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Número 8 - Septiembre 2005
Abstract del programa de prevención del
abuso de alcohol para adolescentes
(Implementado en el Partido de Laferrere,
Prov. de Buenos Aires, Argentina, en el 2001)

Mónica Kot

El alcoholismo es uno de los más antiguos problemas que padece la población latinoamericana. Adquiere en la actualidad una relevancia epidemiológica y constituye una de las principales endemias de la Argentina.

El alcohol es una de las pocas drogas sedativas y dependígenas, que tiene legalizado su consumo y que es promocionada activamente por los medios de comunicación masiva.

La edad de inicio de la bebida varía según diferentes contextos socio-culturales, y se sitúa alrededor de los 13 años en América Latina, en sujetos que no han completado su desarrollo, siendo portadores de un alto grado de vulnerabilidad psicológica.

El adolescente atraviesa diferentes desafíos: el hallazgo de objeto exogámico, el cambio en los vínculos con grupos e instituciones, la elección vocacional y laboral, así como el encuentro de una pareja pensada como definitiva y hasta quizás, la asunción de la paternidad.

En la adolescencia, el sujeto comienza a salir del territorio materno, hay una necesidad del hijo en relación a la presencia del padre. Este, en su presencia o ausencia, en su función, modelo y/o referencia, se constituye en un importante predictor del futuro desarrollo del adolescente. Posteriormente, pasaría a ser sustituido por una idea, una entidad, una institución, alguien que, actuando desde la posición paterna, le permita construir premisas, valores, ideales, desde donde posteriormente ejerza la toma de decisiones.

El aprendizaje adquirido a partir de las distintas instancias de socialización, cumple un papel esencial en el futuro comportamiento de los jóvenes hacia la salud, así como también es fundamental en la responsabilidad que el adolescente irá adquiriendo por cada una de sus acciones.

El proceso de transmisión familiar, cultural, social, también moldea las expectativas sobre los efectos de las acciones que se llevan a cabo.

Partiendo de la hipótesis que el trabajo sobre el desarrollo de las habilidades sociales en púberes, producirá cambios en las expectativas de los efectos en el consumo de alcohol se implementó un programa de prevención del abuso de alcohol en adolescentes, especialmente en escuelas e instituciones.

El objetivo fue el de potenciar el intercambio grupal, reforzando las distintas redes de sostén de los adolescentes para fortalecer habilidades sociales y facilitar la capacidad de los jóvenes, para elegir responsablemente en cuanto al consumo.

Se tomó en cuenta la perspectiva cognitiva conductual, que señala la importancia de las "creencias" en el desarrollo de una acción, y el hecho de que éstas ayudan a formar las expectativas que moldean los impulsos.

Se ha enunciado que la relación de determinación entre expectativas y comportamientos es un hecho fundamental en lo que hace a la problemática del uso y abuso de alcohol. Se pone el acento en el valor predictivo de las expectativas.

R. Fernández Ballesteros, J. A. I. Carrobles (1988), consideran que una respuesta socialmente habilidosa sería el resultado final de una cadena de conductas que empezaría con una recepción correcta de estímulos interpersonales relevantes, seguiría con el procesamiento flexible de estos estímulos para generar y evaluar las posibles opciones de respuesta de las cuales se escoge la mejor, y termina con la emisión apropiada o expresión manifiesta de la opción escogida.

En función de la preocupación que este hecho suscita en nosotros, se implementaron talleres participativos.

Se utilizaron técnicas didácticas, psicodramáticas, audiovisuales y de interrelación con el entorno, con la finalidad de contribuir a modificar, desarrollar conductas e incorporar nuevos conocimientos.

Se recomienda implementarlo en púberes a partir de los 10 años.

El objetivo general de los talleres se basa en reforzar las habilidades sociales de los participantes, promoviendo acciones de prevención sobre la problemática del alcohol.

Los objetivos específicos están en relación a establecer el grado de expectativas respecto de los efectos del consumo de alcohol en la población bajo estudio, conocer el nivel inicial de habilidades sociales con que cuentan estos púberes, evaluar cambios en las expectativas de los efectos del consumo de alcohol luego del desarrollo de la intervención, así como establecer el tipo de consumo de alcohol en la población, luego de la intervención efectuada.

Se planificaron y efectuaron un total de 12 encuentros, con una frecuencia semanal, y se desarrollaron en el ámbito y horario escolar, con una duración de una hora y media con cada grupo.

Los talleres contaron con la aprobación y el interés del personal directivo, docente y no docente de la escuela.

El trabajo contó con una coordinadora y un observador participante.

