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Número 7 - Abril 2004
¿Cabe un oso en una nuez?
Viviana Monserrat Araóz

Cuando pensaba como titular este trabajo se me ocurrió parafraseando a una canción infantil, El Reino del Revés de Maria Helena Walsh, ¿cabe un oso en una nuez? porque metaforiza, al menos para mí, la pregunta de ¿cómo alojar y no alejar a un niño como analizante de pleno derecho? Toda una serie de avatares en mi práctica clínica me hicieron pensar que no basta tener un escenario con juegos, juguetes y lápices de colores para que un sujeto lo habite y se realice en él. A veces por más que la nuez tenga el tamaño de una cueva, nuestra presencia es un obstáculo que no le facilita al oso albergarse en ella, y menos que menos a jugar a que también nade el pájaro o vuele el pez. A veces ponemos tantas cosas nuestras que no dejamos espacio y se pierde lamentablemente el valor de lo que el niño trae con su juego.

Una vez me llegó a la consulta un niño, al que llamaré Mateo, que es traído por sus padres porque no hacía nada solo y era muy dependiente. En la primera hora de juego, la mamá cuenta que venía muy entusiasmado. Mateo entra al consultorio, revisa los juguetes, se recuesta sobre el diván y se queda profundamente dormido. Probé varias veces despertarlo, ofrecerle nuevos juguetes pero Mateo insistía en dormir. Con mucha dificultad, logro despertarlo antes que termine su hora y Mateo muestra, como al pasar, un trompo y cuenta que él lo había fabricado con una tapa de termo.

Lacan dice que la presencia del analista es un hermoso término que no se lo puede reducir a un sermoneo, y me pregunto nuevamente, responsabilizándome de todos mis intentos a que se despierte, ¿qué hago yo en una sesión con un niño? ¿Cuál es la diferencia a que Mateo duerma o juegue con el trompo en su casa a que lo haga en mi consultorio? ¿Es que acaso no puedo suponer que trae algo con lo que trae? Vuelve mi pregunta de cómo alojar y no alejar a un niño como analizante de pleno derecho.

No sé si recuerdan, una pequeña fábula que trabaja Lacan, la de los Cerdos de Cirse. Entre las tantas peripecias que sufren los compañeros de Ulises, son transformados en una oportunidad en cerdos, y en medio de la porqueriza comunican sus necesidades a través de gruñidos. Lacan se pregunta qué pueden decir estos gruñidos y dice que él (Lacan) escucha "Ulises te extrañamos"

Para Lacan "el gruñido del cerdo solo se transforma en palabra cuando alguien se plantea la cuestión de saber qué es lo que este gruñido quiere hacer creer. Una palabra solo es palabra en la exacta medida en que hay alguien que crea en ella".(1)

Parece que con todas mis acciones para que Mateo juegue, denuncié que no creía que había un mensaje en este dormir y que apostaba, además de males, a que iba a ser yo, la portadora de los saberes del Otro, la que le iba a donar el juego.

Mateo, por suerte, parece que tenía más en claro mi función que yo misma y a pesar de mis resistencias, él hizo mucho esfuerzo en no ser adoctrinado en mis propuestas y siguió durmiendo para mostrar luego el trompo fabricado por él.

¿Cuál era el mensaje de Mateo? "No tengo ganas de venir acá, no estoy entusiasmado como dicen mis papás y además puedo hacer cosas solo".

Ahora una nueva pregunta, solo se trata de la construcción de un mensaje comunicacional, desde el sentido, el que el analista debe hacer. ¿Qué hay que hacer?

Este año me encontré con una conferencia de Lacan que me causó. A esta conferencia la dio por el año 67 en el Círculo Psiquiátrico Henry Ey a propósito del psiquiatra y la formación del psicoanalista y se llama Breve Discurso a los Psiquiatras. De un modo simple dice Lacan que "el psicoanálisis no es de ningún modo una técnica cuya esencia sea extender la comprensión… es más bien en la localización de la no – comprensión, que puede producirse algo que sea ventajoso en la experiencia psicoanalítica." (2)

Mi objetivo en este encuentro no es desarrollar el análisis de Mateo, ni de Janet (que en seguida la presentaré) pero sí compartirles mis avatares en sostener sus derechos de analizante.

Es muy tentador ser el portador de la verdad sobre un niño, saber qué le pasa, qué le conviene, no sólo ante los padres y sino ante el niño mismo: ser uno el que sepa cómo, cuándo, dónde y a qué debe jugar. Al intentar interrumpir su sueño ¿qué es lo que estaba haciendo con este niño? Estaba pisoteando con el elefante del capricho del Otro (3), el margen que Mateo trataba de abrir para desprenderse de la sujeción del Otro.

Yo, analista de niño, sostenía un Otro del Otro, la fantasía omnipotente de que se puede planificar y dominar el juego del niño, cuando justamente Lacan no se cansa en insistir que…"el Otro en ningún caso es garante de la verdad. Puesto que el Otro en sí mismo no nos dice qué es un sujeto". (4)

El jugar, el hacer creativo, particular y subversivo del niño no tiene nada que ver con el Otro.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar, dice otra vieja canción. Jugando con las palabras diría: para el sujeto, para el jugante, no hay el juego, sino que se realiza al jugar. De ahora en más prefiero pensar en la hora de un niño como la hora en juego y no hora de juego.

Les voy a compartir ahora, mis trabas en el trabajo con Janet.

