Intentar transmitir algo en relación a la infancia ya nos plantea un primer problema. Pensar ¿qué es la infancia? ¿cómo preguntarnos sobre algo tan obvio? la infancia son los nombres de la infancia: los niños, los pibes, los chicos, la magia, los reyes, el día del niño, los cumpleaños, el jardín de infantes, la plaza, la calesita, los cuentos "La Cenicienta", "Blancanieves" o "Las chicas superpoderosas", "Pikachu"; en fin la lista puede ser interminable. Todo depende del momento histórico y de las versiones que van tomando a posteriori lo que será un hombre o una mujer, sin dejar de lado las relaciones de mercado que por supuesto, hacen lo suyo en la configuración de lo simbólico, condicionando y dando forma a estas versiones: "la sacrificada que todo lo da", "el que seduce desde la piedad", "la que nunca será una sometida", en fin... no me extenderé sobre ello, sería otro desarrollo conceptual.
Sin embargo, hay algo que insiste en la estructura de estos personajes, de estos "juegos", de los juegos y los juguetes, los buenos y los malos, lo blando y lo duro, lo suave y lo áspero, lo frío y lo caliente, las vueltas interminables, siempre igual aunque no se trate de lo idéntico, la sorpresa, el sobresalto, la expectativa, el alivio, lo reparador (cuanto sabía M. Klein sobre ello). Blancanieves se despierta del sueño eterno por efecto del beso apasionado de su enamorado, Cenicienta deja de limpiar la escoria ajena, las chicas superpoderosas, ¡uhmm!!! Ahí es más complicado, bueno se las arreglan solas entre ellas, pero por suerte ¡ Triunfa el bien!.
Ahora bien, ¿qué es la calesita?, ¿qué es el sonajero?, ¿qué es la linda manito? El arrorró, el cuco que no es sin "el acata", y procurando que en "lo posible", el repasador o el babero o lo que haya a mano no cubra totalmente esa carita ni lo sea por mucho tiempo, apenas una fracción de segundos y ni que decir de la entonación de la voz que acompaña a todo, a casi todo esto que he mencionado.
Está claro - tal vez no lo está tanto - conviene recordar que nada de lo que allí sucede es sin el marco de esa voz, cada uno sabrá cual, pero lo que sí es innegable es que tiene que estar... pero tampoco puede estar de cualquier manera.
Todo esto, y seguramente podemos agregar unas cuantas cosas más a la lista, nos da la pauta de que un niño no es un dato de entrada, tampoco un cuerpo lo es, ni la palabra lo es. De ello testimonian las patologías graves en la infancia; no olvido que es la "sonrisa social" como la llaman, la que da cuenta que algo de esa mirada enmarcada por esa voz llena de expectativas, porque en realidad ¿cómo dirigirse a alguien que todavía no es pero que está allí casi... casi ya, con una vida hecha en sueños?, esa sonrisa que señala el surco que el significante produce en lo real.
Entonces las patologías graves en la infancia dan cuenta de eso que no fue. Ese ser para ese Otro, y se trata de ubicar lo que fue para armar otras versiones posibles que no serán cualquiera.
Armar un marco que instale una escena posible, la de la infancia. Entonces infancia tampoco es un dato de entrada, lo es para el analista, a condición de que sepa que no lo es; entendiendo esto, su trabajo apuntará a crear las condiciones de posibilidad para que un niño se produzca.
Llevamos una caja de juegos, si estamos en un dispositivo más amplio como suele suceder cuando trabajamos con niños con patología grave, por ejemplo: el hospital de día, que está claro que no es uno de los nombres de la infancia.
Los niños testimonian de ello con el temor que les genera el guardapolvo blanco del doctor, el hospital no es un lugar para los niños, mucho menos lo es un hospital de día.
Entonces ahí sigue nuestro problema: armar espacios en donde a sabiendas que no es un jardín de infantes, sin embargo, configuramos escenas que ubican algo del campo de la niñez, tratamos de armar talleres de títeres, festejos de cumpleaños, acompañantes terapéuticos que tienen que sacar de la galera lo que sea para reaprender canciones infantiles, cuentos, etc.
