta es la base para el desarrollo del aparto para pensar, de acuerdo a Bion. Específicamente en la relación del paciente y el psicoterapeuta, la capacidad de entablar una relación especial e intima permite al terapeuta mostrarle al paciente de manera clara sus confusiones, falsas teorías y visiones del mundo. Así la psicoterapia puede ser considerada como un espacio que favorezca el desarrollo psíquico.
Otra premisa bajo la cual soporto mi trabajo es la institución como un lugar que va más allá de un espacio físico, es un lugar como afirma Kaës (1989) que moviliza la mente de sus integrantes, en donde la institución, al cumplir sus labores, realiza funciones psíquicas múltiples sobre los sujetos singulares, en su estructura, dinámica y economía personal (p.25). La institución permite la formación de grupos y de mentalidades grupales. Y de acuerdo Bion (1980)en estos lugares existe la posibilidad de que se conforme una mentalidad grupal que no favorezca los proceso de evolución si no todo lo contrario se puede dar la ausencia de evolución, y aquellos estímulos que impulsan al desarrollo son tenidos como hostiles por los integrantes del grupo. Estos se conocen como grupos de supuesto básico.
Estos conceptos son la base de comprensión en el estudio del caso clínico
Caso Clínico
Más allá de explicar el caso en su totalidad, mi idea es brindarles de manera general el panorama del caso clínico que fue motivo de estudio y de donde surgen la mayoría de las conclusiones que se presentarán hoy.
La intención del estudio fue analizar la incidencia que tuvo la institución en el proceso terapéutico de un caso de duelo que es realizado en ella. Entendiendo la institución, en este caso particular, como un organismo que funciona como un grupo de supuesto básico, incapaz de contener el encuadre psicoanalítico y que trastoca la función del psicoterapeuta con su paciente. Al mismo tiempo se buscó analizar la relación terapéutica dentro de la institución, homologando la relación paciente - psicoterapeuta bajo el esquema de análisis de la relación madre bebé, el cual es sugerido por Bion (1980), y lo replantea Muñoz (1989), quien entiende la relación terapéutica a través del concepto de función analítica receptiva, desarrollado por Meltzer (1975). Para el objetivo de este espacio solo se va a contemplar la incidencia de la institución en el proceso terapéutico.
El caso se trata de una paciente llamada Julieta quien tenía 11 años al momento de la intervención y quien estuvo en tratamiento psicoterapéutico de orientación psicoanalítica por espacio de 5 meses dentro de una institución y 2 meses más fuera de ella. El caso fue llevado dentro de una O.N.G. cuya misión principal era proteger los derechos de los menores y en donde se buscaba restituir los mismos. La institución tenía una serie de características que facilitaban las alteraciones a un encuadre psicoterapéutico psicoanalítico tradicional. Esta organización estaba soportada bajo un filosofía juedeo- cristina, cuya misión era trabajar con niños en alto riesgo (niños con vivencias de maltrato intrafamiliar e infantil, abuso sexual, consumidores de S.P.A, falta de cuidadores o alimentos en el hogar), tenía una capacidad de 80 cupos que constantemente era aumentada llegando fácilmente al doble de su cupo. Allí los psicólogos tenían una multiplicidad de funciones que no favorecían el establecimiento de una relación psicoterapéutica, y además facilitaban funcionamientos mentales que dificultan el pensamiento visto desde los postulados de Bion.
Julieta fue llevada a la institución por su madre, quien trabajaba y no podía cuidar de ella en las tardes. Julieta vivió una situación traumática a la edad 3 años cuando en un juego su hermana esta murió asfixiada sin que la niña pudiera hacer nada para salvarla, y luego se vio inculpada de la muerte de ella por familiares y vecinos. Su situación familiar era muy difícil para Julieta quien no viva con su padre y tenia una relación muy tensa y distante con su madre y hermanas menores, con quienes vivía y a quien ellas servia y cuidaba como una manera de llevar su culpa.
