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Número 14 - Noviembre 2020
Reportaje a Daniel Benveniste.
Biógrafo de W. Ernest Freud

Entrevista realizada por Ariel Pernicone


Daniel BenvenisteAriel Pernicone: En principio, a modo de presentación, deseaba preguntarle por su propia historia, su origen, cómo ha sido su formación y sus referentes o interlocutores en su relación con el psicoanálisis.

Daniel Benveniste: Soy psicólogo clínico con especial interés en la metáfora, el arte, el juego, la teoría y técnica psicoanalítica, la historia psicoanalítica y la relación entre el desarrollo psicológico y la evolución cultural en la línea de "Totem y Taboo".
Soy originario de California y realicé mis estudios de psicología y mi maestría en psicología clínica en la Universidad Estatal de San Francisco y luego concluí mis estudios de doctorado en la Escuela de Psicología Profesional de California en Berkeley y Alameda (USA). Comencé mi trabajo centrándome en el trabajo con niños, el juego y en particular, los dibujos de los niños y las historias que cuentan sobre sus dibujos. Trabajé extensamente con niños autistas y niños en entornos escolares, a menudo en una modalidad de psicoterapia del arte.
En los comienzos de mi carrera me interesé particularmente en Interpretación de los Sueños de Sigmund Freud e Infancia y Sociedad de Erik H. Erikson. Después de unos años me interesé en el trabajo de Jung y estudié con dos discípulos directos de Carl Gustav Jung: John Weir Perry y Joseph L. Henderson. De los doctores Perry y Henderson aprendí mucho sobre arte, mito, ritual, psicopatología, desarrollo, simbolismo y metáfora. Pasé nueve años estudiando la obra de Jung y luego, cuando comencé mis estudios de doctorado, recibí la influencia de mi mentor freudiano Nathan Adler, quien había sido alumno de Siegfried Bernfeld durante muchos años. Bernfeld fue un psicoanalista que había estudiado directamente con Sigmund Freud en Viena e inmigró a los Estados Unidos. De Nathan Adler aprendí mucho sobre la técnica clínica freudiana, escuchando en metáforas y haciendo interpretaciones en metáforas. Posteriormente tuve dos seminarios destacados con Rollo May, quien fue alumno de Alfred Adler. De Rollo May aprendí ideas importantes sobre psicología existencial, psicología humanista, mito y metáfora. Estos cuatro mentores forman la columna vertebral de mi capacitación junto con muchos otros profesores y 27 años trabajando en salud mental comunitaria.

AP: ¿Dónde desarrolla su práctica actualmente y cuáles son sus actividades principales en el presente?

DB: Soy psicólogo clínico y, aunque no soy psicoanalista, mi orientación teórica principal es el psicoanálisis. Mi trabajo e intereses incluyen psicoterapia psicoanalítica, orientación, enseñanza y escritura. Comencé en la universidad en 1972. Mis dos primeras publicaciones (1983, 1985) fueron sobre dibujos infantiles. A partir de mediados de la década de los setenta, continué activamente con mis ideas sobre la relación entre el desarrollo psicológico y la evolución cultural. Después de graduarme del doctorado, comencé una supervisión clínica independiente con Nathan Adler con quien estudié durante cinco años. Escribí, enseñé, supervisé, investigué sobre historia psicoanalítica en San Francisco y practiqué psicoterapia en el área de la Bahía de San Francisco hasta 1999. Fue entonces cuando me mudé a Caracas, Venezuela para vivir con mi novia, ahora mi esposa, Adriana Prengler. Viví en Venezuela durante 11 años durante los cuales vi pacientes, enseñé en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Católica Ándrés Bello en Caracas, escribí artículos e investigué sobre dos libros: la biografía de W. Ernest Freud y mi trabajo sobre Totem y Taboo. Pero cuando la situación socio-económica y política en Venezuela se deterioró de un modo extremo, supimos que teníamos que dejar nuestra amada Venezuela. Salimos en 2010 y nos mudamos al Noroeste de los Estados Unidos, en el estado de Washington, donde vivimos actualmente, en un suburbio de Seattle llamado Sammamish. Es allí donde veo a mis pacientes, en su mayoría adultos, y escribo. Además, una vez al año durante los últimos tres años, Adriana y yo hemos sido parte del Programa de Capacitación en Psicoterapia Sino-Americana en Wuhan, China, donde damos conferencias y supervisión de grupo a 220 estudiantes de toda China.