En medio de todo esto, se ubica un analista. Conviene aclarar que no es sin un analista que se pueden pensar todos estos recursos porque nadie mejor que un analista para saber de la importancia que tiene generar una escena: Otra escena. Sé que existen los pedagogos, en buena hora, los artistas, ni qué decir. Pero cuando estamos en el árido campo del psiquismo desvastado, se requiere ahí de un analista, más aún, del deseo del analista. Cuando digo esto último no hablo de que este deseo coincida con el restablecimiento y la cura del niño, pero lo que sí digo es que en tanto apostamos a que hay un niño ahí, entonces apostamos al efecto sujeto que nuestras intervenciones puedan generar.
Voy entonces a contarles de un niño a quien los significantes no le cayeron muy en gracia, más bien era de esos niños a quien "la marca congelada" que no hace cadena, parecía haberle congelado hasta el último espacio de su cuerpo, de su mundo, ese mundo que se abre un buen día, aquel día en que un rostro conoce la luz o la sombra de la vida.
Pensé también, ¿qué era una cara?, ¿qué era la cara de un niño?, ¿qué era un cuerpo? nuevamente ¿qué era eso que hacía que ahí donde parecía haber un montoncito de carne humana que iba y que venía, o que estaba tirado en el piso, o que no podía dejar de agujerearse los cachetes, paulatinamente fuera apareciendo un caballito y entonces, alguna pausa en ese ir y venir incesante, un silencio en ese grito constante y monocorde, un balbuceo en esa boca siempre abierta, una expresión posible en esos ojos que se pierden en el vacío infinito, ¿ilimitado?.
Esas son palabras, palabras dirigidas a alguien que no es cualquiera, que no es intercambiable, que no es un juguete y que como tal, podría ser alguien con vida propia, con un nombre y con una razón para existir.
Este niño llamado Gastón, de 6 años de edad, con quien hubo un trabajo concluido, en cuanto hubo un cierre desde lo formal: finalización de contrato, derivación a otra institución y en cuanto a lo estrictamente analítico... como siempre o como casi siempre decimos en Hospital de día, dejamos al niño en condiciones de empezar un tratamiento, que por lo general, transcurre en otro lado.
En este caso, el otro lado fue por poco tiempo. De ahí la pregunta que me acompaña desde ese momento, tal vez estaba antes pero... una mañana en la primavera del , dos meses después que Gastón se fuera de alta, tomó toda su fuerza. Esa mañana Juana, la madre viene a decirme que "su" Gastón se había muerto.
Luego de la conmoción que esto significó, y sobre la cual mucho trabajé, paralelamente se me impuso esta pregunta ¿qué es el deseo de una madre? ¿qué tan fuerte es? ¿qué implicancias tiene?.
También pensé que "fuerte" dejaba entrever la ligazón que esta pregunta tenía con lo que sucede en el cuerpo, mas aún con todo lo que sucedía en el cuerpo de Gastón, al punto de solicitar exámenes exhaustivos a Pediatría, en el Hospital Tobar García y en el Hospital Elizalde.
Bien, esto me lleva a contar algo sobre el modo en que me es derivado Gastón, digo me es derivado porque la terapeuta dice: "Quiero que lo atiendas vos a Gastón porque para mí es muy especial y sé que si bien, es un "caño" vos no lo vas a pensar así". Pensé mucho naturalmente en esas palabras... también es cierto que para esos tiempos atendía niños que estaban realmente graves o para decirlo directamente, niños autistas. Algunos trabajos de esa época testimonian de ello.
Gastón, había sido dado de alta en la primera etapa de su tratamiento ya que su madre no cumplía con las pautas del contrato, "faltaba mucho" hasta que finalmente deja de concurrir. Dice la epicrisis realizada por la anterior terapeuta: "...se había pensado en derivarlo a fonoaudiología, cuando inesperadamente dejó de venir al Hospital, luego de llamados a través de cartas (citaciones)donde no concurrieron, la asistente social que trabajó en el caso hizo una visita domiciliaria donde recalcaron su negativa a venir y a continuar con el tratamiento de Gastón, buscando en Paraguay una cura milagrosa".
