Este trabajo está basado en una paciente que, como muchos otros llega al Servicio de Salud Mental del Hospital a través de una derivación médica. Estos pacientes traen "un decir" de otros, otros médicos, otros especialistas. Discurso amo del Otro. El síntoma se dirige al Otro en la demanda, demanda de curación.
Creo que todos los que trabajamos en instituciones, ya sea hospitales o no, nos hemos interrogado sobre nuestra posible intervención como analistas.
Acuden con sus sufrimientos a este Hospital, "entidad básicamente médica", delegando en nosotros un saber¿Cómo deslizarnos de este lugar, sin desalojar a este sujeto que padece?
Este cuerpo sufriente es portador de un sujeto, sujeto del inconciente que nos convoca a interrogar. Nuestra tarea es esta y debe ser nuestra posición de escucha analítica.
Tomando a Eric Laurent: "Hay que responder a la demanda de la gente pero desplazándola. Encontrar un analista no consiste en encontrar un funcionario del dispositivo, se trata más bien de que alguien que pueda decir a un sujeto, en un momento crucial de su vida, algo que permanecerá inolvidable. La solución a todos estos problemas técnicos es: tenemos que ser inolvidables".( Psicoanálisis y Salud Mental)..
C es una paciente de 18 años, quien dice hacer la consulta por la "cantidad de enfermedades" que tiene. Colitis ulcerosa, anemia, tuberculosis en intestino, a las cuales define como autoinmunes.
Interrogo sobre el significado de autoinmunes y dice, "que mi cuerpo no reconoce el órgano, que me lo provoco yo". "Que me está pasando algo. Bueno, eso me dijeron. No se me ocurre qué, sino dejaría de pensar en eso y ya está, me curo."
Hace 2 años, en diciembre, comenzó con la colitis ulcerosa. "Las demás aparecen después". " Me parece que tengo miedo de seguir haciéndome cosas a mí, si no hablo." "Tengo muchas enfermedades, con una podía pero ya con la anemia... Mi cuerpo no reconoce los glóbulos rojos, entonces los rompe".
Comenta que sus padres están separados." Se separaron cuando yo tenía 7 años. Recuerdo, papá llegó a la madrugada porque tenía otra mujer. Llorando como loca, le pedí que si no quería dormir con mi mamá, que durmiera conmigo. Se quedó y durmió conmigo. Dijo que encontró a otra mujer que lo quería más que mi mamá."
C se sitúa como se sitúa la histérica con su síntoma, dice su síntoma pero ignora su razón, dirige al otro la pregunta por su sufrimiento. Además le supone al otro eso que queda bajo la barra: "el saber".
Así comienza un análisis. Precipita en el analista un saber que por sí misma y en este tiempo, no puede resolver: la verdad del sufrimiento, un goce que insiste. El saber no alcanza a dar cuenta de ese goce.
El saber que trae es el saber médico, burocrático, universitario. No trae ninguna verdad. Cree que de lo que se trata es de la investigación de un objeto del conocimiento.
Es necesario que aparezca la dimensión del sujeto, ahí donde puede aparecer alguna pregunta por el saber. Un saber que no se sabe. Un saber no revelado, un saber del inconciente.
No hay posibilidad de un saber todo, porque la totalidad del saber, es una idea imaginaria que está sostenida por el cuerpo.
La histérica donde dice que quiere no sabe lo que quiere. La pregunta que debe aparecer es que es la verdad como saber en relación con el goce. ¿Qué se puede saber sobre el goce y qué relación hay entre la verdad, el saber y el goce?
C siente que sufre, lo reconoce, lo sabe pero no sabe por que sufre.
Si bien el síntoma comporta una cuota de sufrimiento, sabemos que también lleva la marca de una satisfacción que inicialmente el analizante desconoce.
En esta paciente el saber ocupa el lugar del goce y lo que le preocupa, lo que le importa es el saber. El que ella supone siempre en reserva y al otro, que poco a poco debe arrancárselo.
Al padre lo sigue viendo actualmente, pero dice tener una relación muy fría. "No solemos hablar de frente. Él le dice a mi mamá, ella a mí o yo a mi mamá y ella a él. Todo a través de mamá".