El tratamiento estuvo definido por tres momentos específicos, en donde se pudieron apreciar cambios significativos en el vinculo terapéutico y en el proceso mismo terapéutico. El primero de los tres momentos fue en donde más se notó la influencia de la institución sobre el proceso y sobre mis capacidades como psicóloga, pero es claro que durante todo el tiempo que se trabajo al interior de la institución hubo una influencia de esta sobre la díada terapéutica y sobre mi capacidad para pensar.
Yo traté a Julieta, como una de las funciones del psicólogo en la institución, más allá de la petición o conciencia de enfermedad de la misma niña. Julieta asistió durante un buen tiempo a sesión como una obligación y una manera de complacer a una figura de autoridad como lo era yo dentro de la institución. Esta situación afectó la posibilidad del establecimiento de una relación intima. Al vez esta vivencia era muy similar a la que vivía Julieta con su madre y durante el proceso sirvió para comprender su vinculo con el objeto madre.
El proceso psicoterapéutico al interior de la institución se vio constantemente afectado por el funcionamiento mental institucional. Yo no podía establecer un encuadre, ni podía establecer un horario de trabajo, allí se respondía ante las necesidades emergentes que iban apareciéndolo, dificultando mi constancia como objeto terapeuta. Así mismo las psicoterapias eran interrumpidas por los demás miembros de la institución. Esto generó una dificultad para establecer un espacio y crear una atmósfera continente, lo cual conllevó a no tener un estado mental adecuado par recibir Julieta y su dolor. La vivencia que yo tenía era que la institución atacaba el proceso psicoterapéutico y mi capacidad para pensar como psicoterapeuta.
A pesar de las muchas dificultades que se dieron al interior de la institución se pudo lograr establecer un vínculo terapéutico y la comprensión de muchas de las emociones y estados mentales de Julieta, lo que llevó a que el trabajo terapéutico rindiera frutos. Esto se dio por la persistencia de Julieta y la mía propia. Sin embrago esta situación conjuntamente con otras llevaron a que Julieta y yo saliéramos de la institución. Al final puedo decir con respecto del proceso Julieta que ella tenía una mayor integración de sus objetos internos, era más consciente de sus emociones y tenía una mejor relación con su madre y con sus hermanas, superando en gran mediada la muerte de su hermana.
La Mentalidad Institucional y la Psicoterapia Institucional
El análisis del caso mostró un sin numero de dificultades que aparecieron dentro de la institución para el establecimiento de un trabajo psicoterapéutico bajo los postulados psicoanalíticas, Meltzer (1986) ya había comentado cómo el trabajo terapéutico institucional planteaba una serie de dificultades, difíciles de sortear.
Como es conocido la psicoterapia se configuró inicialmente para un trabajo más de tipo individual dentro de un consultorio particular, y no como una labor institucional. En países como Colombia, en donde la situación social infantil es critica, la aparición de instituciones de protección, que buscan resguardar los derechos de los niños, es cada vez es mayor. La necesidad de una intervención psicológica al interior de ellas se hace cada vez más común.
Pero ¿qué sucedió al interior de esta institución en particular?, Se puede pensar que la organización trabajó bajo una mentalidad y cultura propia; la cual no dio cabida al establecimiento de un vínculo psicoterapéutico, que requería no estar articulado a la ideología latente que persigue la institución.
