"Acompañar quiere decir algo así como ir a la par, saber esperar, entender, saber callar, poder hablar sin excesos. Porque acompañar siempre está en relación a otro... "
Tomo esta frase inicial del trabajo de Andrea Penon (Acompañar: un modo de intervenir posible con niños y adolescentes), como una manera de introducirlos, tal como lo hace la autora, a un campo que, en mi opinión, no ha recibido aun el suficiente reconocimiento, ya que lamentablemente en muchas ocasiones suele ser considerado en forma errónea, un simple complemento.
El enorme valor que representa la tarea del acompañante terapéutico queda de forma clarísima demostrado y plasmado en estos trabajos que podrán leer a continuación.
A través del reino de la desolación, de Eduardo González-Campos
Tiempo de espera: del grito al canto, de Lucila Lopez
Entre personajes y animalitos, de Juan Pablo Marino
En ellos resulta observable que en pocos casos la intervención terapéutica resulta tan comprometida como en la función que lleva adelante el acompañante.
Llamado siempre en casos extremos y situaciones límites, que bordean las patologías más severas, las situaciones de mayor desvalimiento o de encuentro con lo real, es sin dudas una de las tareas más movilizantes y donde el cuerpo a cuerpo, y el vinculo directo con el otro parece jugarse de manera más radical en un abordaje clínico.
Es nuestra intención en "Fort-da" hacer un reconocimiento a quienes dedican su compromiso en esta tarea y dar el espacio conveniente que favorezca la reflexión en torno a dicha función a nuestro entender sumamente valiosa y necesaria.
Publicamos pues estos excelentes trabajos donde podrán leer en la letra de sus autores los avatares y pensamient os que les han suscitado su intervención en dicho campo
Abril 2004
Ariel Pernicone
Consejo de Redacción Fort-da.