Comenta que el padre hizo "cosas feas" en su vida, pero que a él no se lo puede decir. "Engañó a mi mamá, creo que desde que se casó. Tuvo dos hijas y no me dijo".
Le señalo que parece que ella también se sintió engañada, frente al ocultamiento de las hijas.
"No hablamos, no sé ni de que trabaja. Suele mentir mucho".
Recuerda que una vez fue a comer a un restaurant, con la madre y los abuelos paternos. Ella ve al padre, "nos vio y salió disparado". Nunca pudo hablar sobre este episodio. "Ese día tuve fiebre". Tenía 11 años. Comenta otra situación que tampoco pudo hablar con el padre. "No le pregunté nada".
A.- ¿No le preguntaste nada?
C.- No, si le pregunto lo irrito.
A.- Parece que preferís no irritar a papá, pero lo que se irrita es tu intestino.
C.- Sí, porque cuando no sabe que contestar levanta la voz.
Frente a esto C dice no poder defenderse y que el padre no la escucha. Recuerda que de chica, ella le hablaba pero él no le contestaba. "Estaba pensando en la otra mujer ".
. C decide no hablar porque su padre no la escucha. Discurso sin palabras. Lo que se impone como goce, se impone como exceso, como un demás. El discurso ya no es de palabras sino sin palabras. El goce está articulado a la palabra pero no puede ser dicho por ella. Escapa a la palabra. .El goce es mudo, por eso un discurso sin palabras. ¿Por qué se habla? Porque hay algo que limita al goce. Desde ese lugar del Otro, el analista debe permitir y promover el advenimiento de una palabra plena.
La madre le comenta que el padre estuvo averiguando cuanto ganaba su hermano y qué no supo que decir. "El nos enseñó eso. El nos ocultó cuanto cobraba. También es jugador. No quiere decir cuanto gana para no decir cuanto pierde".
A.- ¿Qué asociás con perder?
C.- Perder, derrochar, malgastar el dinero.
A.- ¿Y con dinero?
C.- Solución a algunos problemas, la salud no.
Pregunto por los síntomas de la colitis ulcerosa.
C.- Pérdida de sangre.
A.- ¿Perdés sangre?
C.- ¡Ay! ¡Qué querés relacionar eso de perder!....no se, no se....Se sonroja y se ríe.
En la sesión siguiente comenta que había estado pensando en la relación pérdida de plata - pérdida de sangre. "No soy la única en la familia". El abuelo paterno, cuando se separaron sus padres tuvo una hemorragia de estómago. "Casi se muere". "El fue muy metido en la pareja de mi papá y mi mamá. El tenía mucha plata, la había ganado mal. En las carreras igual a mi papá. Tenía una quinta, un departamento en Mar del plata. Se opuso a la relación de ellos, incluso le ofreció un auto a mi papá, a cambio de que dejara a mi mamá. Papá lo aceptó, y a los tres meses volvieron a salir a ocultas. Piensa sólo en la plata". Comenta que su abuelo perdió un negocio muy importante y que tenía otra mujer igual a su padre.
"La diferencia con mi papá, es que a él le nació una hija, a mi abuelo no". Se refiere al nacimiento de la primer hija extramatrimonial de su padre. En relación a este nacimiento va a decir que cuando lo supo, "sentía que iba a perder a mi papá". "¡Otra vez perder!"
Lo que se recorta repitiéndose es un significante privilegiado y por éste se empieza a interrogar el saber que hay en el otro. Por ahí no está en la palabra, puede ser un significante sin palabra.
Si el sujeto está barrado la interpretación no puede decirlo todo. Lo repetido es diferente a lo que se repite. Porque hay goce hay repetición y en lo repetido hay algo que se pierde.
Lacan dice que al goce toda repetición lo mata, lo casca siempre un poco. Para que la repetición acote al goce es necesario que sea leída. Hay que leerla sino es reproducción. Hay que ubicar los significantes nuevos. La repetición es en el nivel de lo simbólico, la reproducción es en el nivel de lo imaginario. El analista señala que lo que se repite no es lo mismo.
Relata que no habla con nadie de su papá, sólo con su madre, su hermano o su abuelo paterno.