AP: ¿Por qué ha considerado la importancia de escribir la biografía de W. Ernest Freud, nieto de Sigmund Freud, de cuya observación naciera su escrito sobre el juego del “Fort-da” y el análisis del mismo publicado en el capítulo II de “Más allá del principio del placer” en 1920?
¿Cuál entiende usted puede ser el aporte de su investigación histórico biográfica?

DB: Desde mi perspectiva, una parte importante de una identidad psicoanalítica es comprender el lugar de uno como profesional de la salud mental en el contexto histórico actual. Por eso ha sido tan importante para mí rastrear mis linajes desde Nathan Adler a Siegfried Bernfeld a Freud, o desde John Perry a Carl Jung, a Sigmund Freud y, de manera similar, lo emocionante que fue para mí conocer a W. Ernest Freud, mirarlo a los ojos y saber, que una vez él, a su vez, había mirado a los ojos de Sigmund Freud.
El psicoanálisis es una tradición humana que se transmite de una generación a la siguiente. Fue extraordinario tener la oportunidad de hablar con W. Ernest Freud sobre su vida como psicoanalista y su relación con Sigmund Freud, Anna Freud y tantos otros psicoanalistas importantes que estuvieron en su hogar mientras crecía y luego formaron parte de su comunidad profesional.

Fue interesante e inspirador para mí escuchar sus historias. No fue un psicoanalista famoso, pero fue reconocido como un analista competente y para mí estaba claro que fue muy psicoanalítico en su pensamiento, muy conocedor de la teoría y la técnica psicoanalítica y que se preocupaba mucho por sus pacientes. Más allá de su competencia como psicoanalista, fue en muchos aspectos un hombre muy atribulado: retraído interpersonalmente, que sufría pensamientos obsesivos y estados de ánimo depresivos. No obstante, me agradó mucho, lo encontré como un hombre muy decente e interesante, que había sobrevivido a más tragedias que la mayoría de la gente encuentra en una sola vida.
La biografía que escribí es un libro muy extenso, pero espero que algún día alguien, o quizás un grupo de personas, lo traduzca al español capítulo por capítulo y lo ponga a disposición de los psicólogos hispano parlantes.

AP: ¿Cómo fue que llegó a conocerlo, como fue desarrollando el diálogo con él, y de qué modo se llegó a la idea o propuesta de escribir esta biografía, largo tiempo trabajada, publicada finalmente en el año 2015?

DB: En 1998 leí una entrevista con W. Ernest Freud (1985), realizada por Jay Martin. (Freud, W. E., & Martin, J. (1985). W. Ernest Freud and Jay Martin: A conversation. Psychoanalytic Education, 4, 29–56.) Lo encontré absolutamente fascinante porque incluía la descripción de un juego que Ernest jugó en su adolescencia que era muy similar al juego fort da de su primera infancia. Era una especie de juego de pesca con un hilo, un peso y un anzuelo que usaba para recoger cosas de un basurero. Tenía algunas ideas sobre este juego que escribí en un artículo y decidí que me gustaría que alguien hiciera algunos comentarios al respecto. Entonces pensé: "Bueno, ¿quién sería mejor que el propio W. Ernest Freud?" así que le escribí y, para mi gran placer, me respondió con una hermosa carta y seis meses después estaba en Heidelberg (donde vivía Ernest) e hice arreglos para visitarlo. Tuvimos una reunión muy agradable y comenzamos una correspondencia. Dos años después Adriana y yo lo visitamos nuevamente en Heidelberg y esta vez, cinco minutos después de nuestra llegada, me preguntó si me gustaría escribir su biografía. Cuando preguntó, no lo dudé ni un momento. Vi la biografía como un proyecto interesante e importante en el que estaba encantado y honrado de poder trabajar.

Acepté la invitación de inmediato y comencé a grabar extensas entrevistas con él. Mi intención no era escribir una biografía heroica o la historia de un gran contribuyente al psicoanálisis, sino más bien contar la historia de un hombre bastante común en sus contextos familiares, profesionales, sociales e históricos, todos los cuales eran bastante notables. Estamos hablando de un hombre que nació al comienzo de la Primera Guerra Mundial, que estaba en Viena cuando Hitler invadió, estuvo en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial y estuvo estrechamente asociado con muchos de los gigantes del psicoanálisis desde su abuelo Sigmund Freud, su tía Anna Freud y tantos otros.

Daniel BenvenisteAP: Entiendo que de este lazo directo que estableció y de su diálogo cercano y personal con W. Ernest Freud ha surgido lo esencial o una parte importante de los datos presentados en la escritura de su libro. ¿De qué otras fuentes se ha valido para realizar su investigación, a qué otras personas ha entrevistado o bien qué documentos de valor histórico biográfico ha podido consultar además, en el curso de su trabajo?