De acuerdo a Lourau (1970), las instituciones tiene unas funciones especificas oficiales y otras que pasan a ser latentes o informales. En este caso, las funciones específicas oficiales de la institución eran vigilar y proteger los derechos de los niños. Además de estas funciones, existieron una serie de funciones latentes que afectaron el desempeño terapéutico, como por ejemplo proveer de un apoyo escolar y alimenticio para los niños, conjuntamente buscando evangelizar a los menores. Dicha situación disminuyó la unicidad de la institución, fomentando la aparición de lo que Lourau (1970) llamó el grupo objeto. El cual es un tipo de grupo que funciona narcisísticamente, es decir, en donde el grupo no acepta ningún miembro que actúe de una manera diferente a lo planteado por la mayoría. Todos aquellos que no lo hacen se convierten en miembros no deseados y atacados, en donde se busca someter a los miembros. Lourau los llama grupos tipo secta. La institución funcionó como un grupo objeto tipo secta; ya que realizó ataques constantes contra Julieta y contra mi como psicoterapeuta, por ser consideradas como miembros no deseados, lo que condujo nuestra final expulsión. Los ataques llegaron a incluir un compañero quien apoyó la labor psicoterapéutica en cierto punto del trabajo, y quien fue fundamental, justamente por permitir romper con el esquema atrapador de la institución con relación a las intrusiones constantes en la díada psicoterapéutica, ya que el ofreció un espacio distinto del consultorio y en donde él vigilaba que nadie interrumpiera. El funcionar de manera diferente al grupo objeto implicaba salirse del cumplimiento estricto de la ideología disciplinar y autoritaria de la institución. Lo cual esta no aceptó
Por otra parte, la institución mantuvo una serie de normas externas, las cuales fueron expresadas por las constantes presiones y visitas del contratante y de las leyes impuestas por el contrato de trabajo. Dicho funcionamiento es piramidal de acuerdo a Guattari (1964) en donde la opinión de aquellos más bajos en la escala era usualmente desechada. Por tanto, dentro del esquema institucional, se funcionó de una manera vertical dejando de lado toda posibilidad de un funcionamiento mental grupal diferente o como plantea el mismo Guattari (1964) basado en la transversalidad, es decir donde la institución permita el máximo de comunicación entre todos los miembros de la misma sin importar su rango y en donde existirá más una tendencia dialéctica entre los miembros del grupo. El funcionamiento de la institución era de sometimiento, y la creatividad como expresión de pensamiento tendió a desaparecer.
Si se hace el análisis de la institución a través de los postulados de Bion (1980) acerca de los grupos, se puede afirmar que la institución funcionaba por medio de una cultura en donde existía multiplicidad de metas muy poco definidas, sobre a una población muy amplia y heterogénea ofreciendo servicios heterogéneos. Funcionamiento que llevó a que se generara una mezcla de necesidades y requerimientos por parte de los niños y de los trabajadores de la institución, impidiendo la constitución de un real grupo de trabajo. Para Bion el grupo de trabajo es aquel que es productivo y favorece la evolución mental por el contrario aquí cada uno de los trabajadores buscábamos obtener nuestros propios objetivos, muchas veces atacando el trabajo de los demás. Con respecto al trabajo de los psicólogos, puedo decir, que se nos asignaron tareas distintas para las que fuimos contratados, como manejar la disciplina, llevando a que nuestra función real se viera disminuida. Los psicólogos también recibíamos ataques a nuestro rol específico como psicoterapeutas, al no permitir a los niños la asistencia a psicoterapia.
La cultura de la institución amparó el establecimiento de una mentalidad grupal más cercana al grupo de supuesto básico, en donde se presentaron complejos estados emocionales. Los trabajadores estuvieron bajo presiones todo el tiempo, con la sensación de tener que correr para responder por las obligaciones impuestas por el contrato y el área administrativa. Este tipo de funcionamiento es como el que describe Bion (1980) en el grupo de supuesto básico de lucha y fuga, en donde los miembros del grupo buscaron de forma constante enfrentarse contra la dirección y huir de la vigilancia de la misma. Se puede decir que la paranoia se vio expuesta en sus temores religiosos a la figura del demonio y a aquellos que no compartieron dichas ideologías del todo, entre las cuales me encontraba yo. Además, y como lo expresa el mismo Bion, este tipo de grupos atacan todo intento por comprender la dificultad psicológica. Así, la díada terapéutica entre Julieta y yo fue atacada todo el tiempo como resultado de dicho funcionamiento mental, lo que afectó mi capacidad para hacer uso de mi aparato para pensar y mi capacidad de ser continente para las necesidades de mi paciente.
