Del Seminario 22 tomaremos la idea que despliega Lacan en relación al padre pereversement orientado (1). Sin duda el significante pere-versement, donde el padre aparece incluido en el término perversión resultó en su momento algo inesperado.
¿Es posible que justamente pueda emparentarse al padre, aquel que profiere la ley, con la perversión, siendo que ésta en términos analíticos es aquella que remite a la renegación de la castración, cuestión contradictoria con la función paterna?
Señalemos enseguida que en este concepto que Lacan nos brinda en RSI, el goce de ese padre, el de la pere-versión, estaría orientado hacia una mujer.
Refiere allí al padre que, como hombre, puede hacer de su mujer un objeto “a” minúscula causa de su deseo y objeto de su goce sexual.
Es la función que a la madre la descompleta, haciéndola también mujer, permitiendo así mantener el justo me-dios en el buen caso.
Es que el pere, padre, otorgará al niño otra versión además de la materna, entendiendo que versión es un modo de interpretar los hechos. El padre permitirá contar con algo que más allá de la versión materna, aportará al hijo una autorización .
A pesar de tener sus síntomas, es decir sus fallas, lo importante será que él añada a estas fallas la pere-versión.
No se trata del padre educador ni del padre del magisterio que más bien conducirían a la psicosis, sino del padre que pueda hacer de su mujer un síntoma al ubicarla en relación a su goce fálico a modo de creencia y no de certeza como en la psicosis.
Agreguemos que en este Seminario sobre real, simbólico imaginario, Lacan ha pasado a nombrar también como nombres del padre a la Inhibición, el Síntoma y la Angustia modos de frenar los goces respectivos del sentido, el fálico y el goce del Otro.
Estos nombres del padre son creados y utilizados por el sujeto que habita la neurosis para sofrenar el goce irrestricto.
Así se establecen sobre el nudo borromeo giros dextrógiros cada vez que un registro hace inmixion sobre el otro impidiéndole contar con la existencia necesaria.
Cuando lo simbólico aplasta el agujero de lo real pretendiendo ubicar todo en terreno significante, el nombre del padre se llama síntoma y es el que impide un arrasamiento de lo simbólico por sobre lo real.
Cuando lo real se abate sobre lo imaginario irrumpiendo, el nombre del padre se llama angustia y cuando el imaginario recae sobre lo simbólico cristalizando sentido único, la inhibición se hace presente.
El pequeño Hans (2) que Freud nos acerca ha surcado estos tres nombres debido a que la función paterna en el complejo era muy deficitaria, para frenar el goce propuesto por su madre maître, que no se dejaba privar fácilmente y por la ineficacia de la función paterna ejercida por su padre, debió este niño ayudarse con estos tres recursos que lo protegían del Goce del Otro, del Goce fálico y el goce sentido.
La función paterna en la estructura es decisiva, pues su intervención es la que produce el corte, la separación del sujeto impidiendo que quede ubicado como objeto condensador de goce del fantasma materno .
Nótese que dicha función está ligada a la ley y al deseo, no deviniendo normativa en casos en que el padre se presente como Otro maternante, “educador “o maître.
El film “Claroscuro” (3) del director: Scott Hicks lo muestra genialmente, presenta un caso real llevado al cine. Se trata de la vida del pianista David Helfgott, la obra cuenta la sufrida historia de un hombre atormentado que ha sido educado desde su más tierna infancia por un padre omnipresente que con su demanda aplastante no posibilitó corte alguno, por el contrario lo dejó presa de sus pedidos imperiales que no podrían sufrir la más mínima grieta.
Cada vez que el joven protagonista lograba sustraerse aunque sea mínimamente de la Demanda elefantiásica del padre, éste lo rechazaba de plano haciéndolo caer en el vacío. Lejos de convalidar un logro de su hijo, los combatía a ultranza, exigiéndole de ese modo que permaneciera bajo su ala al modo de un objeto.
Un padre domine, diríamos, no opera su función, por el contrario se aleja de ella, pues produce anclajes en el goce en cambio de corte con él; llevando al sujeto a sumergirse el mismo en las riberas de un goce ruin.
En el film mencionado puede observarse como la única vez que el protagonista logra restarse de la demanda del padre que le impedía el acceso a su deseo, esa sustracción no será para el sin un altísimo costo.
El joven acepta una beca para estudiar piano en Inglaterra a pesar de la severa oposición del padre quien le ordena permanecer junto a su familia en Australia y no destruir así lo que él ha formado con tanto ahínco: su familia.
El chico acepta la beca decíamos, pero en el momento de participar de un concurso de gran importancia que podría llevarlo al éxito, concurso que le llevó muchísimo tiempo de preparación, y luego de tocar maravillosamente en el concierto sufre un colapso tal que debe ser intervenido psiquiátricamente.
Cabe aclarar que la obra elegida para participar es una pieza de altísima dificultad que sus mismos profesores le habían recomendado en otras ocasiones, no ejecutar en conciertos, no exponerse tanto, sin embargo su padre, su manager de antaño desoyó cada vez que pudo estas sugerencias obligando a su hijo a continuar con dicha ardua y riesgosa tarea.
En el momento del concierto en Londres, él mismo puede elegir sin la adusta mirada paterna alguna obra en la que se pueda explayar más cómodamente, sin embargo sostiene el mandato paternal y toca lo que su padre tantas veces le había ordenado. Lo hace excelentemente sin embargo, a partir de allí su vida cae en banca rota y sus sueños de pianista se desvanecen.
Este episodio nos recuerda la anécdota relatada por V Droscher (4) estudioso etólogo que suele dar en sus libros ejemplos interesantes, el siguiente trata de una observación sobre la boa constrictora y el sapo: observa el etólogo que en el zoológico se le da a la boa en su parcela un sapo vivo como toda comida.
El sapo acorralado, intenta huir pero ante la inminencia de esa boca que se avecina como devoradora y luego de haber buscado infructuosamente salir por diversos ángulos, ante la imposibilidad de hacerlo, es él mismo sapo quien comienza un camino sin retorno que lo dirige justamente hacia la boca de la boa constrictora.
Así, la ausencia de operatoria paterna, reguladora del goce, propiciadora del deseo, donante de títulos en el bolsillo, ha llevado al protagonista a arrojarse como objeto en una escena.
Si bien pudo desobedecer al padre maître participando del concurso, se ubica ahora como el sapo de la observación de Droscher, quien enviste el camino hacia el ahogo y la destrucción.
Nuestro protagonista no contaba al momento de su adolescencia con “los títulos en el bolsillos” otorgados por la función paterna. Títulos que hubieran hecho de su estructura un “irreventable” que le permitiera soportar el “acto” de tocar el piano frente a un gran jurado que lo confrontaba inexorablemente con lo que no contaba: la castración.
La función paterna no operó allí, ya que su padre se ubicó como maternante/dominante y arrasó al hijo con su demanda demoledora. Intentó colonizarlo a pleno sin dejar resonar en su demanda educativa imperial, el vacío que aloja al sujeto ni permitir desde luego, que su hijo despunte sus propios rasgos.
Notas
(1) Lacan, Jacques. Seminario RSI Inédito. Clase 4
(2) Freud , Sigmund “A cerca de la fobia de un niño de cinco años”.
(3) “Claroscuro’’ de Scott Hicks.
(4) Droscher Vitus “Hay que aullar con los lobos” capítulo dos. Editorial Planeta, España 1984