Para el desarrollo de los talleres, se utilizaron técnicas dirigidas a reforzar las habilidades pro-sociales, interpersonales, las primeras habilidades sociales (presentarse, presentar a otra persona, iniciar una conversación, escuchar, entre otras), las habilidades sociales avanzadas (participar, pedir ayuda, dar y seguir instrucciones, convencer a los demás, disculparse, entre otras), las habilidades de planificación (tomar iniciativas, discernir sobre la causa de un problema, recoger información, tomar una decisión, establecer un objetivo, entre otras), habilidades relacionadas con los sentimientos, habilidades para hacer frente al estrés, así como las habilidades alternativas a la agresión.

Se utilizaron técnicas conductuales como el entrenamiento en asertividad (aprender a expresarse y comunicarse de manera adaptativa), en el intento de que los jóvenes puedan incrementar sus habilidades conductuales para afrontar situaciones potencialmente estresantes, asumiendo que podrían así desarrollar una mayor sensación de competencia.

Se consideró también la importancia del aprendizaje participativo, que pone en juego la propia experiencia del sujeto, sus creencias y sus opiniones.

El grupo como espacio de contención, apoyo y fuente de bienestar, permitió crear un contexto creativo para experimentar y ejercitar comportamientos, a la vez que fomentar un proceso reflexivo mediatizador de las conductas automáticas e impulsivas que muchas veces llevan a los jóvenes a transitar caminos alejados de la salud.

Recurrimos a la escuela considerándola como un contexto propicio para la labor preventiva, con el objeto de promover el crecimiento y la autonomía de los adolescentes, buscando formar jóvenes más capacitados para buscar soluciones alternativas frente a la adversidad, jóvenes "equipados para la vida".

Los talleres incluyeron ejercicios de dinámica grupal, como temáticas de inclusión-exclusión; liderazgo, manipulación, etc. Análisis de las propagandas, películas y canciones.

Visulaizaciones dirigidas, dramatizaciones.

Testimonios de alcohólicos en recuperación.

Trabajos de multiplicación de la experiencia con otros grupos de la comunidad (chicos menores que ellos, familia e integración con diferentes materias de la currícula escolar).

Se concluyó la tarea en un encuentro comunitario donde se realizó un concurso de afiches realizados por los chicos con consignas que promovían la prevención del abuso de alcohol con instalación de stands que ofrecían atractivas bebidas no alcohólicas (licuados y jugos de fruta).

Luego del desarrollo de la presente experiencia, se recalca la necesidad de salir a la comunidad, superando perspectivas individuales, tomando conocimiento de los factores socioculturales, que tienen una importante influencia en la problemática del uso y abuso de alcohol, y potenciando los propios recursos que la comunidad misma puede instrumentar a favor de la salud.

También es importante trabajar en forma preventiva sobre el sistema familiar, y la educación que los hijos reciben de sus padres.

Se ubicó la importante función que cumplen los límites, que permiten al adolescente, asumir responsabilidades y desarrollar capacidades que alimentan el crecimiento yoico y de su autoestima, límites que funcionan como los más tempranos antecedentes de las leyes que rigen en la realidad socio cultural y, por ende, protegen al sujeto del caos pulsional en lo individual y de la anarquía social de lo colectivo.

Para esto, es indispensable que los padres favorezcan la flexibilidad del sistema familiar, permitiendo a los jóvenes la entrada y salida de este sistema para que puedan probarse afuera y volver a sentirse a cubierto en casa, ante eventuales tropiezos. Es también necesario cambiar las antiguas reglas interaccionales que se venían manteniendo hasta ese momento.

La familia a su vez necesita aceptar el desafío que la adolescencia propone, reorganizarse y procesar los cambios; necesita, fundamentalmente, aprender a comunicarse de manera diferente con los hijos, sostener la comunicación.

En base a estos bastiones fundamentales para que el proceso adolescente pueda desarrollarse (la comunicación, la aceptación de los cambios, la flexibilidad) se consideró el presente estudio de intervención, como un elemento potenciador de múltiples intercambios: intercambio entre pares (a partir del trabajo grupal en el ámbito escolar), entre los adolescentes y la institución educativa, entre los chicos y sus familias (talleres que involucraban la participación de la familia, encuentros con los padres), entre las familias y la institución educativa (inquietudes que los padres compartieron con las autoridades de la escuela, que derivaron en consultas psicológicas).

Así, la riqueza de la etapa adolescente se refleja en el rol que los jóvenes cumplen en las familias: el de introducir un nivel de intercambio familia-comunidad más fluido.

De allí la motivación para realizar aportes que fortalezcan estos pilares fundamentales de la sociedad.

Se concluye esta experiencia con el deseo de que se convierta en un aporte útil, para el abordaje de las expectativas de los efectos del consumo de alcohol en adolescentes, utilizando el aprendizaje de habilidades sociales, así como una herramienta para poner en marcha acciones preventivas por parte de distintos organismos de la sociedad.

Sería también alentador, que esta experiencia pueda ser motivadora de futuras investigaciones, y de acciones por parte de todos los trabajadores de la salud, comprometidos con el deseo de construir un mundo mejor.

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