DB: Cuando conocí a W. Ernest Freud ya tenía experiencia investigando en historia psicoanalítica. Había publicado varias entrevistas, incluidas entrevistas con Rudolf Ekstein y Joan Erikson (esposa de Erik Erikson), ambos amigos de W. Ernest Freud. La metodología de mi investigación fue principalmente entrevistar a W. Ernest Freud y fotocopiar documentos pertenecientes a su vida. Más allá de eso, examiné libros de cartas de Sigmund Freud, libros sobre historia psicoanalítica y entrevisté a personas que eran sus amigos y colegas. Entrevisté, por ejemplo, a la ex-esposa de Ernest, a su ex-cuñado, al distinguido analista Alex Holder de Alemania y a varios otros. Pero quizás el contribuyente más significativo a mi investigación, en este sentido, fue Humberto Nágera, un psicoanalista nacido en Cuba que fue un colaborador muy cercano de Anna Freud y un buen amigo de W. Ernest Freud.

Después de la publicación de la biografía (The Interwoven Lives of Sigmund, Anna, and W. Ernest Freud: Three Generations of Psychoanalysis, (2015), Humberto Nágera me pidió que editara una colección de cartas inéditas que recibió de Anna Freud y de varios otros analistas involucrados en su trabajo en la Clínica Hampstead de 1959 a 1968. Esto fue publicado en un libro llamado Anna Freud en la Clínica Hampstead: Cartas a Humberto Nágera (2015).

AP: ¿Qué podría comentar acerca de los recuerdos que Ernest conservaba sobre su madre, Sophie (Freud) Halberstadt, fallecida el 25 de enero de 1920 o sobre su padre Max Halberstadt, y su hermanito Heinerle fallecido a tan corta edad?

DB: W. Ernest Freud tenía muy pocos recuerdos de su madre, que murió cuando él tenía solo cinco años y diez meses. La imagen que conservaba en su mente era la de una madre dulce y cálida. Esta imagen contrastaba claramente con la dura y fría realidad de su ausencia tras su muerte en 1920 a la edad de 26 años. Ernest pasó toda su vida buscando a su cálida y dulce madre y encontró un poco de ella en su esposa. También es importante recordar que cuando Sophie murió, estaba embarazada de su tercer hijo y este niño murió natural y trágicamente junto con ella en su útero.

El padre de Ernest, Max Halberstadt, era un fotógrafo de retratos en Hamburgo y fue responsable de la mayoría de las fotos icónicas de Sigmund Freud. Ernest vio a Max como un rival por el amor de su madre y su relación se caracterizó por peleas sin fin. Ernest podía admirar el trabajo de su padre como fotógrafo e incluso estudió fotografía en la adultez temprana, pero la relación con él siempre fue bastante tensa.

La muerte del hermano pequeño de Ernest, Heinerle, en 1923, cuando Ernest tenía solo 9 años, fue otra pérdida muy dolorosa pero llena de ambivalencia. Durante los primeros días de entrevistas le hice muchas preguntas a Ernest y él tenía muchas historias que contar. Pero después de regresar a casa en Caracas y comenzar a transcribir las entrevistas, noté que faltaba algo. Le escribí una carta diciéndole que no me habló mucho de su hermano pequeño y, curiosamente, tampoco le había preguntado mucho por él. Me respondió de inmediato diciendo: "Tienes toda la razón: el tema de mi hermano Heinerle es un poco conspicuo por su ausencia". Mientras reflexionaba más sobre sus sentimientos ambivalentes hacia su hermano, de repente tuvo una comprensión extraordinaria. Si bien nunca había querido que nadie escribiera su biografía, me había pedido que la escribiera y me dijo que era porque yo era "sympathich” - simpático. Fue entonces cuando descubrió la razón por la que yo le gustaba. Es porque le recordé a su hermano pequeño. ¿Puedes creerlo? ¡Fue simplemente asombroso!

Esto resultó ser una comprensión impactante para Ernest, para Humberto, para la ex-esposa de Ernest y otros. Resultó que Ernest nunca había hablado de la muerte de su hermano en sus diversos análisis y creo que tenía tres o quizás cuatro análisis. El tema de la muerte de su hermano nunca había surgido. Fue una pérdida sobre la que se sintió muy ambivalente. Fue doloroso perder a su hermano, pero su hermano también era un rival que se ganaba fácilmente el amor y la atención de todos los que lo rodeaban, mientras que Ernest era un niño bastante problemático que no recibía el tipo de atención e interés que tenía su hermano pequeño.