"Es una de las primeras veces que hablo de mi papá con otra persona. Es feo, pero siempre sentí vergüenza, porque hacía tantas cagadas, tantas mentiras. No tengo nada bueno que contar de él. Una vez me dijo que él estafaba a la gente, que perjudicaba a todos".
A.- Cagaba a todos.
C.- No se como duerme. Ahora como mi hermano está por cumplir los 21, quiere ponerle cosas a nombre de él. Mamá se lo quiere llevar fuera del país, para que no lo ensucie. Mi mamá puso un negocio a nombre de mi papá, cuando estaban separados, le hizo abrir una cuenta en común. Hubo un juicio y así perdimos la casa". Se ríe. "¡Otra vez perder!". Acá se produce un silencio y luego continúa.
C.- ¿Vos estás pensando cagadas con intestino?
A.- ¿Yo?
C.- No, no. Yo diarrea no tuve nunca. ¿Vos pensás que el cerebro es tan inteligente para relacionar cagada con intestino y pérdida con sangre?.
El año pasado fui a Israel, cuando se enteraron que tenía colitis ulcerosa, casi me mandan de vuelta. Yo le escribí a mi mamá y le puse que me hice mucha mala sangre. Eso fue en enero y en agosto empecé con la anemia. Ahora lo relaciono. ¡Tengo que tener cuidado con lo que digo!
A.- ¿Tener cuidado con lo que decís?
C.- Sí, no decir nada malo porque puede pasar.
El analista debe llevar al sujeto a la posición de que el saber está en él. Hay que transferir la suposición del saber al inconciente. Debe abstenerse en este punto, donde el analizante le da un saber.
El saber inconciente está reprimido, posible de ser significado. La existencia del inconciente sólo se verifica en el análisis. Se necesita una implicación subjetiva y a veces hay que construirla. A veces hay que ir encerrando al sujeto.
Cuando Freud plantea que el conocimiento que el sujeto posee de su propio incociente no equivale al que nosotros hemos llegado a adquirir, está afirmando que la lógica del analista no coincide con la del sujeto. Que el discurso del analista no coincide con el del amo, y aún más aunque le comuniquemos "este conocimiento sobre el inconciente, el paciente no lo sustituye al suyo, sino que lo sitúa al lado del mismo". Esto origina la necesidad de una representación tópica que nos guíe en la supresión de las represiones que, a su vez permitan la sustitución.
Así la lógica del analista se instala como agalma en el fantasma que construye el analizante, y esto permite el trabajo de "supresión de la resistencia de la represión".
En vez de lograr la sustitución de un saber por otro, nos hallamos frente a la sustitución de una neurosis por otra. Pero la nueva "ha nacido frente a los ojos del médico, el cual situado, además, en el propio núcleo central de la misma, lo que le permitirá orientarse más fácilmente". Los síntomas pierden su primitiva significación y adquieren un nuevo sentido dependiente de la transferencia.
En los tiempos de la cura la posición del analista es decisiva para que se produzca la rotación de los discursos. Si bien la operatoria del analista es propiciar la asociación libre, Lacan va a decir: "es un disparate que la asociación es libre, es tan libre como una variable matemática podría serlo". La variable de la asociación libre es propiciada por la operatoria del analista.
Cuando C habla de la relación con su madre va a decir: "Es afectiva, buena y somos amigas también. Hablamos mucho, creo que ella me cuenta demasiadas cosas. Yo pienso que me contó demasiadas cosas que hacía o hace mi papá y no era lo indicado. En ese momento era demasiado chica. Eso hizo que no pudiera hablar con él". "Yo le digo que se busque un novio. Antes no quería. No tengo novio y salgo poco." "Los fines de semana ahora salgo, cuando tengo plata, pero no salgo contenta, salgo mal. La plata me la da mi papá. El siempre está en plata".
"Yo y mi mamá dormimos en la misma habitación. A veces cuando, me habla me parece que le está hablando a él. A mí me asusta. Me dice - vamos a dormir, que me siento mal cuando no estás- ¡Como si fuera el marido!
C comenta que le cuesta llorar y de hecho sólo llora, muy angustiada en el momento que relata la entrega de su diploma. "Mi mamá y un lugar vacío. Ese lugar vacío me produce angustia. En la fiesta pusieron el vals y me quedé parada".