Cuatro meses después Juana vuelve " con el caballo cansado" dice. Procurando realizar algún movimiento desde el equipo de trabajo y por sugerencia de la jefatura se le plantea que tendrá que realizar los mismos trámites que hizo cuando ingresó por primera vez. Se decide además no tomar a Gastón en el mismo equipo y naturalmente tampoco la misma terapeuta, de ahí el pedido que se me realiza posteriormente.
La "cura milagrosa", no era tal Juana, en la primera entrevista que tenemos dice haber ido tras su marido a Paraguay, quien por tercera vez la dejaba por otra mujer "... nos íbamos a reconciliar, pero me volví otra vez con los chicos porque no resultó, él está en Paraguay, ya no hay una tercera vuelta...". Las tres separaciones de la pareja parental se producen a partir del nacimiento de Gastón.
Lo único que yo sabía de Gastón era que se tocaba las mejillas todo el tiempo hasta sangrar (tenía dos agujeros en sus mejillas uno en cada una) y aún así seguía. Otra pregunta: ¿qué es el dolor? ¿qué es eso que se llama el umbral del dolor? ¿Gastón se había quedado sin umbrales?.
No quise leer la historia clínica previamente, decidí dejarme llevar por lo que iba escuchando: "... desde chiquito le decimos Gastito", bien, sigo pensando ¿qué será un gastito? Un gasto pequeño, un gasto que por tan pequeño no es un gasto, ¿qué es un hijo como gasto? ¿qué no habrá gastado Juana que pareciera gastar Gastón en su piel? Más aún, paradójicamente Gastón, ¿un gasto grande?.
Algo más, Gastón se llamaba Cristian Gastón y el apellido que llevaba a diferencia de su hermano, era el de su madre. Esto era como un agujero negro, el argumento de porque tenía Gastón su apellido era que no estaba el padre en el momento del nacimiento, llegó unas horas más tarde y el médico entonces lo anotó con el apellido de ella, una y otra vez volvimos sobre esto.
No era fácil trabajar con Juana, tampoco lo fue con Gastón. Como en Banda de Moebiuos voy de Juana a Gastón.
El trabajo apuntaba con mucha cautela a producir ahí algún corte. Era preciso mucho trabajo con Juana, no siempre (cuando me avivé) se trataba de hacerla hablar de Gastón, de a poquito nos deslizábamos hacia su historia, diría cosas como "... es como un extraño mi papá yo completamente me crié sin padre..." se vinieron de Paraguay con la madre y las hermanas cuando ella tenía 6 años más o menos.
La imprecisión en los datos, en algunos datos era casi una constante, no mentía, no se hacía la tonta, no quería "guardarse" nada, quiero decir, no se trataba de enjuiciarla sino, que a la manera de un artesano ir con el cincel de la palabra habilitándole caminos por donde andar.
Es así como frente a esos silencios áridos, fui introduciendo preguntas, comentarios sobre la vida cotidiana, que por otra parte no eran cualquiera, apuntaban esencialmente a producir cortes, diferencias en aquello que parecía todo igual: el cabello (Juana se había recibido de peluquera hacía unos años, Gastón no se dejaba cortar el pelo por nadie salvo por ella y además se tiraba del mismo), la ropa, el exceso de peso, un circuito que parecía cerrarse en la comida, en el comer para no ser comido.
Cabe destacar que Gastón era muy gordo y engordaba cada vez más, no paraba de comer. Juana, mientras esperaban en la sala de espera, le daba galletitas, papas fritas, cualquier cosa, cualquier cosa... es así como Gastón se enfermaba a repetición, desde indigestiones hasta resfríos, laringitis, faringitis, anginas, y aún así Gastón seguía comiendo, seguía andando en "patas", seguía tirado en el piso masturbándose y/o tocándose las mejillas, seguía cagando y piyando en cualquier lado, "... cerdo, chancho, rinoceronte cariñosamente le digo por lo que es gordito...". Otros decires de Juana "... están los chicos en la puerta y lo soltamos, le abrimos el portón...", "... él como que más me hace caso cuando le muestro una varilla, no le pego le muestro nada más...". Pienso en los caballos a quien basta con mostrarles la fusta para que alarguen el paso. Agrega "... cuando uno es cabeza dura siempre cobra, él respeta la varilla por eso se la muestro para darle el susto... si me toca algo una crema, perfume yo ya le dije que no me toque...".