Bion (1974) comenta que para que los terapeutas puedan realizar de una manera adecuada su labor, ésta ha de estar definida no por los logros, sino por su capacidad de experimentar y explorar. De acuerdo a sus postulados esto significa un funcionamiento en K. K es un concepto que implica un conocimiento dado a través de la experiencia. Bion (1980) plantea a K (conocimiento) como un tipo de vínculo que se da a través del aprendizaje por medio de la experiencia. En si mismo, no es una finalidad, sino un estado mental que facilita el conocer al otro. La actividad en K implica que la persona sea consciente de su experiencia emocional y pueda abstraer de ella un enunciado que la represente adecuadamente. K no es un estado fortuito, sino que se deben tomar medidas para poder llegar a él. Se puede afirmar que la institución ha de ser un lugar que fomente un ambiente para que se den momentos de experiencia emocional y de abstracción de la misma. Es decir, que funcione en K. Sin embargo, en esta institución en particular se trabajaba en busca de logros de tipo cuantitativo, y no se permitía que se generara un espacio adecuado para poder llegar a K. Por consiguiente, se generaba en la institución un funcionamiento en menos K. Bion (1980) plantea que a la par que existe un K existe un menos K "que representa el vínculo constituido por no comprender, es decir comprensión distorsionada" (p.93). La institución no facilitó la comprensión, sino que por medio de su funcionamiento como grupo de supuesto básico de Lucha y Fuga alteró mi capacidad de comprender, y generó un espacio en donde la atmósfera no permitía generar conocimientos, ni un interés genuino y real en el otro.
Al funcionar como grupo objeto, y con una mentalidad de grupo de supuesto básico de lucha y fuga, la institución generó presiones constantes en el trabajo psicoterapéutico, atacando mi capacidad para crear la atmósfera adecuada para el tratamiento. Los ataques y la falta de una atmósfera me llevaron a un constante sentimiento de confusión y frustración que se vio reflejado en mi desempeño y en mis persistentes actuaciones. De esta manera, la institución no cumplió con su función de protección, sino que al contrario atacó y perforó la relación constantemente, impidiendo funcionar como un continente cálido y convirtiéndose en uno expulsivo.
La constante lucha que se dio entre la institución y yo como psicoterapeuta llevó a que se dieran diversas formas de aniquilamiento a la díada terapéutica. Una de ellas fue plantear desde un comienzo una ambigüedad y distorsión en las funciones que yo ejercía. Situación que generó un deterioro en la base para el establecimiento del vínculo entre Julieta y yo, y fomentó que en muchas ocasiones yo no estuviera dispuesta para atenderla, teniendo que dejarla de lado. La institución se ubicaba en el grupo objeto que priorizaba la ideología sobre la esencia y razón de su existir: la atención adecuada a los niños.
Otra forma de aniquilamiento fue la constante confusión adentro afuera. Durante el análisis del caso se observó como la institución planteaba una situación similar a la que los niños vivían en sus hogares: como lo fue el hacinamiento, correcciones a su disciplina de forma dura, constantes regaños, etc. La organización repetía el mismo funcionamiento de inexistencia de la función continente - contenido de la madre y la función paterna de ayuda a la madre. También replicaba la imposibilidad que existía en los hogares de los menores de concebir la ley como un organizador social, que debía ser cumplida por todos su miembros. Esta situación se veía directamente reflejada en mi como psicoterapeuta, al ser un miembro de la institución que actuaba como una madre mala.
También existió una forma de aniquilamiento cuando el espacio físico perdió el límite, destruyendo así la atmósfera de trabajo y su calidez. Aniquilamiento que sucedió al momento de aparecer la imposibilidad de trabajar en un consultorio con las ventajas que este ofrece, por las constantes intervenciones de los miembros de la organización. Así el espacio perdió sus límites, no siendo continente y, convirtiéndose en un lugar peligroso, en donde los contenidos se escapaban y violentaban todo el tiempo. Pero hay que resaltar, que una vez se les explicó a los compañeros de trabajo algunas de las características del modelo terapéutico empleado, estas intervenciones disminuyeron. Así pues, es importante que exista claridad sobre el hecho que el espacio físico es un elemento importante en la construcción de la atmósfera de trabajo indicada para realizar un proceso psicoterapéutico de orientación psicoanalítica.