AP:¿Qué lectura pudo hacer acerca de lazo que Ernest mantuvo con su abuelo Sigmund Freud? ¿Qué recuerdos o qué cuestiones le ha relatado sobre él y sobre su relación con su abuelo?

DB: La relación de Ernest con su abuelo también fue ambivalente. Admiraba mucho a su abuelo. Quería estar cerca de él y su abuelo fue, en gran medida, una figura paterna en su vida. Por otro lado, su abuelo estaba frecuentemente muy preocupado por el trabajo y se esperaba que el pequeño Ernest estuviera callado y no se interpusiera en su camino. Sin embargo, disfrutaba estar con su abuelo en las vacaciones y recordaba con mucho cariño los paseos por las montañas con su abuelo, quien llevaba un martillo en el bolsillo de su abrigo con el que rompía rocas para encontrar amonitas fósiles. Ellos también cazaron setas comestibles en el bosque.
También recordó el consultorio de su abuelo lleno de antigüedades, algunas de las cuales Ernest encontraba aterradoras, particularmente las máscaras mortuorias egipcias.

AP: ¿Qué figuras del entorno familiar resultaron importantes para Ernest tras el fallecimiento de su madre? ¿Cómo supone usted que transitó esa pérdida y el proceso de duelo?

DB: Después de la muerte de la madre de Ernest, su tía Anna se convirtió en madre sustituta y su abuela Martha continuó como una presencia materna muy cálida en su vida durante muchos años. Si bien Anna Freud era eficiente, cariñosa y muy responsable, no era particularmente cálida, mientras que su abuela, Martha Freud, era dulce, cálida y siempre tenía tiempo para Ernest.

Otras importantes figuras maternas tempranas de su vida fueron Dorothy Burlingham y Eva Rosenfeld, que participaron en la escuela experimental Hietzing de Anna Freud. Ernest asistió a la escuela Hietzing, donde sus maestros incluían a Erik Erikson, Peter Blos y varios otros que luego se convirtieron en distinguidos psicoanalistas. Ernest tenía relaciones muy conflictivas con su padre, su madrastra y su media hermana mucho menor, por lo que cuando se mudaron a Sudáfrica, Ernest se quedó en Viena lamentando la pérdida de su madre, un proceso de duelo que permanecería incompleto por el resto de su vida.

AP: ¿Cuáles fueron las razones que él esgrimió al relatar su decisión de cambiar el apellido de su padre, Max Halberstadt, por el apellido Freud, de su abuelo materno?

DB: He escuchado a gente criticar a W. Ernest Freud por cambiar su nombre de Halberstadt a Freud y preguntarse si esto fue una traición a su padre y un movimiento oportunista como joven psicoanalista. No estoy de acuerdo con estas críticas. Nunca estuvo cerca de su padre, discutía con él sin cesar y, a la edad de 14 años, ya ni siquiera vivía con su padre. Siempre estuvo cerca de su madre, Sophie Freud, de su tía Anna Freud y de su abuela y abuelo Freud. Naturalmente, se sentía más como un Freud y encontró una agradable identificación con el lado freudiano de su familia. Además, en la Inglaterra de la posguerra, tener un nombre como Ernst Wolfgang Halberstadt no era ventajoso para llevarse bien socialmente o incluso para encontrar trabajo. Inglaterra acababa de estar en guerra con Alemania, así que cuando se trataba de elegir un nuevo nombre, eligió a W. Ernest Freud, que había sugerido su tía Anna. Era un nombre que también sonaba un poco más británico que Halberstadt. Su cambio de nombre, debe agregarse, fue después de la muerte de su padre.

AP: De la lectura de su historia y de la historia de la familia Freud, podemos inferir que Ernest fue aparte de Anna, el único descendiente de Sigmund Freud que se convertiría en psicoanalista. ¿Cómo llegó según lo que usted ha investigado a esta decisión y cómo fue su formación en este sentido? ¿Quién o quiénes fueron sus analistas?

DB: La educación de Ernest fue problemática en el mejor de los casos. No era buen estudiante y no terminó la escuela secundaria hasta los 21 años. No comenzó la universidad hasta los 32. Estaba deprimido y confundido después de años de tragedia y caos, amargas pérdidas y dos guerras mundiales, pero tenía interés en estudiar psicología, en particular psicología clínica, y entró en el Birkbeck College de la Universidad de Londres. Ya había sido analizado por su tía Anna en la infancia y nuevamente en la adolescencia. Estaba confundido sobre qué hacer con su vida, pero finalmente, el psicoanálisis fue la dirección más natural. Cuando fue al Instituto Psicoanalítico Británico, estaba en análisis con Willi Hoffer, amigo íntimo y muy respetado de la familia Freud, a quien amaba y admiraba. Debo señalar que además del gran amor que sentía por las figuras maternas de su vida, también era muy capaz de admirar a los hombres importantes de su vida, que eran muchos.