En relación al "tocar" pienso en esta actividad de Gastón de no poder dejar de tocarse y también pienso en la sensación que tenía después de cada entrevista con Juana, como si nada de lo que se decía ahí la tocara. Juana decía cosas, muchas cosas, las palabras eran como cosas. Sin embargo, eso de los comentarios cotidianos pareció tocarla: el cabello largo que no cuidaba y empezó a cuidar, el cutis, que se enlazaba a la blancura del cutis de Gastón.
De esta manera empezaban a haber cambios en algunos hábitos y en el cuerpo de Gastón, a la vez que en su madre también. Por esos días en el pasillo me dice: "... ¡Andrea Ud. también adelgazó!..." Con una sonrisa y una expresividad casi inusuales en ella, más allá de la alegría que esto pudiera causarme porque no era cierto, lo que se empezaba a poner en juego eran ciertas manifestaciones afectivas que no quedaban coaguladas solo en la mirada, más aún la mirada se dirigía hacia otros lados, al menos.
Pero si hablábamos del padre de Gastón o de sus padres se mostraba reticente: gestos, monosílabos, silencios, imprecisiones... .
Después de dos años de trabajo con Juana, fue posible hablar del embarazo de Gastón. Dice: "... ya de por sí el embarazo me vino mal, me agarraban ahogos, el médico me dio Emotival..." fue todo lo que dijo. Por primera vez Juana se emociona. Me pregunto si era sólo una maniobra defensiva que ella no hablara de esto ó más bien fue todo un trabajo que hubo que hacer para que algo de lo que había sucedido en ese tiempo pudiera ser relatado sin desarmarse.
Vuelvo al "ya de por sí me vino mal el embarazo" ¿qué quiere decir el "ya de por sí"? ¿es que eso anticipaba que ya no había posibilidad de enamorarse de ese bebé? Eso que hacen las madres aún antes de que nazca el bebé, mucho antes y que cuando nacen hace que les hablen con ese tono particular a ese sujeto que aún no lo es, pero para el que ya hay una profesión, un carácter, una vida, al decir de Yankelevich: "...una madre que está contenta de tener un bebé pero que a la vez lo da a la vida, que se va a sentir compensada por la vida del hijo, no solamente por tenerlo, si la madre no puede imaginar todo eso no lo puede investir fálicamente...". Más aún ¿no había ninguna falta que suplir? ¿qué pasó con la promesa de un hijo del padre? La primera escena del Edipo que posibilita el piso de la segunda escena pero que no podría leerse sino es a posteriori y es por eso que no se puede hacer prevención sobre esto. Esto explica por qué un hijo puede ser autista y el otro no. Los hijos no nacen en el mismo momento de la vida de una madre, cada hijo viene a representar en la repetición de la estructura algo diferente.
Llegado a este punto, a Juana empezó a preocuparle que Gastón no hablara cosa muy frecuente en las madres de estos niños. Claro ¿cómo iba a hablar Gastón si ella no le hablaba a él?. Este fue un trabajo a realizar también con ella, ya iniciado por la terapeuta anterior quien le sugiere que le cuente cuentos, le cante, etc. .