Pasar del padecimiento al síntoma y cómo? Por pasaje del discurso histérico. La verdad del sujeto está en su barradura. Si no es por la vía de los dos discursos, histérica y analista, el $ no aparece. El discurso histérico es condición para la entrada en análisis. En la histerización del discurso lo que se produce es el deseo de saber. Quiere saber sobre lo que no sabe, pero que se hace presente. Lo que la histérica quiere en cambio, lo que le importa es que ella es objeto que provoca en el otro el deseo de saber.
El analista como semblante, como hace para histerizar el discurso?. El analista como agente del discurso debe dar lugar a lo que el discurso rechaza.
En otro momento, C entra al consultorio y dice: "no sé de que hablar. Muchas veces me pasa con mi papá". "Nunca tuvimos una conversación larga los dos solos. Creo que me tiene miedo... a que le diga algo que no quiere escuchar. Para él el mañana no existe. No se lo voy a perdonar, que no haya pensado en el mañana para mí o mi hermano." "Es capaz de irse a Mar del Plata sin plata".
C había comentado que ella le pedía plata a su padre y dice: "Me da aunque no tenga. Si no tiene no va a decir no. No sé de donde la saca pero siempre me da, o consigue".
A.- Algún culo va a sangrar..
C.- ¡AY! Casi me olvido. ¿Es posible que un chico grabe una frase y le quede en el inconciente? Mi mamá, el otro día justamente me decía que esa, era la frase típica de mi papá y mi abuelo. Algún culo va a sangrar. Cuando yo era chica siempre decía lo mismo, pero yo no me acordaba".
Lacan en su conferencia en Ginebra sobre el síntoma de 1975 nos decía: "Seguro que se trata de un dominio más que inexplorado. Finalmente, es de todos modos del orden de lo escrito. En muchos casos no sabemos leerlo. Tendría que decir aquí algo que introdujese la noción de escrito. Todo sucede como si algo estuviese escrito en el cuerpo, algo que nos es dado como un enigma".
En este síntoma de la colitis ulcerosa se trata de alguna cifra, de algún cifrado inconciente. Pero ésto nos daría la posibilidad de un desciframiento? La pregunta, entonces, sería si en este síntoma de la colitis ulcerosa se trata de alguna cifra, de algún cifrado inconciente,¿ podría ser descifrado? Si tomamos la cita de Lacan: si efectivamente "es de todos modos algo del orden de lo escrito y si tenemos alguna manera en que sepamos "leerlo". El síntoma en transferencia se comporta como un mensaje cuyo enigma comparten el analizante y su analista. Pero hay algo más que comparten ambos: la lengua.
Podríamos decir que entre la frase a cifrar y la escritura corporal sintomática que resulta del cifrado inconciente, lo que media es esa lengua. El inconciente cifra al escribir de otra manera en una lengua, y el analista descifra al leer de otra manera, en esa misma lengua.
El analista provoca el trabajo del inconciente. Si el analista no interviene como objeto de la transferencia, el inconciente no trabaja.
El enigma es una enunciación que llama al autor. Se hace enigmática porque no estaba en lo que se dijo. El analista produce una enunciación y llama al analizante a que se ubique como el autor.
La cita también llama al autor pero en lo dicho mismo, que dé cuenta de lo que dijo. Tanto el enigma como la cita son un medio decir.
El sujeto que pide un análisis preguntándose por el sentido de su síntoma, la causa de su sufrimiento va a quedar por esa vía habilitado a la interrogación de un saber del cual el síntoma va a ser signo y enigma a la vez.
Es el tiempo en que el paciente como sujeto, $ que se interroga, toma el lugar del agente del discurso. Se dirige al otro, al analista ubicado en el lugar del S1, significante amo, produciéndose un saber, S2 en el lugar de la producción. Durante cierto tiempo el analista no puede eludir tomar a su cargo el lugar de S1.
Si pensamos a la clínica en función de los tiempos de escritura deberá producirse la rotación por cada uno de los lugares de los cuatro discursos. En la dialéctica de la cura, el analista no está desde el inicio sosteniendo el lugar donde emerge el objeto a, a eso debe llegar.
El psicoanálisis anudado a la ética nos propone un "saber hacer", dirigiendo su apuesta a un "hacer saber".
Lic. Silvia de Benedetto.