La atmósfera de trabajo dentro de la institución según Meltzer (retomado por Muñoz, 1990) fue sin duda un elemento clave para el trabajo realizado con Julieta. El cambio de atmósfera de trabajo y la protección del nuevo espacio de trabajo, llevó a un cambio la dinámica del tratamiento. Fue allí en donde comenzó a aflorar el duelo que vivía Julieta, y empezaron a aparecer de una manera muy sutil, partes de su mundo interno. El cambio aumentó mis capacidades, al no tener que ser yo la guardiana del lugar de trabajo, sino al existir otro que podía ejercer esa función. La existencia de esta otra persona le me dio más espacio en mi mente para recibir las comunicaciones de Julieta y tolerar la desorganización propia y de la niña.
Es factible decir que la institución violó la díada psicoterapéutica, al no permitirle el establecimiento del vínculo adecuado, colocando una zancadilla. La violación a la díada constituía una defensa inconsciente para derribar, de entrada, el proceso psicológico o vínculo fuerte, saliéndose de la aplicación de la ideología disciplinar autoritaria. La violación a la díada no favoreció ni permitió la generación y el establecimiento de un vínculo terapéutico positivo. No fomentó que se trabajara el duelo que traía consigo Julieta sino que repitió así el esquema familiar, que conscientemente se quería modificar.
Una vez analizado el funcionamiento de la institución, y entendiendo que sin duda afectó de manera negativa el desempeño terapéutico y a la díada, cabe preguntarse: ¿Este es un fenómeno que se repite en otras instituciones? ¿Es viable entonces el trabajo terapéutico de orientación psicoanalítica al interior de la institución? No se trata de dar respuesta puntual a estos interrogantes, tan solo abrir el debate para futuras investigaciones con base a los resultados de ésta y a las propuestas de los autores consultados, que han trabajado en el tema.
Para poder abordar la primera de las preguntas se tendría que hacer un estudio enfocado en el funcionamiento mental de instituciones de este tipo, y analizar la labor de los psicoterapeutas en esto sitios. Sin embargo, es claro que existen fenómenos externos a las mismas organizaciones que facilitarían el surgimiento de culturas y mentalidades grupales de supuesto básico. Dichos fenómenos usualmente se desencadenan en las presiones constantes que se articulan en este tipo de instituciones con las entidades que las contratan, las cuales presionan buscando más resultados de tipo cuantitativos que cualitativos. Buscan que se atienda al mayor número de personas posibles, sin entender ni diferenciar las problemáticas específicas de cada uno, y mucho menos las necesidades que estos seres humanos traen. No permiten entender la misión de la institución sino que buscan responder a intereses externos, que sirven al entramado social para sostener la diferencia entre sanos y enfermos, garantizando que los sanos sean tales por hallarse fuera de estas instituciones (Foucault, 1984). Igualmente las entidades contratantes asumen posiciones amenazan tes, que presionan a las O.N.G. por medio de los contratos que formulan, bajo el temor de la perdida de los mismos. Otro factor externo a tener en cuenta, es que en organizaciones de este tipo, se busca constantemente fomentar acciones preventivas y correctivas sobre las familias, con base en lo que los niños comentan. Éste tipo de actuación promueve la tendencia a mirar hacia el mundo externo, dejando a los niños con grandes sentimientos de culpa, y facilitando que los objetos del mundo interno se conviertan en persecutorios. Es importante ir a la familia, en tanto y cuanto permita que la institución se vea a sí misma como portadora del modelo errático continente - contenido, el cual es, en este caso, proyectado a la familia, sin permitir un análisis del funcionamiento de la institución alrededor de grupos de Trabajo (Bion, 1980).