Durante su formación en el Instituto Psicoanalítico de Londres, se encontraba rodeado de gigantes del psicoanálisis cuyos nombres se mencionan con frecuencia en la actualidad. Tuvo seminarios con Anna Freud, Melanie Klein y Donald Winnicott y recordaba que “la guerra civil psicoanalítica” entre Melanie Klein y Anna Freud fue más hostil de lo que había sido una década antes durante las famosas discusiones controvertidas. Otros líderes de seminarios incluyeron a Herbert Rosenfeld, Michael Balint, Paula Heimann, Roger Money-Kyrle, Joan Riviere y muchos más. Las reuniones científicas incluyeron conferencias de Wilfred Bion, Jacques Lacan, Ernest Jones, John Bowlby y Angel Garma.

AP: ¿Cuál fue el campo al que Ernest se dedicó en el ámbito del psicoanálisis?

DB: Durante su formación, y más allá, Ernest estuvo estrechamente asociado con su tía Anna Freud y su Clínica de Hampstead. Allí se estaba realizando una gran cantidad de trabajo clínico e investigación con niños. Junto con la pediatra Josephine Stross, formaron una clínica de bienestar infantil (well-baby clinic) donde comenzaron a realizar observaciones de madres y bebés. Pronto W. Ernest Freud y Esther Bick estaban dirigiendo juntos seminarios en el Instituto sobre observación infantil. Ernest trabajó con su tía Anna y Humberto Nágera en los perfiles de personalidad del desarrollo y fue idea de Ernest construir el Perfil de Personalidad del Bebé. Estaba completamente inmerso en la literatura de la infancia y estudió cuidadosamente las obras de Bowlby, Spitz y otros. Con el paso de los años, desarrolló un interés especial por los aspectos psicológicos de los cuidados intensivos neonatales. Quería saber qué sucede en la psicología de los bebés prematuros. Parecía algo natural estudiar una forma de dejar su huella en el psicoanálisis, pero en un autoanálisis más profundo, se dio cuenta de que en realidad había estado involucrado en tratar de recuperar al bebé que había muerto en el útero de su madre, cuando ella falleció de gripe española en 1920.

Por cierto, muchos de nuestros colegas están realizando observaciones de madre e hijo como parte de su formación psicoanalítica y trabajo clínico. Les interesará saber que Sophie llevó un diario de sus observaciones del bebé Ernest. Tengo una copia del diario, lo hice traducir del alemán al inglés y ambos están incluidos como Apéndice II y Apéndice III en mi libro. Hace tiempo que esperaba que los observadores de madres e hijos echaran un vistazo a las observaciones de Sophie y ofrecieran sus comentarios.

AP: En el libro biográfico que usted ha publicado hace una mención central, a modo de hipótesis, acerca de la disposición particular que habría tenido Ernest para elaborar las diversas pérdidas que tuvo que enfrentar en su vida. ¿Cuál es su idea al respecto?

DB: Sí, me referí a la forma en que Ernest jugó, de algún modo, al Fort da durante toda su vida. Fort da estaba integrado en su compulsión a la repetición. Jugaba con el carrete y la cuerda cuando era niño. Jugó un juego de pesca en la adolescencia. Y durante el resto de su vida siempre estuvo involucrado con la desaparición y reaparición y el regreso a lugares donde había estado antes en su vida. Le gustaba volver a los lugares donde había vivido, los lugares que había visitado, los lugares adonde había ido de vacaciones con su abuelo. Cuando tenía una familia propia, disfrutaba de las vacaciones llevándose a todos de regreso al Salzkammergut, de regreso a la casa Freud en Viena, de regreso a Alemania, de regreso a la casa Freud en Londres. Fue un gran consuelo para él jugar a irse y volver.

AP: Con relación a lo específico del Juego del “Fort-da”, que cuestiones le ha relatado Ernest en los sucesivos encuentros que ha tenido con él. ¿Conservaba algún recuerdo al respecto? ¿Alguna mención o reflexión que a usted le haya resultado interesante para comunicar?

DB: Sí, una de las cosas que me llamó la atención fue este hecho de que Ernest siempre estaba jugando a Fort da en la vida y al escribir su biografía estaba jugando a Fort Da con él y fue un gran placer para mí encontrar cosas que habían desaparecido y descubrir cosas que había olvidado.

