En el mes de diciembre de 1970, un enfermero del Hospital Borda anuda en el dedo de un pie el rutinario epitafio de la muerte en el hospicio. Todo cabe en un pequeño cartel: "Jacobo Fijman, 72 años, muerto de edema pulmonar agudo".
Sabía que la muerte lo encontraría en el hospicio; años antes había dicho: "lo terrible es que nos traen para que uno no se muera en la calle. Y luego todos morimos aquí.....Y sin embargo la muerte existe. Ella también se corporiza. Pero aquí, en el hospicio, sus apariencias son las más terribles. ¿ Acaso imaginan el velorio de un loco ? " .
Un año antes en la Galería Rubbers, recibía el homenaje de unos pocos amigos y la curiosidad de otros. En años anteriores sus salidas del hospicio eran frecuentes. Concurría a la Sociedad Argentina de Escritores y la Biblioteca Nacional, para luego volver al Borda, que era su hogar.
Antes, fue un expulsado permanente. Había nacido en Besarabia (Rusia) y ya a los cuatros años emigró con su familia. Luego fue expulsado de colegios, bibliotecas, casas de familias y, en general, de eso que se conoce como vida social. Su poesía también fue expulsada. El ostracismo y un singular olvido de sus pares, hicieron que, aún hoy, muy pocas librerías tengan algunos de sus tres libros editados.
Fijman fue un personaje tan rico, tan lúcido, tan irónico y tan místico, que no encajaba en ningún círculo, no ya literario, sino social.
En las tertulias literarias, sus palabras dejaban huella en sus pares, a tal punto que, algunos escritores lo incluyeron como personaje en sus obras. Leopoldo Marechal, en su libro "Adán Buenosayres " lo incluye personificando al filósofo villacrespense "Samuel Tesler". En algunos pasajes, la ironía y la profunda lucidez de los dichos de Fijman se destacan nítidamente. Por ejemplo, refiriéndose a los médicos dice:
"Ser médico ahora significa dominar los cuerpos en la edad de los cuerpos. Los grasientos burgueses que amasan el oro, no lo aflojan sino a dos potencias: a los que le defiende el oro y a los que conservan o restauran el buen funcionamiento de sus vísceras. Por eso estamos en la era de los abogados y los médicos.
Imaginemos un ídolo de las finanzas...inaccesible, todopoderoso, reverenciado, temido....LLega el médico y el ídolo se derrumba: lo hace desnudar, lo manosea, lo pincha, le introduce una cánula en el orificio anal o una sonda en la uretra, lo tiene inquieto acerca de la mayor o menor putrefacción de sus órganos vitales, juega con sus temores y esperanzas, le gradúa la comida, el sueño y la fornicación. Es que la medicina estambién un instrumento de dominación".
Abelardo Castillo lo incluye con el nombre de "Jacobo Fiksler" en su libro "El que tiene sed", y lo describe: "Y finalmente ahí estaba el viejo poeta, el hombre en pedazos, el casi mitológico demente".
Fijman fue internado en el Hospicio de la Merced (actual Hospital Borda) en 1.942, exactamente el mismo año en que Enrique Santos Discépolo escribía el tango "Uno", que comienza diciendo: "Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias" .
El 30 de noviembre de ese año, la Policía Federal detalló los efectos personales de Fijman cuando fue llevado al hospicio: "la puerta abierta sin llave, un par de zapatos muy usados, un saco, un pantalón gris, un álbum con seis discos, un par de medias grises, dos carpetas rojas de cartulina con apuntes, una caja con varios trozos de lápices, un cepillo, un peine, dos cuadritos dibujados a lápiz, una valija marrón, un atado de ropa sucia, una caja con cuerpos geométricos de cartulina, una vitrola portátil a cuerda de caja negra, un crucifijo de metal oscuro, una camisa blanca, dos pañuelos de bolsillo, setenta y siete libros de encuadernación rústica, nueve de encuadernación especial y un llavero.
Decía Fijman: "No es muy fuerte mi afecto a la cosas. Además, prácticamente no tengo nada. Pero hay casas en las que hasta un cuadro de Modigliani está fuera de lugar. Y amo entonces la mesa y el mantel".
Antes de ir a vivir al neuropsiquiátrico deambuló por cárceles, hospitales, barracas, prostíbulos del Paraguay, barcazas a medio hundir, trenes de carga, en un estado mental que fue calificado de: esquizofrenia, anarquismo, locura mística, demencia. En realidad, la palabra que definía sus actitudes era "exceso".
Otra manifestación notoria de Fijman, con la que quizá se defendía, era la ironía. En una entrevista realizada en 1.967 por una periodista de la revista "Primera Plana" dijo:
"cuando me quedé sin empleo surgió la posibilidad de la internación. Me entrevistaron y dijeron: "diga algo". respondí: "me casé con Alfonso XIII. Yo en ese momento estaba pensando en el Museo del Prado, en el Greco. ¿ Cómo iba a hablarles de eso a ellos".
"Años atrás me encontré con la partera que me trajo al mundo, ella me confesó que yo nací hablando. ¿Sabe que decía? Yo soy el Mesías y en hebreo. Anótelo , es un recuerdo de infancia distinto a los de Borges".
"Los médicos me aplicaron electroshok. Seguramente veían en mí un mal que pretendieron expulsar con la electricidad. Y ciertamente parece que me hizo bien. Hace años que no me resfrío".
Con esas ironías surrealistas, casi monstruosas, se defendía de su dolorosa incapacidad de adaptación a la hipocresía..
Fijman muestra en su poesía períodos bien diferenciados en sus tres únicos libros. En "Molino rojo" el cuerpo se hace presente de la forma más diversa. En "Hecho de estampas" hay un camino sensorial donde los verbos manifiestan claramente lo que pasa en esa etapa. Por último en "Estrella de la mañana"(1.929) su poesía se aleja totalmente de lo corporal y sensorial, para integrarse definitivamente a lo místico. Es que Fijman a los 33 años toma el camino del misticismo; camino que no abandonará hasta su muerte.
Desde muy pequeño abordó el dibujo, la pintura y la música. Durante mucho tiempo se ganó la vida tocando el violín. Y sus dibujos y pinturas lo acompañaron siempre. Refiriéndose a esto decía: "He pintado desde niño. Ahora lo hago para purificar mis sentidos externos e internos. Sólo de esa forma es válido pintar o escribir. Y hasta que los que se dicen pintores o escritores no lo entiendan, deberían dejar esas cosas. Porque están mintiendo. El arte tiene que volver a ser un acto de sinceridad. Toda creación debe superar una ansiedad. Crear es poner fin a esa angustia. Aunque el arte no cura, porque no tiene remedio. El arte es una nave donde los locos tuercen la deriva".
En su poema "Canto de cisne" Fijman habla de la demencia y dice:
"Demencia: el camino más alto y más desierto.
¿ A quién llamar ?
¿ A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?
Se acerca Dios en pilchas de loquero
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas
y mi canto se enrosca en el desierto.
¡ Piedad! "Alguna vez le preguntaron qué es el delirio. Y dijo: "Hay un delirio poético del que padecen los poetas, los artistas. Delirio es como salirse del surco. Como si el arado se saliese del surco".
Quizá Fijman haya sido un juntador de formas expresivas para poder soportar su destino de exclusión
Recopilación de datos y texto: Ernesto Vior
Bibliografía: "Poesía Completa" Jacobo Fijman. Ediciones del Dock.