Del mismo modo hay que tener en cuenta, como lo afirmó Bion (1980), que los grupos pasan la mayor parte del tiempo en un funcionamiento mental de supuesto básico. Por consiguiente, no sería descabellado pensar que muchas instituciones se comportan de una manera que no favorece el establecimiento de relaciones psicoterapéuticas. En especial, no favorece las relaciones de orientación psicoanalítica, las cuales requieren del establecimiento de una atmósfera cálida y continente que favorezca el pensamiento y la generación de un vínculo, sin perseguir una meta previa marcada por la ideología institucional.
El tema de la institución abre lugar para pensar un poco en la segunda pregunta. Muchos autores como el mismo Bion (1980), Lourau, Lapassade, Guattari y Kaës han estudiado el tema, en especial después de la Segunda Guerra Mundial, donde surgió la gran necesidad del trabajo en el hospital psiquiátrico. Ellos han mostrado que a pesar de que Freud nunca hablo de una manera directa con respecto a este tipo de intervención y su manejo técnico (Kaës, 1993), es posible hacer una psicoterapia psicoanalítica al interior de las instituciones. Como primera medida, reconocieron la gran dificultad que esto presenta, y por cuanto hay que hacer un manejo diferente con respecto a elementos como la transferencia y la contratransferencia, a elementos del mundo externo e interno, al manejo de la confidencialidad y la mentalidad grupal, y al narcisismo grupal.
Retomando los planteamientos de Kaës (1989), para poder acercarse a la dificultad que plantea el trabajo terapéutico institucional, es necesario entender previamente como se vinculan el sujeto y la institución, teniendo en cuenta que las dos partes sufren una mutua afectación en los procesos mentales, y generan una formación psíquica propia, que se ve reflejada al interior del trabajo psicoterapéutico. El no tener en cuenta esta parte puede ser tan perjudicial y serio para la díada terapéutica como el no trabajar los fenómenos transferenciales y contratransferenciales. En el caso aquí planteado, yo, en mi mente y en mi comportamiento, era parte actuante y representante de la institución al interior de la díada terapéutica. La negación de este fenómeno mental, como mecanismo de defensa, no permito el fluir de la terapia, causando muchos de las dificultades comentados. Esto conlleva suponer que para el trabajo institucional es indispensable un conocimiento previo, por parte de los psicoterapeutas, del funcionamiento mental de la institución, y de la manera como su mente se entrelaza con la institución, y afecta su esquema de trabajo. El fenómeno de funcionamiento mental grupal ha de ser tratado y analizado como cualquier fenómeno transferencial al interior de la díada terapéutica, viéndolo como un elemento más inmerso en la relación. El propio análisis del psicoterapeuta podría permitirle ver de manera consciente los momentos en que funciona con mentalidad grupal.
De acuerdo con la experiencia que obtuve en esta institución, me llevó a pensar que es necesario tener en cuenta otros factores que faciliten la terapia de orientación psicoanalítica, como que la institución tenga lineamientos claros y una ideología que en sí misma busque el crecimiento de todos sus miembros y promueva el desarrollo psíquico. Como se pudo observar, en la institución había un splitting en sus bases ideológicas, en donde existían unos presupuestos manifiestos, que eran la búsqueda de rescatar a los niños de sus condiciones mentales y familiares. Implícitamente, esto actuaba con el fin de evangelizar a sus miembros. Splitting que repercutía en la labor de sus trabajadores, y en especial la mía que se veía como afectada en mi mente. Siguiendo a Kaës, debe de existir, además, una finalidad especifica de la organización, con funciones puntuales para cada uno de sus miembros, en donde la psicología sea tenida en cuenta y valorizada por lo que ésta es, no por lo supuestos que hay frente a ella. Con esto se quiere decir que la labor del psicólogo necesita ser tenida en cuenta de acuerdo a su función psicoterapéutica, y no de elemento conciliador ni de vigilancia para los miembros. La institución debe reconocer la importancia del enfoque psicoanalítico o al menos no estar en contra de él. Debe entender y respetar la comprensión que ofrece este enfoque sobre el funcionamiento de la mente y la ética generada con su teoría que implica el respeto a la persona en la construcción de su propia subjetividad. Para esto la institución tiene que ser flexible y tiene que permitir un trabajo congruente entre la teoría y la práctica, en donde se dé un encuadre psicoterapéutico que no desborde los principios teóricos que lo rigen.