Recuerdo específicamente que al final de mi tercera visita a Ernest, él me dijo: "Oh, tengo algunas cosas en el sótano que tal vez quieras ver". En realidad, era bastante tarde y tenía que tomar un taxi para llegar a la estación de tren y a mi avión para volar de regreso a casa, pero en los últimos minutos de nuestra visita me llevó al sótano y me mostró una colección de polvorientos álbumes llenos de moho, que contenían fotos antiguas. Me pareció un tesoro escondido y me dolió tener que irme y no poder mirar a través de ellos. Pero me fui con la esperanza de poder regresar y ver lo que podría descubrir. Solo un par de semanas después, Ernest sufrió un revés médico que dejó su memoria y su salud física profundamente comprometida, luego de lo cual se mudó a un hogar de vida asistida. La siguiente vez que fui a verlo, no pudo ofrecer mucho en cuanto a una entrevista, pero ciertamente disfrutamos estar juntos y tomamos un taxi de regreso a su antiguo departamento y bajamos al sótano donde descubrimos las viejas fotos polvorientas. Los álbumes todavía estaban allí. ¿Te imaginas mi sorpresa cuando al voltear una de las páginas de este viejo álbum de fotos, encontré una foto del pequeño Ernest con un carrete de madera en la mano? Fort da.

AP:¿Por otra parte, llegó Ernest a comentarle algo acerca de su propia lectura personal, sobre ese capítulo II, de “Más allá del principio del placer” que lo tuvo de alguna forma como protagonista, a partir de la observación de su abuelo Sigmund Freud?

DB: Lo único que dijo Ernest sobre la observación de su abuelo fue: “Estoy bastante de acuerdo con él, que está al servicio de manejar la situación y recuperar el control, porque mi madre probablemente salió de compras o me dejó con alguien en el piso, y yo estaba muy apegado a ella, tanto más porque mi padre fue llamado a filas en la Primera Guerra Mundial."
Cuando le pedí que firmara mi copia de la primera edición en inglés de Beyond the Pleasure Principle, escribió: “¡Qué inventiva!
W. Ernest Freud (Dr.phil.h.c.)”

AP: ¿Qué impresión personal le ha quedado a usted y qué conclusiones le importan comunicar sobre la vida de W. Ernest Freud, sobre su historia, o incluso sobre su lugar con relación al psicoanálisis y en particular al psicoanálisis con niños?

DB: Creo que una de las cosas más importantes que puedo decir sobre la vida de W. Ernest Freud es que experimentó muchas más tragedias en su vida que la mayoría de la gente. Perdió a su madre, a su hermano pequeño, tuvo una mala relación con su padre y su madrastra, visitó Palestina pero no le gustó por los escorpiones. Presenció las batallas entre los judíos en el kibbutz y los árabes locales, se fue a Moscú en el medio de las purgas de Stalin, regresó a Viena para presenciar la marcha de las tropas de Hitler y toma del poder, fue a Inglaterra y colocado en un campo de internamiento porque era un alemán que vivía en Inglaterra, que estaba en guerra con Alemania. Su formación estuvo llena de conflictos entre los Anna Freudianos y los Kleinianos. Fue excluido por los Kleinianos por ser freudiano y por los freudianos por estar demasiado cerca de Anna Freud. Con el tiempo, su relación con su esposa se volvió difícil, al igual que la relación con su único hijo, y después de que finalmente dejó a su esposa y se divorció, su hijo fue trágicamente atropellado por un camión, al lado de la carretera y falleció. La vida de Ernest es una historia de tragedia y perseverancia. Fue un hombre que, a pesar de todo, siguió trabajando y amando.

No es un psicoanalista muy conocido, pero escribió suficientes artículos para llenar un volumen de artículos recopilados. Quizás sus contribuciones más significativas sean sus dos trabajos sobre el perfil de personalidad del bebé, su trabajo sobre los aspectos psicológicos de los cuidados intensivos neonatales y su llamado a que la observación infantil se convierta en parte de la formación psicoanalítica.

Freud, W. E. (1967). Assessment of early infancy: Problems and considerations. (Also known as The Baby Profile—Part I). Psychoanalytic Study of the Child, 22, 216–238. Also in R. S. Eissler, A. Freud, M. Kris & A. J. Solnit (Eds.), Psychoanalytic Study of the Child anthology of Psychoanalytic assessment: The diagnostic profile, 1977. New Haven, Connecticut: Yale University Press.