Janet es una joven que el discovery chanel incluiría en su lista de autistas genios. Con una voz privilegiada, robótica, que no admite ningún tono fuera de lugar, Janet era capaz de reproducir lo que se le pidiera.

Sus sesiones transcurrían entre episodios rimbombantes y perturbadores para mí y mis intervenciones para que se calme. Ella dirigía su cuerpo y mirada a la supuesta analista y decía una tras otra una serie de frases de películas, mientras golpeaba rítmicamente sus manos con mucha presión. Mi operación era pedirle que cante. Su canto a mi pedido la calmaba y a mi me dejaba atrapada en una fascinada contemplación de esta maquinizada voz. Después de muchos años pude advertir, desde otras lecturas, que cuando Janet me maravillaba con su voz entonada, lo hacía con su cuerpo impasible, rígido y con su rostro nadificado, vacío de todo gesto.

Vuelvo a preguntar ¿cuál es mi responsabilidad en todos estos años de cronicidad? ¿cómo alojar y no alejar a esta joven como analizante de pleno derecho?

Durante mucho tiempo, no pude con la angustia de no comprender todas estas conductas desordenadas y caóticas que Janet ofrecía y puse, como dice Lacan en esta conferencia, Breve Discurso a los Psiquiatras que recién mencionaba, una serie de barreras protectoras, mi contemplación de su voz y mi idea errada de que su voz era, al modo de los artistas, una extimidad, un objeto interior que se ofrece como intercambio con el otro.

Dice Lacan que "la angustia era para el psiquiatra absolutamente coextensiva de su experiencia del loco.… pero al dejar de lado lo que la angustia tiene de angustiante???".... ¿qué pasa? Dice Lacan: "él (el psiquiatra) interpone entre él y el loco, un cierto número de barreras protectoras …cualquier idea que los separe de este… de esta especie de ser que está enfrente de ustedes, que es el loco, que los separe a ustedes de él destacándolo como una especie extraña, un coleóptero, del que se trata de dar cuenta, así, en su dato natural"(5)

Estas barreras que me aseguraban mi cordura, llenaron también el espacio que la nuez tiene para alojar al oso y no pude apostar a que estos gruñidos contenían un mensaje. No pude pensar como dice Lacan, que "esta conducta, se ofrece a la reconstrucción del analista ".(6)

¿Cómo alojar y no alejar a esta joven como analizante de pleno derecho? Lacan lo dice muchas veces: "hay que ir a los textos, saber leer y reconstruir". (7)

Janet no construía una extimidad, sino que toda ella se ofrecía como objeto voz para ser gozada Todo su ser se ofrecía en esa voz, ella era la voz, y yo presa de esa tentadora oferta, cubría todo el espacio de la nuez con mi fascinación.

Janet, también muy a pesar mío, por suerte, se esforzó en traer un mensaje, en enseñarme que el Otro nada nos dice de la verdad de un sujeto. Cuando logré abstenerme de esta posición de fascinación, pude leer su esfuerzo en abrir un margen separado del Otro, borde surcado en sus no tan simples palabras: "No me aplasten", "Cállate tú, sabelotoda".

Para terminar quería traerles lo que Lacan advierte de la presencia del analista, porque no solo dice que es en sí misma una manifestación del inconsciente, sino que funciona "antes de toda intervención" (8)

Creo que mi pregunta como alojar y no alejar a un niño como analizante de pleno derecho no se cierra con este trabajo. Al menos para mí, creo que debo mantenerla abierta, antes de toda intervención, para que sea posible como dice Alejandra Pizarnik "que la vida juegue en una plaza, con el ser que nunca fui" (9).

 

Citas Bibliograficas

(1) Lacan, Jacques: Función Creadora de la Palabra. Seminario I. Escritos Técnicos de Freud.

(2) Lacan, Jacques: Breve Discurso a los Psiquiatras. 10 de Noviembre de 1967 en el Cercle Psychiaque H. Ey, Sainte Anne.

(3) Lacan, Jacques: Subversión del Sujeto y Dialéctica del Deseo. Escritos II

(4) Lacan, Jacques: Breve Discurso a los Psiquiatras. 10 de Noviembre de 1967 en el Cercle Psychiaque H. Ey, Sainte Anne.

(5) Lacan, Jacques: Breve Discurso a los Psiquiatras. 10 de Noviembre de 1967 en el Cercle Psychiaque H. Ey, Sainte Anne.

(6) Lacan, Jacques: La Presencia del Analista. Seminario XI Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis

(7) Lacan, Jacques: Circuitos. Seminario IV. La Relación de Objetos

(8) Lacan, Jacques: Intervenciones sobre la Transferencia. Escritos 1,

(9) Pizarnik, Alejandra: La de los Ojos Abiertos. del libro La Última Inocencia (1956)

 

Bibliografía

Lacan, Jacques: Breve Discurso a los Psiquiatras. 10 de Noviembre de 1967 en el Cercle Psychiaque H. Ey, Sainte Anne

Lacan, Jacques: Intervenciones sobre la Transferencia. Escritos 1

Lacan, Jacques: Función Creadora de la Palabra. Seminario I . Escritos Técnicos de Freud

Lacan, Jacques: Subversión del Sujeto y Dialéctica del Deseo. Escritos II

Lacan, Jacques: Circuitos. Seminario IV. La Relación de Objetos

Lacan, Jacques: La Presencia del Analista. Seminario XI Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis

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