Cuántas veces nos encontramos con estas mamás que no son psicóticas, muchas de las veces. No son malas ni buenas, no maltratan a sus hijos, simplemente no pueden hablarles a aquél que aún no es pero que será, y ahí aparece la impaciencia por un lado porque no habla, pero también impaciencia cuando el niño empieza a manifestarse "... ahora quiere tocar todo, hace lío, quiere andar en bicicleta, hay días que me pone nerviosa no hace caso, me pongo mal hay otros días que me lo banco..." "él no habla pero entiende todo, a veces pienso que no habla porque no quiere, pero él sabe todo"
"Él sabe todo", también es muy frecuente escuchar esto, ¿qué es lo que sabe? ¿de qué saber se trata? ¿cuál es ese saber que paradójicamente los inhabilita para moverse en la vida?. Pienso algo más y me vuelvo a preguntar " él sabe todo" está con relación a lo que le gusta y lo que le disgusta a mamá y si esto es así, si este saber queda ubicado del lado del niño, cómo no pensar en el complicado ribete que plantea estar ubicado entre los significantes que atañen al orgasmo materno, cómo no pensar en lo perturbadora que podría ser para un niño dicha ubicación
Recuerdo aún las dificultades para encontrar una Institución para Gastón. Después del arduo trabajo que esto le había llevado sobre todo a la Trabajadora Social, viene un día y me cuenta que al fin había un lugar posible "Surgiendo". ¡Oh sorpresa! A Juana no le había gustado.
Nada de sorpresa, era obvio. Gastón debía permanecer ahí desde las 9 de la mañana hasta las 16 horas, era mucho tiempo, ella no podía estar ahí, no conocía a la gente, a los profesionales, etc. .
Nuevamente trabajamos sobre esto, ella había empezado a trabajar, hacía gimnasia, quería salir, en algún momento había planteado que no lo hacía por Gastón.
Bien, nada de eso, era preferible que Gastón estuviera en casa cuando ella llegara, era preferible llevarlo consigo como algo de lo cual no podría desprenderse.
A posteriori, siempre es a posteriori, entendí el :"nos estamos despegando" que había dicho en alguna entrevista. Si, por supuesto, ambos se habían pegado... pero el: "nos estamos despegando", en realidad era como un imposible; casi habían logrado ser uno y para poder despegar hay que ser por lo menos dos.
"... Andrea se me murió mi Gastón..." "... Andrea nuestro Gastón..." "que voy a hacer sin mi Gastón, él era mis ojos, mi piel, mis brazos una parte de mi cuerpo...".
¿Gastón parte del cuerpo de su madre?. Algo más, en mis primeras vacaciones a 4 meses de iniciado el tratamiento Juana dice que Gastón tuvo "falso crup" del malo y que se ahogaba mucho. Recuerdo sus ahogos, los del embarazo.
Para ese tiempo en los encuentros con él, más específicamente el primero, algo del Tarzán de los monos se planteó a partir de un gesto que era golpearse el pecho. Yo hacía de Tarzán, él me miraba y sonría, de ahí en más distintos animales que no eran los de la selva sino del campo fueron apareciendo en las sesiones: chanchos, caballos, gallitos que se transformaban en ciegos y con éstos, el empezar a cubrirnos la cara para luego descubrirnos: "¿dónde está Gastón? acá está", a partir de esto, algo empieza a plantearse en términos de tocar- acariciar mis manos, circulan revistas en las que él pasa las hojas sin mayor detenimiento, le cuento historias, retoma unos muñequitos que eran una familia, se lleva el nene a la boca a quién hago decir: "socorro, sáquenme de aquí está oscuro"...lo tira, vuelvo a decir : "¡¡¡¡Ay!!!!, maldito me las pagarás" lo vuelve a tirar, se ríe.
Poco a poco Gastón comienza en algunos encuentros a no querer separarse de la mamá. Pienso esto como algo importante ¿por qué tendría que darle lo mismo a un niño ir con un desconocido?.
No desconozco que es fundamental contar con la depositación de confianza que nos hacen los padres al traernos a sus hijos, diría más bien, es la condición para poder trabajar, conviene aclarar que para esa época Juana empezaba a entregarme algo que posibilitaría que eso que me entregaba no recayera tan ferozmente sobre Gastón. Quién entonces ya no sabía tanto, y dependía un poco más del saber de su madre, previo pasaje por el supuesto saber de la analista.
Lic. Andrea Penon
13 de agosto de 2002