Freud, W. E. (1971). The Baby Profile—Part II. Psychoanalytic Study of the Child, 26, 172–194. Also in R. S. Eissler, A. Freud, M. Kris & A. J. Solnit (Eds.), Psychoanalytic Study of the Child anthology of Psychoanalytic assessment: The diagnostic profile, 1977. New Haven, Connecticut: Yale University Press.

Freud, W. E. (1975). Infant observation: Its relevance to psychoanalytic training. Psychoanalytic Study of the Child, 30, 75–94. In German (1976): Psyche Heft 8, 723–743. Also in the section on the Vienna Symposium on Work in the Hampstead Clinic. In the Sigmund Freud House Bulletin, 1(2) (1977), 14–21.

Freud, W. E. (1980/1989). Notes on some psychological aspects of neonatal intensive care. In S. I. Greenspan & G. H. Pollock (Eds.), The course of life: Psychoanalytic contributions toward understanding human development. Vol. 1. Infancy and early childhood, 257–269. Madison, Connecticut: International Universities Press.

AP: Este año 2020, estamos atravesando una pandemia inédita en la historia, siendo la anterior pandemia semejante, la de 1918, cuya terrible gripe española, todo parece indicar, habría sido la causa de la muerte de Sophie a los 26 años, el 25 de enero de 1920. También existen otras hipótesis que esgrimen la idea que la verdadera causa de su muerte fue a causa de un aborto mal practicado, mientras cursaba un tercer embarazo. Muchos toman la carta de Freud al Dr. Arthur Lippman como el dato en ese sentido. ¿Cuál es su hipótesis al respecto en base a los documentos a los que pudo acceder?

DB: He escuchado esta hipótesis y ciertamente estaría abierto a ver la evidencia, pero tiendo a dudarlo. La familia Freud tenía muchos problemas de los que la familia hablaba de manera bastante directa. Estoy pensando específicamente en los suicidios de dos sobrinas, una de las cuales estaba casada, vestía como un hombre y se hacía llamar Tom. Todo esto se discutió en cartas, entonces, ¿por qué no un aborto? Si fuera necesario disfrazar la naturaleza del problema, sería mucho más fácil decir que tuvo complicaciones por una apendicitis, por ejemplo. La pandemia estaba en marcha y no había esperanzas de una vacuna. Cincuenta millones de personas murieron y una fue Sophie. Lo que es menos conocido y que me parece muy interesante es que Ernest tenía una prima llamada Eva Freud, hija de Oliver y Henny Freud. Eva estuvo en la ocupada Niza, Francia, durante la Segunda Guerra Mundial. Ella tenía un novio que escapó por las montañas y ella permaneció escondida en Niza donde tuvo una breve aventura con un hombre mayor, quedó embarazada y tuvo un aborto. Resultó en una terrible infección y finalmente en muerte. Esto tampoco fue un secreto. Los hechos simplemente no se conocieron hasta que una muy buena investigación descubrió la historia de lo que había sucedido. Fue simplemente trágico.

AP: Además, en este año 2020 se cumplen 100 años de la publicación del texto “Más allá del principio del placer”. ¿Qué nos podría comentar hoy acerca de ese trabajo que marcó un giro en la obra freudiana? ¿Qué mención podría hacer a partir de sus investigaciones acerca del contexto en el cual fue escrito por Freud? (Pulsión de muerte, compulsión a la repetición, trauma, etc.).

DB: Para mí, la joya del psicoanálisis teórico y clínico es el concepto de compulsión a la repetición, que curiosamente encuentro que no se menciona con mucha frecuencia estos días. Cuando enseño, siempre enfatizo el descubrimiento del inconsciente; las defensas: las instancias psíquicas del Ello, Yo y Superyó; las relaciones de objeto de los introyectos parentales y hermanos; los traumas que ocurren naturalmente en la experiencia de la primera infancia; y la forma en que esos traumas se ocultan y manejan mediante la construcción de síntomas y la compulsión a la repetición. Para mí, ayudar a un paciente a reconocer la compulsión a la repetición en su vida es un punto de apoyo que ayuda a la persona a reconocer las manifestaciones de los motivos inconscientes en su vida cotidiana.

La pulsión de muerte es uno de los temas más controvertidos en psicoanálisis y la gente usa el término de diferentes maneras. Se define más comúnmente como agresión, pero prefiero la idea original de Freud sobre la tendencia del organismo a moverse hacia la muerte, a desmoronarse. Me gusta esta idea y la considero una buena manera de entender el envejecimiento, la descompensación, el deseo de morir, el deseo de dormir, el deseo de tomar drogas e incluso el deseo de asociar libremente y ser analizado: ser desarmado.