Otro elemento importante y que fue clave en este análisis, es la delimitación de un espacio terapéutica que permita la generación de una atmósfera apropiada de trabajo. Para que exista una adecuada labor terapéutica, es necesario crear una atmósfera propicia. Debe ser un espacio físico claro y definido, de uso exclusivo del psicoterapeuta y sin interferencias mientras se está usando. Un espacio que sea respetado y valorado como un lugar de trabajo por la institución para que el psicoterapeuta pueda libremente abrirlo para que sea usado por el paciente.
El campo de la mentalidad institucional o grupal debería ser sumido como área de investigación propio por el enfoque psicoanalítico por cuanto de su comprensión depende que el trabajo psicoterapéutico de orientación psicoanalítico que actualmente se está instaurando en las instituciones de asistencia pueda mostrar su utilidad como instrumento de desarrollo psiquico para los niños que son atendidos en estos centros.
Se puede resumir con respecto a esta esfera que:
El esquema psicoanalítico debe dar a conocer sus fundamentos, aplicaciones, alcances y limitaciones dentro de la institución para que pueda ser valorado como instrumento terapéutico.
La institución debe aceptar el esquema psicoanalítico y su ética de respeto a la construcción de la propia subjetividad del paciente o por lo menos no estar en contra de él.
Debe haber claridad sobre el tipo de vinculación de la mente del psicoterapeuta a la institución, y los alcances de la ideología explícita e implícita de la institución sobre sus miembros, con el fin de conformar una visión de la realidad mental institucional.
Que al interior de la institución se propicie o facilite la generación de atmósferas de trabajo que conlleven a la constitución de grupos de trabajo, como lo plantea Bion. De esta manera disminuye la instalación de supuestos básicos que inciden en el trabajo psicoterapéutico, dificultando la capacidad de pensar. Por el contrario, la institución debe favorecer la capacidad de experimentar y generar un interés genuino en el conocimiento, enfrentando así su tendencia a funcionar en forma similar a la problemática que atiende.
Es importante entender los factores y presiones externas que enmarcan intereses latentes tanto particulares de las organizaciones contratantes, como a nivel macro social.
Que la institución admita la mentalidad de la transversalidad, de tal forma que se propicie el grupo sujeto, aceptando el conflicto, y la necesidad de cambio. Que sea posible la autonomía particular de la psicoterapia de orientación psicoanalítica, y que el psicoterapeuta no actúe en nombre de mandatos externos.
Referencias
Bion, W.R.: (1966) Elementos de Psicoanálisis. Ediciones Hormé Buenos Aires, Argentina
________: (1980) Aprendiendo de la Experiencia. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, España
________.: (1980) Experiencias en Grupo. Editorial Paidós. España
Foucault, M. (1984): Vigilar y Castigar: El Nacimiento de la Prisión, Novena Edición Siglo Veintiuno Editores. México
Guattari, P.F.: (1972) Psicoanálisis y Transversalidad Siglo Veintiuno Editores, S.A. Argentina
Kaës, R y Cols.:(1989) La Institución y Las Instituciones: Estudios Psicoanalíticos Paidos Editores. Argentina.
Kaës, R: (1993): El Grupo y el Sujeto de Grupo, Amorourtu Editores. Buenos Aires, Argentina
Lourau, R.: (1970) El Análisis Institucional Amorrourtu Editores. Buenos Aires Argentina
Meltzer, D.: (1976) Sinceridad y Otros Trabajos. Spatia Editorial. Buenos Aires, Argentina,1997.
Muñoz, C.: (1989) La relación Madre Bebé, Analista Paciente Como un Desencuentro, un Choque, un Vacío o un Acople. Revista de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis Vol. 14, (3): 443- 464. Bogotá Colombia