Adolescencia es un término que se usa en el discurso común para referir a un estado conflictivo del individuo en relación con sus padres y otros representantes de la autoridad.
Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, no habló de adolescencia sino que se valió del concepto de pubertad para referirse a un estado de conmoción, de metamorfosis y de transformación del sujeto en relación con su ser sexuado.
Es decir, que más allá de los cambios funcionales hormonales y orgánicos manifestados por el crecimiento disarmónico del cuerpo, la aparición del bello en las zonas genitales, etc, el púber es aquél que despierta fundamentalmente del sueño de su niñez de una manera brusca, pues se enfrenta al otro sexo y no sabe qué hacer con él (es lo que entendemos por la edad del pavo).
A diferencia de los animales que poseen el instinto que los empuja a aparearse, los seres humanos no saben qué es lo que tienen que hacer juntos, porque el apetito sexual en la vida amorosa de cada quien, no tiene nada que ver con la mecánica del instinto de los animales.
Entonces, la pubertad es uno de esos momentos de la existencia, en donde el sujeto se encuentra de una manera viva con la falta de encaje armónico entre los distintos sexos.
De allí que es normal que los varones se agrupen para tomar fuerza entre ellos al mirar a las chicas, y las mujeres chamuyen de amores por otro lado, a escondidas de ellos.
En la pubertad también se modifica la imagen del cuerpo. Es por ello que tanto el empuje pulsional de las miradas furtivas y tendenciosas como las palabras dichas y escuchadas toman una dimensión nueva para el sujeto, también la imagen del cuerpo viene a conmoverlo en lo más profundo de su ser. De allí que pase horas frente al espejo intentando acomodarse a su nueva imagen.
Ahora, ¿cuál es la salida normal para el sujeto que sufre de esta metamorfosis, de este sacudón en su existencia de ser sexuado?.
La salida es que el sujeto encuentre a su "Yo" otra forma, distinta a la que sus padres depositaron en él cuando era niño.
Para ello es necesario que se oriente por el Ideal, que necesariamente está fuera de él, es decir, en el Otro. Y esta elección se hace en la adolescencia.
¿Qué quiere decir constituirse un Ideal del Yo?: Es poder hacer una nueva elección de vida: la pasión por estudiar tal cosa, orientarse por una profesión, ponerse al servicio de los otros mediante un trabajo, querer constituir su nueva flia, etc.
Es decir, que la salida normal adolescente es hacerse una nueva forma de vida que da satisfacción particular, lo que no indica que su grupo familiar originario esté satisfecho con su elección. Esta elección se lee en dichos como: Soy escritor de alma, soy matemático porque me apasiona la matemática, estudio abogacía porque defiendo la ley y la justicia, trabajo en esto porque me gusta, etc.
Este Ideal del Yo está orientado por el padre. Y entonces, hay una dificultad en nuestra época desde que la autoridad paterna aparece menos seria (se deduce de la crisis de las instituciones y de otros malestares grupales, donde la función paterna aparece desgastada y muchas veces ridiculizada). La función paterna aparece tocada en el mundo y ello dificulta el trabajo del sujeto de encontrar un Ideal para su Yo.
El psicoanálisis, lejos de plantear una restauración de la figura de la autoridad paterna, apuesta al recurso que tiene cada sujeto y esa herramienta es su síntoma. Porque no basta con identificarse al padre para encontrar la solución (Ej: ser médico como papá o futbolista como el tío, etc.).
El síntoma tiene dos caras: Una, de apariencia oscura y de trueno. Otra, de claridad del día.
La oscura, es la que se le manifiesta al sujeto cuando sufre de algo, cuando se tropieza con la misma piedra en su camino por la vida. Es la aparición del síntoma en lo que no funciona para el sujeto en cuestión.
Es el momento en que suele golpearse a la puerta del psicoanalista, porque se quiere resolver el problema que manifiesta el síntoma.
Aunque debemos reconocer que en nuestro mundo moderno, los síntomas que presentan los adolescentes no llaman de entrada a querer descifrarlos. Tenemos por ejemplo: La anorexia, la bulimia, los ataques de pánico, la toxicomanía, los actos delictivos, etc.
Y, hay que decir que las ofertas de nuestra época intentan anular al síntoma. Así, al mercado del medicamento farmacológico se suman ofertas psicológicas mágicas como: cuéntame tu vida en la pantalla televisiva, la venta de la imagen perfecta del cuerpo mediante estéticas y tratamientos adelgazantes, la orden imperativa de identificarse con los jóvenes felices del reality-show, etc.
De modo que nuestro mercado nos inunda con órdenes de consumo de cualquier cosa para ser exitosos y felices. Y si bien, todos los individuos sufrimos en tanto esclavos del mercado, más aún lo padece el adolescente, el sujeto que se encuentra en el tiempo de búsqueda de soluciones para su vida.
De allí, que cuando el adolescente no encuentra una salida a su problema aparece el síntoma en su ayuda, para decirle que pare, que se detenga a pensar qué le pasa.
Dijimos que ese es el lado oscuro, ruidoso y enigmático del síntoma, porque irrumpe en su aspecto disfuncional para el sujeto. Por ello, hacer un psicoanálisis es una experiencia de traducción y de descifrado del síntoma, porque allí el analizante encuentra las razones de lo que le pasa y de lo que desea hacer con su vida.
Este otro aspecto claro y funcional del síntoma aparece al final de la cura, cuando el sujeto ya sabe manejar se con su síntoma como un pez en el agua.
Para concluir, podemos conceptualizar a la adolescencia como un estado subjetivo normal de resolución del Edipo, donde el sujeto apuesta con su deseo a nuevas elecciones para su vida. Se observa en sujetos que están acomodados a su síntoma, se entienden con él y están felices con la causa que se hicieron para su vida.
Y cuando este proceso subjetivo no encuentra salida, aparece el síntoma en su aspecto disfuncional, atravesándose como una espina en la garganta, un enigma a resolver, que encuentra su justo lugar cuando se busca la ayuda de un psicoanalista.
Graciela Giraldi de Muñoz.
Av. Francia 1457. Rosario.
TE: 4399749.