AP: ¿Por último cuál considera usted que ha sido su contribución al publicar esta biografía tan documentada, no solo con relación a Ernest, a Anna, sino con relación a la historia del psicoanálisis, y respecto de la vida y obra de Sigmund Freud?

DB: Como comenté antes, Ernest no es un psicoanalista famoso, pero tenía una historia fascinante que contar. Para mí, el valor de escribir su historia es que simplemente estuvo en Hamburgo, Viena y Londres rodeado de los gigantes del psicoanálisis durante una vida de eventos importantes en la historia mundial, así como en la historia psicoanalítica. Creo que una biografía que se centra en una persona, a menudo da la ilusión de un hombre o una mujer que se hizo a sí mismo. Es una historia heroica pero también es una mentira. Creo que es mucho más honesto reconocer los contextos familiares, sociales, políticos e históricos de la vida de esa persona. Y en el caso de Ernest también significó reconocer su vida en el contexto de la historia psicoanalítica. Este tipo de contextualización tiene el efecto de desmitificar muchas de las opciones y oportunidades que la persona ha tenido a lo largo de su vida. También ilumina otro aspecto de Sigmund Freud que no conocíamos, el aspecto de Sigmund Freud como abuelo.

AP: ¿Cuál es el lugar o el valor en este aspecto que usted le otorgaría a la publicación de trabajos de investigación histórico biográficas en el psicoanálisis? ¿Cuál sería el sentido o el aporte que este tipo de publicaciones otorgan en su opinión? Considera que conocer algo acerca del contexto en el que ha surgido la escritura de un texto, contribuye de alguna forma al trabajo de lectura del mismo, cuando de la formación del analista se trata?

DB: Como mencioné antes, llevo muchos años investigando y escribiendo sobre la historia del psicoanálisis. Más allá de la biografía de W. Ernest Freud, la mayor parte de mi trabajo se ha ocupado de la historia temprana del psicoanálisis en San Francisco. Es en este trabajo que contextualizo la teoría, la técnica, la investigación y la escritura de un grupo de psicoanalistas en una ubicación geográfica. Esta visión nos ayuda a ver los contextos y el trabajo de una comunidad psicoanalítica particular, un colectivo de pensamiento psicoanalítico. Nos ayuda a comprender mejor el origen, el significado y las implicaciones de ese trabajo psicoanalítico. Desmitifica el psicoanálisis y lo sitúa en sus contextos personales, sociales e históricos. Sin la historia psicoanalítica, vemos a los gigantes del psicoanálisis como inusuales y diferentes a nosotros, en lugar de verlos como personas como nosotros que hacen su trabajo en su momento histórico, así como nosotros necesitamos hacer nuestro trabajo en nuestro momento histórico. A muchos innovadores les gusta convenientemente olvidar los hombros sobre los que se paran. Al olvidar la historia, apoyan la ilusión de sus contribuciones originales, que a menudo no son tan originales como quisieran creer.
Animo a los estudiantes de psicoanálisis de cualquier edad a recopilar documentos y entrevistar a psicoanalistas de alto nivel en su comunidad para comprender mejor el psicoanálisis en el contexto de la historia local, nacional e internacional. ¿Cómo se configura el psicoanálisis por las oportunidades y los límites de la democracia? ¿Dictadura militar? ¿Lucha económica? ¿Guerra? ¿Paz? ¿Migración? ¿Innovación tecnológica? ¿Una pandemia? Al recopilar las historias orales de analistas experimentados, aprendemos mucho sobre por qué hacemos lo que hacemos hoy.

AP:¿Finalmente, qué otras investigaciones en el campo del psicoanálisis ha publicado usted, y si tiene en el presente nuevos trabajos en curso?

DB: Disfruto escribiendo como una actividad paralela a mi trabajo clínico. He escrito artículos sobre dibujos infantiles, simbolismo, metáfora, instintos sociales, teoría y técnica clínica, temas de psicopatología de la vida cotidiana, historia psicoanalítica y actualmente estoy terminando un manuscrito en el que he estado trabajando durante más de 40 años. Es un nuevo enfoque de "Totem y Taboo". Me interesa la relación del desarrollo psicológico y la evolución cultural, con especial atención a la prehistoria. Establezco relaciones analógicas entre la etapa oral y el Paleolítico, la etapa anal y el Neolítico, la etapa fálica y el Neolítico Alto, y la etapa genital adolescente y la Revolución Urbana. Espero que se publique en 2021. Ha sido una obra de toda la vida y, como pueden ver, demuestra mi profundo interés por la relación entre la infancia del individuo y la infancia de la humanidad.

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Erneste Freud con un carretel Erneste Freud con Daniel Benveniste

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